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De nuestras Jornadas

La obstinación de Duarte

A

modo de explicación para justificar la derrota del 5 de junio, la frase de Luis Donaldo Colosio, lo que los gobiernos hacen sus partidos lo resienten, utilizada por Manlio Fabio Beltrones para anunciar su renuncia a la dirección tricolor y al mismo tiempo asumir su responsabilidad, nunca podría encontrar mejor aplicación que lo sucedido en Veracruz en los años recientes. Mientras el jerarca nacional priísta admitió y entendió que un mal gobierno, insaciable corrupción, insensibilidad social y alejamiento de la sociedad, tarde o temprano son facturas que los gobiernos pagan en las urnas, en Veracruz, el verdadero jefe del priísmo jarocho, Javier Duarte de Ochoa –responsable sin proponérselo de la alternancia gracias a su histórica administración– insiste en seguir viendo el estado como una parcela personal en la que puede disponer a su antojo tanto de instituciones como de recursos públicos.

En los estertores de un gobierno que permanecerá muchísimos años en la memoria colectiva de los veracruzanos como el responsable de conducir al fracaso a una de las entidades con potenciales naturales y humanos para constituirse en la punta lanza del desarrollo de la nación, Duarte de Ochoa torpedea desde el Congreso los vacilantes pasos de una gestión entrante formada por PAN-PRD. Junto con una cómplice y abyecta fracción legislativa que gracias a su mayoría le ha aprobado y tolerado iniciativas tan absurdas como el castigo a los tuiteros, el incumplimiento de obligaciones financieras con la Universidad Veracruzana e incluso, dejar la puerta abierta para el saqueo de la reserva financiera del Instituto de Pensiones del Estado, entre otras, intenta dejar sembrados funcionarios-cómplices en instituciones claves para la rendición de cuentas como son la Contraloría General del estado y la Fiscalía anticorrupción.

Avasallando con sus diputados, Duarte busca entorpecer la gestión gubernamental entrante al imponer en la contraloría a Ricardo García, quien ha ocupado cargos similares en los dos sexenios pasados, e impulsar en la fiscalía de reciente creación a Jorge Reyes, el abogado consentido del régimen y connotado adversario del panista-perredista, Miguel Angel Yunes, a quien ha enfrentado en diversas circunstancias metalegales.