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Operación bisturí

E

l gobierno de Guerrero aún no ha sorteado los conflictos derivados de la reforma educativa, cuando afloran ya otros desprendidos de las reformas en materia de salud.

En esta trama, personal del sector salud salió a las calles a impugnar la medida y le anexaron una serie de inconformidades y demandas que de no tomarse en cuenta y resolverse terminarán convertidas en una crisis que golpeará a los usuarios.

Denuncian que la reforma implica la exclusión de algunos servicios, que serán canalizados a empresas particulares, llamándole así privatización.

Entre sus planteamientos figura dar información completa del sistema de salud; ello permitirá a los usuarios conocer con precisión en qué consisten los cambios que se harán y estarán en condiciones de evaluar qué tanto les afecta.

También reclaman la dotación de más insumos y contratación de más personal.

Muchas han sido las quejas de la insuficiencia de medicamentos, particularmente en los centros de salud del medio rural y muchas también las denuncias de los manejos indebidos de recursos en la Secretaría de Salud (Ssa) –como en el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo– y que los mismos funcionarios de diferentes sexenios han ventilado para posteriormente guardar sospechoso silencio.

Los faltantes millonarios, que se sepa, en ningún momento se han subsanado y ningún funcionario se encuentra preso por los desvíos.

La Ssa ha tenido un funcionamiento opaco; muy temprano resulta evaluar el trabajo del gobierno actual, pero los sexenios recientes se han distinguido por contar con una secretaría ineficiente, carente de recursos y víctima de saqueos que nacen de la componenda y la complicidad, y paran en la impunidad.

La Contraloría estatal se ha caracterizado por su actuación silenciosa y huérfana de resultados, lo mismo que la Auditoría Superior de la Federación.

Así el escenario, ningún presupuesto, por gigantesco que sea, será suficiente para satisfacer a un monstruo insaciable, que engulle con voracidad insaciable, sin que nadie ponga freno.

Luego entonces, a todo este enredo que ha adquirido ribetes de institucionalidad, surgen las protestas de los trabajadores, que laboran en un clima de violencia en el que merodean asesinatos, extorsiones y amenazas, y demandan poner un alto a la reforma.