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Hoy se presentan Dulce y amargo y Confluencia en el teatro Lúcido

Coreógrafos ahondan en los claroscuros de una relación y el propósito de vivir
Foto
Ambos ensambles son parte del espectáculo Escena compartida Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de junio de 2016, p. 6

Con música del compositor y pianista Ezio Bosso, los bailarines Diana León y Francisco Ziel interpretan este fin de semana la obra Dulce y amargo, del coreógrafo francés Jérémy Galdeano, en el teatro Lúcido de la Ciudad de México, como parte del espectáculo Escena compartida.

Sin una escenografía espectacular, los bailarines se apoderaron del espacio y del tiempo con sus movimientos, dejándose llevar por la música para perderse y rencontrarse en el otro. El dueto, creado por Galdeano, refleja cómo es el encuentro de una pareja, donde hay pasión, pero también momentos de tensión y dolor.

A la coreografía de Dulce y Amargo le sigue el estreno de la obra Confluencia, de Diana León, directora y fundadora de la compañía Vías Danza, e integrante de Les Grands Ballets Canadiens de Montreal. La coreografía, creada para presentarse en espacios alternativos, muestra la esencia de los bailarines e invita al público a reflexionar sobre su propósito en la vida.

Las respuestas están dentro de uno

Su creadora comenta: “La vida es muy frágil y se puede acabar en cualquier momento, por eso Confluencia propone hacer lo que se ama y descubrir nuestro propósito en este mundo”. En la pieza está presente cómo nos relacionamos con los demás y cómo actuamos frente al otro.

Mediante el movimiento y opiniones grabadas de personas del público, León comparte en su propuesta coreográfica que todas esas respuestas que necesitamos en la vida están en nuestro interior, pero a veces no nos damos cuenta.

La coreógrafa, quien también participa en Confluencia, permite a los bailarines mostrarse de manera natural y sin prejuicios. De manera individual, los integrantes de Vías Danza expresan lo que sienten, algunos se mueven con fuerza, otros se desplazan lentamente por el espacio; hay quien mira cada parte de su cuerpo, sus manos, sus dedos y se lanza al piso en espera del momento adecuado para levantarse y bailar.

Cada bailarín se muestra como es y experimenta la fuerza que emana de su cuerpo, sin aparentar, sin ocultar nada. En el escenario cada quien escucha la música que le gusta, la siente y baila. Al final se sumergen en un mismo ritmo, sus cuerpos se entrelazan y todos terminan en el mismo punto y unidos en un abrazo.

La idea de Diana León de crear una obra con escasos recursos escenográficos y en la que los bailarines no usan zapatillas de ballet se debe a que al regresar a México después de vivir gran parte del año en Canadá se encontró con que no hay suficientes foros para la danza.

“La obra está pensada para presentarse en plazas, galerías, museos, bodegas o casas, porque no vivo de tiempo completo en México, pero me interesa desarrollarme como coreógrafa y continuar con Vías Danza.

Considero un reto crear una coreografía para espacios alternativos, porque el teatro nos da comodidad, tener un buen piso, luces, espacio, y me pregunté: ¿qué puedo hacer en un espacio diferente?

La fundadora y directora de Vías Danza señala que con este proyecto para espacios alternativos hace lo correcto, porque existe un contacto directo con el público y está comprobado que les resulta más fácil acercarse de esta manera al arte dancístico.

Sacar la danza de un espacio convencional crea un ambiente más relajado y menos formal, añade León, quien en 2011 obtuvo la beca Jóvenes Creadores en coreografía del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

En Escena compartida participa como compañía invitada DeAquíDeAllá Colaboración Escénica, dirigida por Yuridia Ortega, la cual interpretará algunos fragmentos de las obras de su repertorio.

Las obras Confluencia y Dulce amargo serán interpretadas hoy por bailarines de Vías Danza a las 18 horas en el teatro Lúcido (Dr. Enrique González Martínez 234, casi esquina Eligio Ancona, colonia Santa María la Ribera).