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¿Es usted racista?

El Museo de la Ciudad de México aloja la primera gran exposición sobre el tema en el país

Imágenes para ver-te confronta al espectador con su racismo velado

Se incluyen clichés generados en el siglo XIX que describen la manera de ver el mundo de la sociedad en México y que aún se repiten, señala César Carrillo, curador

Uno de los méritos de la muestra es que combina acervos artísticos y científicos, de donde viene la noción de raza, explica

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¿Es usted racista?, se pregunta a la entrada del museo; muchos visitantes, casi ofendidos, responden que no. Después de recorrer la exposición, en la que hay imágenes como ésta, donde aparece la actriz Dolores Heredia, vuelven a ser inquiridos y contestan, ruborizados: un pocoFoto Secretaría de Cultura/CDMX
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Chamulas cargando las sillas de camino para que los hacendados no se cansaran ni ensuciaran su calzadoFoto Juan Guzmán
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de junio de 2016, p. 6

¿Es usted racista? La pregunta se hace a los visitantes del Museo de la Ciudad de México antes de su ingreso a la exposición Imágenes para ver-te: una exhibición del racismo en México.

De inmediato, y casi ofendidas, las personas responden no. Sin embargo, al salir de la muestra, se vuelve a cuestionarlos y muchos bajan la mirada, otros evaden contestar y apresuran el paso. Algunos, ruborizados, confiesan: un poco.

Discriminar por el color de la piel y los rasgos físicos, por la manera de hablar y de vestir es un hecho cotidiano en la sociedad mexicana, como sucede en muchas partes del mundo, pero aquí no se habla de ello. Por eso la intención de esta exposición es mostrar cómo seguimos inmersos en un racismo velado, escurridizo, difícil de cernir, señala César Carrillo, curador de la primera gran exposición sobre ese tema que se monta en el país.

Con más de 200 obras de artistas como Diego Rivera, Francisco Toledo, Raúl Anguiano, Leopoldo Méndez, David Alfaro Siqueiros, José Guadalupe Posada y Saturnino Herrán, pero también con colecciones científicas, se aborda, más que el tema del racismo, la forma en la que se ha visto a los pueblos indígenas.

Calificativos como indio, patarrajada, naco, chaca y una larga lista son muestra de cómo se atribuye a determinados rasgos físicos y culturales una serie de valores y cualidades, añade el curador, quien incluyó en la exposición todo esos clichés que “en su mayoría se generaron en el siglo XIX y se quedaron muy metidos en la manera de ver el mundo de la sociedad en México y constantemente se repiten.

“Muchas personas creen que aquí no hay racismo, porque no hay individuos negros, pero el asunto es que somos racistas sin saberlo. Hay expresiones que se dicen de manera cotidiana, como ‘todos los indios son iguales’, pero nadie se cuestiona de dónde viene ese dicho. Son ideas arraigadas del siglo XIX”, señala César Carrillo.

Las versiones del indígena

En Imágenes para ver-te también está esa glorificación del indígena, “pues en el país tenemos tres o cuatro representaciones distintas. En el siglo XIX se generó la separación entre el antiguo indígena glorioso, los mayas o los mexicas, y los contemporáneos, a los que se llamó degenerados, incluso con teorías al respecto.

“Luego, en el siglo XX, con la idea del mestizaje se dice que no existen ni los negros ni los asiáticos, sólo los indígenas y los europeos. Pero el mestizaje en lugar de pensarse de manera horizontal, se hace creer que es vertical; entonces, mientras más cercano se esté a la piel blanca y a lo europeo, mejor, pues se piensa que es lo más civilizado; hay una idea aspiracional, y los indígenas son lo malo, los más morenos, los que se dedican a la servidumbre, los que ganan menos.

“Después de la Revolución se generó la imagen del indígena pintoresco, que tiene que ver con la visión de algunas obras de Diego Rivera, donde los pinta redonditos, morenitos, con su trajecito folclórico; idea que se está retomando en aras de la diversidad cultural, lo cual está muy bien, pero se cae en el folclor, en convertir ese patrimonio en algo más turístico que cultural.

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Joven con el torso desnudo, en una imagen de autor desconocido que se incluye en la muestra

“Al final, al indígena se le acepta mientras sea el artesano, el musiquito, pero cuando reclama sus derechos, ahí ya no es bien visto, porque el indígena rebelde no es querido.

“El indígena que participa en Cumbre Tajín y que exalta el contacto con la naturaleza, ese es fantástico, pero el que defiende sus tierras sagradas y no quiere que le construyan ahí una carretera, ese es enemigo del progreso.

“En la ciudad, donde estamos mezclados, se discrimina a las personas por su tipo físico, y a la menor provocación se les identifica por el rostro y se les dice: ‘tú eres un indio, no seas igualado, yo soy mejor’.

“Aquí es donde el racismo es muy fuerte y lo vemos en las personas que se aclaran el cabello, por ejemplo. Hay estudios del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) que indican que muchas personas perciben su color de piel más clara.

“Esa aspiración, más toda la publicidad, fomenta el estereotipo europeo. Vivimos con eso, siempre la gente bonita y lo que vende es de tez rubia. Es un problema de discriminación real, un racismo institucionalizado actuando en situaciones fundamentales.

“Por eso, uno de los méritos de esta exposición es que al final logré combinar las colecciones artísticas y las científicas; es importante, porque la noción de raza viene de la ciencia. Existen colecciones referentes a los indígenas mexicanos en diferentes museos del mundo.

Aquí mostramos, por ejemplo, unos bustos que realizó un antropólogo estadunidense, tomando moldes a personas de diferentes comunidades; los hizo para clasificar el color de la piel, lo cual a principios del siglo XX, como ahora, tenía implicaciones para hablar de lo bello.

La última sala de la exposición hace referencia a la circunstancia de los indígenas en la actualidad. Ahí están las luchas del pueblo wixárica y también Ayotzinapa, los rostros de los 43 normalistas desaparecidos, casi todos de origen indígena, en los papalotes realizados por Francisco Toledo.

“En el siglo XXI tenemos que hay una guerra viva contra los pueblos indígenas para despojarlos de sus tierras, y las razones siguen siendo las mismas: la discriminación, el desprecio, el racismo que menosprecia su forma de vida.

No es una exposición que busque aleccionar o moralizar, pero sí sensibilizar, que el público reflexione y mire al otro; sobre todo, que se discuta el tema, concluye el curador.

Imágenes para ver-te: una exhibición del racismo en México, montada en el Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez 30, Centro Histórico), concluirá en septiembre.