Opinión
Ver día anteriorMartes 5 de julio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Exposiciones en el MAM
A

demás de la muestra conmemorativa acerca de Bruno Traven (1882-1969), cuya vida, gracias a él mismo es un misterio, entre otras razones, porque Bruno Traven es el seudónimo de Otto Fridge, amigo a la vez que contemporáneo de Paul Westheim y de varios de los artistas que están representados en la exposición dedicada a Westheim, uno de nuestros máximos historiadores.

El Museo de Arte Moderno (MAM) muestra, cosa inusual pero muy benéfica tanto por el número de visitantes que convoca como porque ofreció la posibilidad de exhibir obras, la mayoría del propio acervo del MAM que jamás se exponen (creo que en algunos casos por ser poco representativas de sus autores), y que ahora se muestran en todo su esplendor (que no es tal, excepto en muy determinados ejemplos).

La ocasión se presentó gracias a la atractiva muestra de Balenciaga que constituye un ejemplo de lo que puede ofrecer el diseño de modas en cualquier latitud en una época determinada. La valía de Balenciaga, entre otros méritos indudables se relaciona con haber formado al incipiente Christian Dior, a la vez que urdió diseños pret-à-porter que adaptados a varias décadas, jamás pasan de moda por ser siempre usables y no estrafalarios, además de adaptables a diferentes edades de usuarias femeninas principalmente. Tanto que habría quienes se mostraran dispuestas a reproducirlos. Son los atuendos llamados de noche los que a través de algunos detalles comparecen en los retratos femeninos a los que me he referido de pintores como Diego Rivera, Siqueiros y Anguiano.

Sólo el retrato de Paul Antebi por Rivera (quien también retrató a la señora Antebi) es de primer orden. Los demás no es que sean horrorosos, pero son retratos de damas de la burguesía mexicana realizados con ánimo de complacencia y sin ambiciones de captar personalidades, sino sólo apariencias a la moda. En cambio las prendas de ropa exhibidas arrojan muchos detalles de buena factura, texturas, contrastes, detalles ínfimos de gran finura, además de que hay muy buenos ejemplos de los accesorios con los que algunas de las prendas se acompañaban. El acervo proviene de Guadalajara y para su obtención en préstamo y exhibición, se contó con el apoyo de la Casa de España en México

La otra exposición de gran importancia que presenta ahora el MAM está dedicada al historiador y crítico de arte Paul Westheim (1886-1963), quien se casó en segundas nupcias o terceras con Mariana Frenk, de tan grata memoria, mujer hispanista, gran traductora y promotora, quien, como colaboradora de Fernando Gamboa, prestó ayuda indispensable al MAM, tanto que podría decirse que sin Mariana el MAM no habría llegado a despuntar como despuntó desde el momento en el que Gamboa tomó sus riendas, actuando al mismo tiempo como subdiretor técnico del INBA, situación que en no pocos aspectos ayudó. La destacada escritora e investigadora Magrit Frenk Alatorre debe sentirse orgullosa de esta exposición, pues sin Mariana, tampoco Paul Westheim hubiera sido el personaje que es –pongo por máximo ejemplo sus dos volúmenes de introducción al arte antiguo de México, publicados por Ediciones Era– sin Mariana esos textos no hubieran logrado la amplia difusión y traducción al español que les es propia. Y precisamente, de ser reditados, necesitarían otra revisión cuidadosa, sobre todo en materia de ilustraciones.

Me permito el siguiente comentario: escuché que se plantea la conveniencia de que el acervo de pinturas de Rufino Tamayo en el MAM, al igual que las que pertenecen al Museo Nacional de Arte pueden pasar a pertenecer al acervo del museo Tamayo.

Con todo el respeto del mundo para fucionarios, ex funcionarios y herederos me permito opinar que eso es un disparate. Que se organice y monte una exposición Tamayo con obras que pertenecen a museos del Instituto Nacional de Bellas Artes, muy santo y bueno, pero cancelar la posibilidad de que los dos museos de esta ciudad que presentan buenos jirones de la historia artística de México (no es esa la misión del museo Tamayo) sean despojados de sus acervos tamayescos me parece erróneo, a lo que se suma que el museo de arte internacional (esa fue su denominación) pasaría a ser permanentemente una especie de museo de sitio disfrazado.

Estupendo que se exhiba, rotándola, la colección que reunió y donó el maestro, en la que por supuesto él debe estar representado máxime con Homenaje a la raza, que debiera funcionar de emblema.