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Cardenal Rivera: contrición a modo
E

l cardenal Norberto Rivera Carrera hizo acto de contrición con bombo y platillo. En la misa que ofició al cumplir 50 años de haber sido ordenado al sacerdocio católico romano, el prelado expresó: Desde lo más profundo de mi ser pido perdón al Señor y su pueblo santo por mis debilidades y pecados y por mis omisiones y frialdades, y juntos imploremos al Señor para que siga haciendo maravillas con los dos panes y los cinco peces que desde nuestra pequeñez le podemos ofrecer.

Si entre la feligresía hubo quien pensaba que el arzobispo primado de México haría un desglose de sus debilidades y pecados por los que pedía perdón, la expectativa no fue cumplida el domingo pasado ni lo será en otro momento. El acto de contrición (arrepentimiento por haber obrado en desacuerdo con la voluntad de Dios y propósito de no volver a actuar mal en adelante) de Rivera Carrera tuvo más de acción mediática que de condolencia por las múltiples afrentas cometidas por el eclesiástico en su larga vida sacerdotal.

En 1995 Norberto Rivera fue designado por Juan Pablo II arzobispo de México. Dos años después, al conocerse los abusos del pederasta fundador de los legionarios de Cristo, Marcial Maciel, Rivera Carrera defendió públicamente al agresor sexual serial de niños y adolescentes. Entonces, y durante varios años, sostuvo que las acusaciones eran falsas y con la intención de desprestigiar a la Iglesia católica. Él, junto con el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y el obispo Onésimo Cepeda, conformaron el trío eclesiástico más aguerrido para blindar a Maciel y, con sobrada soberbia, encararon a quienes revelaron periodísticamente las atrocidades e impunidad del legionario mayor.

Uno de los muy pocos medios que documentaron la pederastia compulsiva de Marcial Maciel fue La Jornada. Tras que el periódico en abril y mayo de 1997 publicó una serie de reportajes de Salvador Guerrero Chiprés, el periodista recibió reclamos de Norberto Rivera, quien, altanero, le dijo que todo era una difamación bien orquestada. Pero el reclamo no quedó allí. El funcionario eclesial puso en tela de duda el trabajo del reportero, a quien le soltó: “Son totalmente falsas [las acusaciones contra Maciel], son inventos. Y tú nos debes platicar cuánto te pagaron”. Lo entonces acontecido quedó bien reseñado por Guerrero Chiprés, y es ilustrativo del autoritario modus operandi de Rivera Carrera.

Nunca ha presentado Norberto Rivera un mea culpa por su encubrimiento de los crímenes pederastas de Marcial Maciel. Esto a pesar de que las pruebas contra su protegido son contundentes. Quedó plenamente demostrado que el fundador de los legionarios de Cristo abusó por décadas de infantes y adolescentes que estudiaban en escuelas de la orden que se enfocaba a trabajar entre los pudientes del país. Además de haber incurrido en el pecado de negar la verdad en el caso Maciel, Rivera Carrera cometió el delito de encubrimiento en favor de un agresor sexual serial. En su respectiva jurisdicción, ni las autoridades de la Iglesia católica, ni las judiciales de México, hicieron que Norberto Rivera enfrentara las consecuencias de su proceder contrario a los intereses de las víctimas.

En cuanto a las debilidades sobre las que solicitó ser perdonado, no hay manera de saber, por su boca, cuáles son éstas. Sin embargo, por lo que iluminaban los reflectores de la vida pública es factible considerar que entre las debilidades no verbalizadas por el cardenal, pero sí comprobadas por cualquiera que observara su forma de relacionarse con las cúpulas económicas y políticas, eligió ejercer durante su dilatada carrera eclesiástica la opción preferencial por los ricos.

Si el parecer en gran medida refleja el ser, o aspirar a ser, entonces el ostentoso modo de vida al que ha sido afecto Rivera Carrera refleja el alejamiento que tiene de la mayor parte de la feligresía católica. Ha estado, y está, lejísimos de tener nada más dos panes y cinco peces como insumos para su ministerio. Posee una extendida y bien tejida red conformada por sus relaciones de amistad y conveniencia con las élites de la nación. En sus labios suena muy falso eso de que juntos imploremos al Señor para que siga haciendo maravillas con los dos panes y los cinco peces que desde nuestra pequeñez le podemos ofrecer.

Solamente le quedan 12 meses más al frente del arzobispado de México, ya que en junio de 2017 cumplirá 75 años, edad reglamentaria en que debe presentar su dimisión al obispo de Roma, es decir, a quien sea el papa. Solamente éste puede aceptar la renuncia de Norberto Rivera Carrera, o permitirle continuar el tiempo que considere necesario como cabeza de la arquidiócesis primada de México. ¿Aceptará el actual papa, Francisco, con efectos inmediatos la renuncia del cardenal? De no hacerlo enviará un mensaje en sentido contrario a su pretendida política de sanear la Iglesia católica en el asunto de los abusos sexuales clericales perpetrados contra la niñez.

Como vimos, y no hay que olvidarlo, Norberto Rivera fue destacado protector de uno de los mayores pederastas en el seno de la Iglesia católica, Marcial Maciel Degollado.