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El investigador emérito de la UNAM dedicó su vida de 91 años al estudio de los sismos

Falleció Cinna Lomnitz, el geofísico más destacado de AL

Creó la ley que describe cómo una roca se deforma bajo la acción de una fuerza constante

Tras el terremoto de 1985 se empeñó en desentrañar las causas de la catástrofe

En una entrevista aconsejó a los nuevos sismólogos que trabajen duro, porque de ellos depende mucha gente

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Cinna Lomnitz fue miembro de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo, de la American Geophysical Union, de las sociedades sismológicas de Alemania y de Estados Unidos, así como de diversas organizaciones científicas cortesía de Ciencia UNAM/Bárbara Castrejón Gómez
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de julio de 2016, p. 2

El destacado científico Cinna Lomnitz Aronsfrau, considerado el geofísico más importante de América Latina e investigador emérito del Instituto de Geofísica (IG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), falleció la mañana de ayer en el Hospital San Ángel Inn a los 91 años.

Nacido en Colonia, Alemania, el 4 de mayo de 1925, Lomnitz obtuvo la nacionalidad mexicana, fue un ingeniero, geofísico, investigador y académico de varias universidades, hasta que en 1968 se incorporó a la UNAM.

Dedicó su vida como investigador al estudio de los sismos. Una de sus principales aportaciones al conocimiento mundial es la Ley de Lomnitz, en la que describió la forma en que una roca se deforma en el transcurso del tiempo bajo la acción de una fuerza constante. Ésta es usada por especialistas en el tema de todo el orbe. Fue padre de Claudio Lomnitz, colaborador de La Jornada.

Pasó su infancia y adolescencia en Bélgica y Chile. En 1948 se tituló como ingeniero en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Más tarde obtuvo la maestría en mecánica de suelos bajo la tutela de Karl von Terzaghi, en la Universidad Harvard.

Gracias a una beca de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ingresó al Instituto de Tecnología de California (Caltech, por sus siglas en inglés) para cursar el doctorado en geofísica. En una reciente semblanza, el actual presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, el también geofísico Jaime Urrutia Fucugauchi, asegura que Lomnitz Aronsfrau fue el primer científico en doctorarse en esta disciplina en América Latina.

Fue alumno del estadunidense Charles Francis Richter, célebre por desarrollar la escala para medir sismos que lleva su nombre, de quien fue asistente por dos años en el Laboratorio Sismológico del Caltech. También fue discípulo del Nobel Carl David Anderson, en el curso de física-matemática, así como alumno y colaborador de Beno Gutenberg, Bob Sharp, Ian Campbell y Hugo Benioff.

Su investigación doctoral fue un estudio teórico y experimental sobre la deformación de las rocas en frío, el cual lo llevó a la publicación de la Ley de Lomnitz.

Regresó a Chile en 1957, donde el entonces el rector de la universidad, Juan Gómez Millas, lo invitó a hacerse cargo del Instituto de Geofísica, creado especialmente para Cinna Lomnitz.

En esa entidad académica se formaron sismólogos de categoría internacional, entre ellos Lautaro Ponce, de la UNAM; Raúl Madariaga, de la Escuela Normal Superior de París, y Armando Cisternas, de la Universidad de Estrasburgo.

En 1959, durante el Año Geofísico Internacional, Lomnitz participó en un crucero del barco oceanográfico Yema, de la Universidad de Columbia, frente a las costas de Chile, bajo la dirección de Maurice Ewing, considerado uno de los geofísicos más creativos y de espíritu rebelde del siglo XX. La personalidad de Ewing y su concepto personal de hacer ciencia influyeron en Lomnitz de manera decisiva.

Cinco años después aceptó una plaza en la Universidad de California, en Berkeley, como jefe de la red sísmica. Ahí conoció a dos prominentes investigadores de la UNAM: Roger Díaz de Cossío y Emilio Rosenblueth, quienes al conocerlo le propusieron dar una conferencia en la casa de estudios mexicana.

En aquellos años, el Instituto de Geofísica de la UNAM (fundado en 1949 por Ricardo Monges López) requería profesionalizar y fortalecer el Servicio Sismológico Nacional (SSN), que está bajo su cargo. Lomnitz fue invitado por los académicos a formar parte de la máxima casa de estudios y, tras meditarlo un par de años, aceptó en 1968.

Ya como investigador de la UNAM, Lomnitz revolucionó el estudio de las áreas de la sismología. El sismo que azotó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985 le causó gran impacto, por lo que decidió desde ese momento dejar de lado sus diversas líneas de investigación y dedicarse a desentrañar las causas de esta catástrofe.

En 1990 fue designado editor de la revista Geofísica Internacional, órgano de la Unión Geofísica Mexicana que publica el IG. En 1995, a propuesta de la UNAM, ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes. En 1997 mereció el Premio Universidad Nacional y se le designó como investigador nacional emérito. En 2002 recibió el nombramiento de investigador emérito por el Departamento de Sismología del IG de la UNAM.

Fue jefe del Departamento de Sismología, integrante del Consejo Interno y de las comisiones dictaminadoras de los institutos de Geología, de Física y de Ciencias del Mar de la casa de estudios. Fue parte del Comité de Ciencias de la Tierra del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la Academia Mexicana de Ciencias.

Divulgador

Además, era miembro de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo, de la American Geophysical Union, de las sociedades sismológicas de Alemania y de Estados Unidos, así como de diversas organizaciones científicas.

Es autor de tres libros y de más de 100 artículos en revistas de circulación internacional. Se interesó además, en forma crítica, por el campo de la predicción de sismos, tema de su libro Fundamentals of Earthquake Prediction (Fundamentos de la predicción de sismos, John Wiley, Nueva York, 1994).

Hace tres años ofreció una entrevista a la Agencia de Noticias de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, en la que dio un mensaje a los nuevos sismólogos: Que se preparen muy bien y trabajen duro, porque de ellos depende mucha gente. Mi mayor satisfacción es ver que en México se hacen construcciones importantes, bien hechas, de acuerdo con las normas antisísmicas. Ya existen edificios que podemos afirmar que son seguros.