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El 11 de julio y la dignidad minera
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esde que se fundó hace 82 años el Sindicato Nacional de Mineros ha estado en un proceso inacabable de reafirmación de su integridad política y social. Nada ni nadie han podido abatir sus principios y los objetivos por los que desde 1934 inició su trayectoria en la ciudad de Pachuca, Hidalgo, el 11 de julio de ese año. Estos principios son la democracia y la autonomía sindical y la defensa de los derechos de libre asociación y de huelga, los cuales siempre hemos defendido como intocables tanto en la teoría como en la práctica. Nuestros objetivos son mantener el esfuerzo por el permanente mejoramiento económico de sus miembros y de sus familias, su derecho a la salud, a la integridad física y a la seguridad industrial, así como a la educación y a la vivienda digna, además de su permanente búsqueda de alianzas con otras organizaciones y sectores del pueblo, tanto de México como del extranjero.

1934 fue crucial. Los 27 sindicatos regionales de entonces, pertenecientes al sector minero, metalúrgico y siderúrgico de México, ante las perspectivas nacionales de concertación obrera de ese momento y la urgente necesidad de unificar y fortalecer la unidad y solidaridad minera, asumieron la decisión histórica –que ha influido poderosamente en el destino de la clase trabajadora– de fusionarse para integrar una sola gran organización nacional que actualmente es el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, conocido como Los Mineros en todo el mundo.

En ese periodo de 82 años hemos tenido importantes triunfos y avances, así como crisis, efervescencias y retos muy importantes, no sólo para los mineros, sino para la clase trabajadora mexicana en su conjunto. Los líderes que crearon esta representativa y fuerte organización sindical fueron hombres visionarios que decidieron dar identidad a un sector trascendental de la industria y de la economía nacional a través de nuestro actual Sindicato Nacional de Mineros. Y no se equivocaron.

El Sindicato Nacional de Mineros me eligió en 2002 como su dirigente máximo. Consideraron mis compañeros que yo era el indicado para conducir a Los Mineros, tal como ha ocurrido, hacia una nueva etapa de modernización y de consolidación de la lucha social. Para mí es un honor que me hayan colocado en la posición de digno sucesor de don Napoleón Gómez Sada, un hombre sabio, recto, íntegro y fuerte que condujo el destino de los trabajadores mineros durante 40 años, al cual en el gremio minero trabajador lo valoramos como nuestro guía moral.

Ante los innegables avances y triunfos conquistados por Los Mineros, sobre todo en los principios del siglo actual, hubo empresarios y políticos corruptos que pretendieron destruir a este sindicato. Sufrimos un ataque violento y cobarde durante casi 10 años, cuyas repercusiones aún están presentes. Nunca antes se había padecido a una mafia de políticos y empresarios de los más corruptos de México, aliados en complicidad de intereses y ambición desmedidos, en contra de todo un gremio y de mi persona como su dirigente sindical. Por ese y otros motivos, hoy México se ve como una nación sin control y con una imagen totalmente deteriorada en el mundo, y por no luchar con firmeza y compromiso contra la desigualdad, la pobreza y la inseguridad, y por abandonar el pleno respeto a los derechos de todos los trabajadores de la educación, de las industrias extractiva y de manufacturas, de servicios y del campo.

No obstante todo ello, el Sindicato Minero ha derrotado todos esos intentos de destrucción y se fortalece cada día más. Avanza constantemente, con el creciente apoyo de poderosas organizaciones internacionales de obreros y de la fuerza, la lealtad y la disciplina de sus agremiados. La hazaña histórica de haber fundado en 1934 este sindicato se ha visto confirmada en el curso de su existencia. Hoy todos en México, con excepción de algunos de sus enemigos y otros ignorantes y despistados, tienen clara la idea de que constituimos una organización que no ceja en la lucha por los derechos y los intereses de los trabajadores, que no se ha doblegado ni lo permitirá, ante quienes pretenden que no haya en México sindicatos que trabajen con responsabilidad y eficacia, ni por el bienestar compartido para toda la sociedad.

Debido al debilitamiento de las organizaciones sindicales, muchas de las cuales han traicionado sus objetivos o prostituido sus funciones, no debemos sorprendernos de lo que sucede en México en estos días, ni del daño creciente al prestigio del país a nivel internacional. Son increíbles la irresponsabilidad y la falta de sensibilidad en la clase empresarial y política para darse cuenta de la grave crisis que estamos padeciendo. Los responsables, empresarios, políticos, medios de comunicación enrolados en esta persecución, así como traidores, tienen nombre y apellido y seguramente la historia los alcanzará y los juzgará como corresponde a verdaderos enemigos de la nación.

Son estos mismos los que jamás han explicado ni corregido los abusos y las injusticias que se han cometido contra los mineros, y por eso el gobierno ha mantenido su misma cerrada y equivocada posición. Son también esos grupos los que nos atacan, no porque nos vean débiles, sino porque los mineros somos fuertes y nos quieren anular.

Afortunadamente el Sindicato Minero acrecienta su gran fuerza y lucha permanentemente por la justicia, la equidad y un mayor bienestar. Está en la primera fila de los esfuerzos por superar los graves problemas de falta de libertad y democracia de la clase trabajadora, y constituye un gran ejemplo y una inspiración para la dignidad humana.