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La espiral de la conquista de los derechos: las familias homoparentales

L

a conquista de los derechos camina lento, pero sin duda un momento estelar es la llamada primera vez del ejercicio reconocido de la prerrogativa en cuestión.

La primera vez que votaron las mujeres, que fueron votados y electos no propietarios, que los negros entraron a restaurantes restringidos y los indígenas acudieron a escuelas fue un paso decisivo, porque a partir de ese momento la transformación cultural avanzó a ritmo exponencial.

Una vez que es vivido el derecho se pone de manifiesto que no es el peligro que los sectores conservadores aducían como justificación de su rechazo, porque un rasgo común del rechazo de los nuevos derechos es que son expuestos como una amenaza al orden social. Las derechas siempre ponen sobre el tapete del debate este argumento porque la emoción con la cual hacen política es el miedo. La izquierda, por el contrario, hace política con la opuesta: la esperanza. El miedo y la esperanza (nos decía Spinoza) son las dos emociones básicas de la política.

Ahora, después de que se ha celebrado la primera boda gay en Zacatecas, los miedos irán menguando porque se verá que todos esos supuestos peligros no son más que fantasmas, al igual que los temores a la adopción de niños por parejas homosexuales. Ya existen niños en esta situación y, una vez que se observe que todo está bien, dejarán de poner objeciones. Una vez que ocurre esto, la base del sentido común se hace más amplia: cosas antes peligrosas se convierten en comúnmente aceptadas.

El acto al que ahora nos referimos (primer matrimonio homosexual) es un paso que muestra que la batalla cultural se va ganando. La esperanza empieza a ganarle terreno al miedo. El tiempo de la cultura y el de las instituciones son muy distintos; sin embargo, entre ambos generan una espiral virtuosa. Aún falta reconocer más derechos civiles, pero sin duda ahora hay motivos para celebrar. ¡Salud!