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De nuestras Jornadas

Acapulco sigue vivo

N

o obstante la declaratoria de puerto acabado que le estampó en 2000 Rodolfo Elizondo Torres en su calidad de secretario de Turismo, y de que le retiró todo el apoyo a fin de impulsar otros destinos turísticos del país, Acapulco respira, palpita; no en las condiciones en que se quisiera, pero permanece de pie.

El nuevo transporte citadino, financiado con una inversión millonaria, le da una pincelada de modernidad. Con la operación del Acabús los acapulqueños se han declarado en día de fiesta. Y no es para menos.

El arranque de las obras del aeropuerto, con una inversión de 547 millones de pesos, levanta el ánimo hasta al más pesimista, porque es un indicador de que el puerto no está olvidado por las autoridades y no hay intenciones de dejarlo morir de inanición.

Por otro lado, la división turística de Grupo Autofin, Mundo Imperial, presentó un plan maestro que incluye una inversión de mil millones de dólares y la remodelación de los hoteles Pierre y Princess, así como la construcción de centros comerciales. Se generarán 10 mil empleos y una importante oferta para paseantes nacionales e internacionales.

Un proyecto de esta naturaleza refleja la confianza de los inversionistas en Acapulco. Los empresarios arriesgan su dinero, pero no lo arrojan a la basura. Cada erogación está respaldada por un riguroso estudio de mercado. Entonces, si deciden invertir en Acapulco significa que hay futuro.

Acapulco requiere mucho más, aunque estas acciones dicen mucho. Por ejemplo, necesita un plan de promoción turística intensivo y bien organizado, aumentar o restablecer vuelos internacionales, ofrecer nuevos atractivos al visitante, no sólo mar, sol y playa, como siempre.

Ojalá sea el próximo paso. Acapulco lo necesita. Vamos bien, pero tenemos que ir mejor.