16 de julio de 2016     Número 106

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Devolver la vida al Río Atoyac:
deuda pendiente

Milton Gabriel Hernández García investigador titular del INAH

Uno de los grandes retos de los próximos gobiernos municipales y estatales de Tlaxcala y Puebla es trabajar de manera honesta y transparente para contribuir a restaurar la cuenca del Río Atoyac, en coordinación con la sociedad civil, el sector académico y el gobierno federal. Las autoridades de los diferentes niveles de gobierno tienen la obligación jurídica y el deber ético de garantizar el derecho a la salud y a un medio ambiente sano en las diferentes comunidades que durante décadas han sufrido los efectos de la devastación ambiental.

Desde 2006 el Tribunal Latinoamericano del Agua reconoció las implicaciones que la grave contaminación de este cuerpo de agua tiene sobre la salud de los habitantes de esta zona. En su veredicto final reconoció la gravedad de los efectos socioambientales derivados de las descargas industriales y los drenajes municipales, así como la negligencia de las autoridades municipales, estatales y federales al no controlar los vertimientos industriales, que evidentemente violan la legislación mexicana, como la NOM-001-SEMARNAT-1996.

Desde hace décadas, en el Río Atoyac se vierten desechos de la industria alimenticia, textil, química, petroquímica, automotriz, papelera, de hierro y acero, farmacéutica, metalmecánica, siderúrgica, entre otras.

Incluso la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha reconocido: “Que las aguas de los ríos Atoyac y Xochiac o Hueyapan han sufrido alteración en su calidad con motivo de las descargas de aguas residuales provenientes de procesos industriales y asentamientos humanos, que vierten 146.3 toneladas al día de materia orgánica medida como demanda química de oxígeno, 62.8 toneladas al día de sólidos suspendidos totales, 14.7 toneladas al día de nutrientes, 0.14 toneladas al día de metales pesados y 0.09 toneladas al día de compuestos orgánicos tóxicos, entre otros, más contaminación microbiológica” (DOF: 06/07/2011). Esto significa que al río se vierten diariamente aguas residuales sin tratamiento alguno, que contienen cloroformo, cloruro de metileno y tolueno, metales pesados, sólidos suspendidos, coliformes (excremento) y muchas otras sustancias y compuestos tóxicos que se han traducido en la desaparición de la vida acuática y que al mismo tiempo han provocado presumiblemente muchísimos casos de cáncer, anemia, púrpura trombocitopenica, leucopenia, malformaciones congénitas, enfermedades renales, deficiencia en el desarrollo del tubo neural, afectación de la medula ósea, infecciones gastrointestinales y otras enfermedades que azotan a la población local.

Diversas instituciones académicas de alto prestigio, como el Instituto de Ingeniería y el Departamento de Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como el Laboratorio de Análisis y Tratamiento de Agua Residual de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco (UAM-A), han documentado por años las afectaciones a la salud y al medio ambiente provocado por la falta de responsabilidad empresarial y de los gobiernos en turno.

Las investigaciones realizadas en la región han mostrado la relación que existe entre la desaparición de la flora y la fauna del río, las enfermedades y su causa fundamental, que es la gran cantidad de tóxicos vertidos por los corredores industriales Quetzalcóatl, Ixtacuixtla y San Miguel, así como el Complejo Petroquímico Independencia de Petróleos Mexicanos (Pemex), que empezó a operar en 1969 en San Martín Texmelucan.

Enfermedad, sufrimiento y muerte son condiciones cotidianas en las inmediaciones del Atoyac. La población ha denunciado también el envenenamiento del aire por los vapores y partículas tóxicas volátiles de un olor repulsivo y que se respira durante el día y la noche y que se intensifica en temporada de calor. Los productores agrícolas han denunciado a su vez que la contaminación desvaloriza también el trabajo campesino, pues al saberse que sus cultivos son regados con aguas contaminadas del Atoyac, suelen verse obligados a venderlos a precios mucho más bajos.

Es de suma importancia que las próximas autoridades municipales y estatales de Puebla y Tlaxcala emprendan acciones para frenar tantas décadas de violaciones al derecho a la vida, a la salud, a un medio ambiente sano y a la información, entre otros. Es urgente que brinden atención médica a las víctimas que se siguen enfermando por la contaminación ambiental. Que garanticen el derecho a disfrutar del río con fines recreativos, pero también para producir alimentos sanos y limpios y, por tanto, el derecho a recibir un pago justo por las cosechas. También es urgente que se garantice el derecho a un trabajo digno en las industrias, en condiciones que no vulneren la salud de los trabajadores y las trabajadoras.

La ciudadanía lleva años exigiendo justicia ambiental y el resultado hasta el momento ha sido la negligencia y la simulación institucional. Organizaciones como la Coordinadora por un Atoyac con Vida y el Centro “Fray Julián Garcés” de Derechos Humanos continuarán exigiendo que los gobiernos asuman su responsabilidad y emprendan acciones para revertir la devastación socioambiental. Pronto podremos observar si las autoridades entrantes serán aliadas de la vida o mantendrán la complicidad con la muerte.


Hacia el XIV Encuentro Nacional
de Escuelas Campesinas en Tlaxcala

Milton Gabriel Hernández García y Alejandra Elizabeth Olvera Carbajal

En diferentes latitudes de América Latina se viene fraguando desde hace varias décadas un importante movimiento de Escuelas Campesinas, inspiradas en la solidaridad, la reciprocidad, la horizontalidad, el intercambio de saberes, la lucha por la emancipación y la crítica, desde la práctica, a la verticalidad del extensionismo rural tradicional.

Las Escuelas Campesinas no precisan de una sede física o de un aula para transmitir el conocimiento, ya que éste se produce de manera colectiva y a partir de la experimentación in situ, en la parcela. La articulación nacional o latinoamericana de este tipo de procesos constituye una fuerte apuesta hacia la construcción de un movimiento que, siendo campesino, resista y siga construyendo alternativas al desgastado modo de vida consumista y depredador de la naturaleza. Las Escuelas Campesinas promueven la autosuficiencia alimentaria como apuesta política, por medio de una de sus principales herramientas, la agroecología, y con la recuperación y la construcción de una relación más armónica entre el ser humano y la madre tierra.

Desde 2003 se han realizado año con año encuentros nacionales de Escuelas Campesinas en Chapingo, Sierra Norte de Puebla, Chiapas, Montaña de Guerrero, Valles Centrales de Oaxaca, Huasteca Potosina, Morelos y otras regiones. Este año, el XIV Encuentro Nacional de Escuelas Campesinas se realizará en Tlaxcala los días 18, 19 y 20 de agosto. Las organizaciones convocantes son el Centro de Economía Social Julián Garcés (CES), el Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas (Cenami), el Colectivo Mujer y Utopía AC, el Centro Interdisciplinario de Investigación y Servicio para el Medio Rural (Ciismer) y el ejido de San Antonio Calpulalpan, donde será la sede inaugural.

Contará con varias subsedes en las que organizaciones locales compartirán experiencias de lucha y la construcción de alternativas agroecológicas. Al participar en el encuentro se podrá conocer de cerca problemáticas tan graves como la contaminación del Río Atoyac por causa de las descargas industriales que liberan sustancias tóxicas a sus aguas, transformado el paisaje y destruyendo cualquier forma de vida que en otros tiempos formaban parte de un ecosistema saludable y que permitían la reproducción de la vida campesina.

De igual manera, se podrá conocer el proceso que están impulsando organizaciones como el Centro de Economía Social en diversas comunidades de Tlaxcala, como la producción orgánica de alimentos y diversas ecotecnias para el aprovechamiento sustentable de los bienes comunes naturales: producción biointensiva de hortalizas, cisternas de ferrocemento, sistemas de tratamiento de aguas residuales en los hogares y la recuperación de la milpa desde el diálogo de saberes y la metodología de campesino a campesino, entre otras.

Los objetivos que han definido las organizaciones convocantes son: a) favorecer intercambios de experiencias por parte de las agrupaciones campesinas, frentes de lucha, centros educativos y representaciones de la sociedad civil, respecto a los cambios alcanzados hacia modelos alternativos de producción y gestión agroecológica; b) ubicar el estado actual en que se encuentran las Escuelas Campesinas, en cuanto a su consolidación y planes de trabajo, para enfrentar los desafíos que impone la política socioeconómica imperante en México, y c) analizar los aprendizajes adquiridos en las subsedes de convivencia, y proponer estrategias a mediano y largo plazos para fortalecer los objetivos educativos de las Escuelas Campesinas.

Se abordarán tres temas centrales: derechos humanos, defensa del territorio y agroecología. Participará además el obispo de Saltillo, Raúl Vera, incansable defensor de los derechos humanos, quien llevará a Tlaxcala la propuesta de la Nueva Constituyente Popular, surgida a partir de observar el fracaso del Estado, que con sus políticas neoliberales ha traído consigo sangre y despojo; esta propuesta pretende que entre todos y todas construyamos nuevas alternativas y formas de gobierno. Un día antes de este encuentro campesino se llevará a cabo un taller práctico sobre la reproducción de microorganismos para el uso en suelos y plantas.

En palabras de las organizaciones convocantes: “Ante la pérdida de la biodiversidad y el peligro de extinción de semillas nativas, se vislumbran esperanzas de vida, mediante opciones saludables en la agricultura de traspatio, reciclamiento del agua, elaboración de abonos orgánicos y el fortalecimiento de la economía mediante la práctica del cooperativismo. Es gratificante escuchar experiencias de campesinos y campesinas que, con pocos recursos, han experimentado avances agroecológicos, abriendo horizontes a la educación comunitaria, trabajando juntos”. Nos vemos en el Ejido de San Antonio Calpulalpan, para seguir tejiendo la esperanza.

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