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Desde la Fe: ¿nada más el gobierno de EPN hace agua?
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inguno de los dos actores tiene una paja en el ojo, más bien los dos tienen una viga. El semanario católico romano Desde la Fe, órgano informativo oficioso de la arquidiócesis de México, pretende tener autoridad moral para criticar el desastre progresivo que vive la administración de Enrique Peña Nieto.

Es nítido que el gobierno de Peña Nieto cada vez tiene horizontes más borrascosos. Las promesas de un nuevo PRI, que había aprendido de las derrotas en elecciones presidenciales consecutivas, resultaron en reciclamiento de antiguas formas en el ejercicio del poder. Las llamadas reformas estructurales no han sido tales, en buena medida porque quienes las encabezan siguen arrastrando el lastre de la opacidad en el desempeño de sus acciones gubernativas. Sin combatir el flagelo de la corrupción y la consecuente impunidad que revitaliza aquélla, la clase política priísta ha tenido que comprobar cómo la ciudadanía le cobró su inoperancia en las pasadas elecciones por 12 gubernaturas, de las que perdió siete.

En su número más reciente, el hebdomadario Desde la Fe pareciera, para quien no conoce su filiación con el ala más retardataria de la institución eclesiástica, ponerse a la vanguardia en la defensa de los intereses populares. En realidad su malestar con EPN es por la iniciativa de éste a que se reconozcan en todo el país los matrimonios igualitarios. Los mismos, a ojos de la cúpula clerical católica romana (y en particular del cardenal Norberto Rivera Carrera, de quien depende Desde la Fe), son un atentado contra la idiosincrasia de las familias mexicanas. No hay solamente una idiosincrasia –la que define el diccionario de la Real Academia Española como rasgos, temperamento, carácter, etcétera, distintivos y propios de un individuo o de una colectividad–, sino una amplia variedad de formas de ser y querer ser en México. Esto nada más no lo entiende la jerarquía católica, y la de otras iglesias que confunden su opción elegida con buscar generalizarla en el espacio público y quisieran imponerla al conjunto de la sociedad.

En el editorial “Reformas, un barco que hace agua”, Desde la Fe considera que 2016 es año del calvario para los mexicanos, porque todas las promesas peñanietistas no han transformado la realidad apabullante, sino que se han quedado en pura retórica populista. También señala que el cinismo no puede ser más descarado cuando los responsables de estas políticas menosprecian informes de organismos internacionales sobre la pobreza rampante, aseverando que se puede vivir holgadamente con 12 pesos diarios, es decir, poco más de 300 pesos mensuales. ¿Con este balance la arquidiócesis de México da un golpe de timón, y de ahora en adelante estará en el frente para jugársela en favor de los más empobrecidos? ¿Acaso está marcando distancias y se despojará de su histórica opción preferencial por los ricos y poderosos?

Para un observador desinformado de la trayectoria del cardenal Norberto Rivera Carrera, a cuyos intereses sirve Desde la Fe, el siguiente párrafo le parecería señal esperanzadora de una Iglesia católica que cumple su función profética: “El Presupuesto de Egresos para 2017 ya no debería amparar lujos irresponsables y salarios indecentes de burócratas que le han fallado al pueblo de México […] Ya no se pueden soportar dietas y emolumentos del Poder Legislativo y de organismos autónomos empeñados en los lujos, prebendas y canonjías”. ¿Y qué de los lujos a los cuales es muy afecto el arzobispo Rivera? ¿Alguna vez ha informado a su feligresía sobre los ingresos que recibe y cómo los gasta? ¿No es cierto que él también tiene un estilo de vida indecente y ofensivo para los católicos mexicanos? Sobre las canonjías, se hace necesario tener presente que el origen de la práctica es eclesiástico: Prebenda por la que se pertenece al cabildo de iglesia catedral o colegial, y coloquialmente describe un empleo de poco trabajo y bastante provecho, como lo define el diccionario de la RAE. En esto de las canonjías, no cabe duda, Rivera Carrera es un adalid.

El semanario hace una denuncia, que me imagino leyó en su lujosa residencia el arzobispo primado de México, al exhibir que no es justo conceder prestaciones y compensaciones multimillonarias a 11 ministros del Poder Judicial apoltronados y envueltos en carísimas togas de seda de más de medio millón de pesos, cuando lo que están haciendo es vulnerar preciadísimos valores sociales de las familias mexicanas.

La publicación convenientemente olvida que los ministros no originaron ni impusieron las prácticas por las que algunas familias mexicanas optaron, y que son contrarias a la doctrina de la Iglesia católica. Los jueces nada más sentaron jurisprudencia sobre esas prácticas. Acerca de las togas de medio millón de pesos, ni los magistrados y tampoco los llamados príncipes de la Iglesia deben vestirlas, son una afrenta a la ciudadanía.

Sí, las reformas estructurales impulsadas por Enrique Peña Nieto, como concluye Desde la Fe, están haciendo agua. Pero en el naufragio no está solo: lo acompañan quienes creen tener autoridad moral para señalar errores, desatinos y corruptelas en los otros, sin antes hacer el pequeño, pero democrático y democratizante ejercicio de remover la viga del propio ojo (Lucas 6:42).