Opinión
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México SA

Vargas pierde la memoria

Aristegui suma demandas

MVS: emular a Calderón

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oaquín Vargas, presidente del consejo de administración de Multivisión (MVS), convenientemente ha olvidado lo que él mismo denunció el 22 de agosto de 2012: nadie podría creer lo que estaba sucediendo; en toda mi experiencia profesional, jamás, nadie en el gobierno, había cometido un exceso como ése; ahora sí, les dije, nos están echando encima la fuerza del Estado.

Eran los tiempos en que el entonces inquilino de Los Pinos Felipe Calderón (por medio de sus sicarios Alejandra Sota y Javier Lozano, a la sazón vocera presidencial y secretario del Trabajo, respectivamente) no sólo intimidaba al empresario por decidir el regreso de Carmen Aristegui a los micrófonos de MVS, sino que lo chantajeaba con consecuencias fatales y la cancelación de cualquier posibilidad de aprobar su proyecto de banda ancha si la periodista no se disculpaba públicamente (con un texto redactado por la propia Sota) por divulgar la noticia del presunto alcoholismo del michoacano.

Vargas, en ese momento, denunció que Calderón y sus sicarios construyeron una historia de censura, represión y humillación en contra de MVS y Aristegui, por lo que exigió al gobierno: déjennos trabajar, y dejó en claro, por si hubiera duda, que es falsa la afirmación oficial (Calderón, Sota, Lozano) de que la política y la práctica diaria de la comunicación social de este gobierno no se mezclan ni se confunden con la política pública en materia de telecomunicaciones. Mi exposición dejará al descubierto los alcances de sus acciones y la injerencia de sus presiones en este asunto. Dejan en claro que sí mezclaron lo uno con lo otro: si te callas te doy; si no obedeces te quito.

Como le dijo Javier Lozano: si recontratas a la periodista (Carmen Aristegui), a tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este gobierno. Y Joaquín Vargas la recontrató, aunque justo es decir que también, en una primera instancia, atendió puntual y cabalmente la orden de Los Pinos de correr a la periodista.

Pero parece que el tiempo, el cambio de gobierno y las mieles que para empresarios como él significan estar y quedar bien con el poder, y las gruesas utilidades económicas que ello implica, provocaron en Joaquín Vargas pérdida total de memoria y, sobre todo, de dignidad, porque ahora hace exactamente lo mismo que reclamó y denunció en aquel encontronazo con Calderón.

Por todos es conocido que tras la difusión del devastador (para Peña Nieto) reportaje sobre la Casa Blanca MVS despidió fulminantemente a Carmen Aristegui, Irving Huerta, Daniel Lizárraga, Rafael Cabrera, Sebastián Barragán y a todo el equipo de la Unidad de Investigaciones Especiales del programa de la periodista. Así, Joaquín Vargas procedió con la misma ruindad que cuatro años antes le reclamó a Calderón y sus sicarios, y se sumó al ejercicio de echarle encima la fuerza del Estado al grupo de profesionales de la comunicación.

El citado reportaje, amén de estar perfectamente documentado, fue un torpedo que explotó en la de por sí endeble línea de flotación de Los Pinos, donde sólo atinaron a poner en marcha una campaña de desprestigio en contra de la periodista y a recurrir al mismo procedimiento de Calderón y sus sicarios, aunque esta vez Joaquín Vargas rápida y solícitamente atendió lo que a él correspondía.

Vendría el teledrama de La Gaviota (su frivolidad y afición a las revistas del corazón abrieron la puerta al reportaje de la Casa Blanca) y sus increíble salario de Televisa, el destape de la casita de Malinalco (Luis Videgaray), la de Ixtapan (del propio EPN), la grotesca puesta en escena de Virgilio Andrade (no existe conflicto de intereses, y ya le dieron una patada en el trasero) y, en resumen, el creciente desprestigio del ya desacreditado gobierno peñanietista, el cual, por cierto, no deja de otorgar jugosos contratos a Higa, propiedad de Juan Armando Hinojosa Cantú (el de la Casa Blanca y la de Malinalco).

De allí, un año y pico después, a la descarada solicitud de perdón por parte de Enrique Peña Nieto: “en noviembre de 2014 la información difundida sobre la llamada Casa Blanca causó gran indignación… No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno. En carne propia sentí la irritación de los mexicanos. La entiendo perfectamente, por eso, con toda humildad, les pido perdón. Les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé. Tenemos que vernos en el espejo, empezando por el propio Presidente de la República”.

Difícilmente el inquilino de Los Pinos y su séquito lograrán el perdón, pero en vía de mientras la furia y la fuerza del Estado en contra de Aristegui y su equipo, lejos de amainar, se agudiza, y Joaquín Vargas, ya sin memoria, se mantiene activo como parte del sicariato de Los Pinos.

Ayer la periodista denunció públicamente que “se intensificó el acoso, el hostigamiento y la persecución judicial por la investigación de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto. En las últimas semanas se han acumulado en nuestra contra varias demandas judiciales que llegan a niveles insospechados. Se pretende, por la vía judicial, mutilar el libro La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, exigiendo la eliminación de su prólogo. Se demanda a quien lo escribió y a la editorial que se atrevió a publicarlo (Penguin Random House). Por ello pregunto al presidente Peña: ¿pide perdón por la Casa Blanca, pero se sigue persiguiendo a los periodistas que la investigaron? ¿De qué perdón estamos hablando, señor Presidente?”

En cualquier otro país con verdadero estado de derecho, apuntó Aristegui, “se hubiera realizado una investigación independiente, un juicio político y muy probablemente el mandatario se hubiera visto obligado a renunciar. En México no. El Presidente sigue en funciones y los periodistas que participamos en la investigación de la Casa Blanca y alentamos el debate sobre sus graves repercusiones fuimos echados del aire de la radio mexicana”.

Carmen y su equipo trabajan en el desarrollo de un proyecto propio e independiente desde el espacio digital, pero al momento de anunciar esta intención se intensificó el acoso, el hostigamiento y la persecución judicial con la que se ha castigado nuestro trabajo. En las últimas semanas se han acumulado varias demandas cada vez más descabelladas, y entre ellas hay una que pretende mutilar un libro, nada más y nada menos que el relativo a la Casa Blanca de Peña Nieto.

Las rebanadas del pastel

¿Y quién presentó la demanda? Joaquín Vargas, quien reclama daño moral. De ese tamaño.

Twitter: @cafevega