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Penultimátum

Trump y la ciencia

C

on toda razón los integrantes de la Academia Nacional de Ciencias y los principales centros de investigación de Estados Unidos consideran que si el Partido Republicano ocupa en enero próximo la Casa Blanca en la persona de Donald Trump, habrá un gobierno nada amigable con la ciencia. Hace cinco años, Jon Huntsman, misionero mormón, gobernador de Utah y embajador de Estados Unidos en China, dijo que el partido anticiencia por excelencia era el Republicano.

No estaba errado. Rick Perry, gobernador de Texas, quien compitió con Trump por la candidatura presidencial, sostiene, por ejemplo, que la evolución es una simple teoría que tiene no pocas lagunas. Los biólogos se encargaron de refutarlo, pero Perry siguió con su necedad.

No menos sorprendente es lo que piensa sobre el cambio climático. Mientras el presidente Obama y la inmensa mayoría del mundo científico y político de Estados Unidos lo consideran resultado de las acciones humanas, Perry estima que existe un número muy significativo de científicos que han manipulado los datos para que el dinero llegue a montones a sus proyectos.

Agrega que a esos científicos solamente les interesa que les den financiamiento para sus estudios y por eso falsean los datos a fin de crear alarma sobre un posible desastre climático, que se está viniendo abajo. Y a contracorriente de lo que muestra la realidad, el gobernador texano sostiene que cada día hay más científicos que ponen en duda que el calentamiento del planeta provocado por el hombre sea la causa de que el clima esté cambiando.

No solamente es un personaje influyente en el Partido Republicano el que piensa así. Durante la campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos varias encuestas mostraron que una parte muy importante de los votantes republicanos no cree en el cambio climático. Igual sucede en cuanto a la evolución, que en algunos estados de la América Profunda es negada en los libros escolares y en las iglesias. Lo que se impone es el creacionismo.

Según una encuesta de Gallup entre la base electoral republicana, 68 por ciento de los votantes de ese partido creen que el nacimiento de la especie humana se produjo como explica la Biblia y que Dios creó al hombre hace unos 10 mil años. En contraste, una encuesta del Centro de Investigación Pew mostró que sólo 6 por ciento de los científicos estadunidenses se identifican como votantes republicanos.

El gobierno de Estados Unidos es de los que más invierten en ciencia en el mundo. En ese país tienen su sede buena parte de los centros de investigación de excelencia y suma el mayor número de premios Nobel. Por eso la política científica estadunidense repercute por doquier.

Con Trump en la Casa Blanca, además del muro en la frontera con México, habrá otro, altísimo: con la ciencia.