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Luis Muñoz Oliveira publica Árboles de largo invierno, en Almadía

Deshumanizar a las personas conduce a la humillación

Luego vienen el rencor y el dolor que desembocan en la violencia, señala

En México necesitamos empezar ya a enfrentar ese problema

 
Periódico La Jornada
Martes 26 de julio de 2016, p. 6

Para el escritor y filósofo Luis Muñoz Oliveira, la humillación no siempre es evidente para quien la padece ni para el que la causa.

Sin embargo, una vez que se percibe es posible describirla con razones y cuando éstas se exponen es difícil pensar que alguien tenga mejores argumentos para perpetuar su conducta o el estado de cosas que lastiman la dignidad.

En Árboles de largo invierno: un ensayo sobre la humillación (Almadía), su libro más reciente, el autor analiza las circunstancias actuales de pobreza, la falta de educación, marginación, hacinamiento e invisibilidad que dan como resultado una desigualdad social de proporciones apremiantes.

Pobreza, desigualdad, hambre

En entrevista con La Jornada, Luis Muñoz Oliveira señala que la humillación es resultado de la deshumanización, porque se trata al otro como si no fuera humano, y justamente México es un escenario de esto; de manera bastante dramática en casi todos los ámbitos de las organizaciones sociales pasa eso, tratamos a los seres humanos como si no lo fueran y eso conduce a la humillación; lo peor es que ésta conduce al rencor, al dolor y eso a la postre lleva la violencia.

En su libro hace un llamado de atención para que volteemos a ver la realidad social de nuestro país y nos demos cuenta de que hay demasiada humillación, más de la que se puede permitir y aceptar.

Las principales causas de ese fenómeno, según el autor, son la pobreza, la desigualdad extrema, el hambre, el analfabetismo, la corrupción y la injusticia.

“Son muchas desigualdades: la económica, pero también la de acceso a la salud, a la justicia y a la educación. Todas éstas también generan humillación y hay muchos ejemplos dramáticos.

Uno que tengo muy presente; imagínate la humillación en una mujer que da a luz en el patio de un hospital o en un jardín. No me puedo imaginar algo más humillante, porque un médico le dice que no puede ser atendida ahí, cuando hay espacio; eso me parece un ejemplo tremendo de humillación, expresa.

El escritor considera un problema grave que sin la educación adecuada, las personas tendemos a ser racistas y clasistas, a hacer distinciones basadas en la religión o en algún factor social.

“Con educación y enfrentando el problema desde el principio podemos solucionarlo; la cuestión es que si lo abandonamos entonces sucede lo que estamos diseñados para hacer: nos volvemos grupos de personas que odian a los otros y que los desprecian.

Necesitamos empezar ya a enfrentar estos problemas, porque México es una sociedad adversa. Somos muy plurales, más que otras sociedades, eso si lo aprovecháramos es sin duda una riqueza impresionante, pero también genera muchos conflictos y nos están ganando frente a las ventajas de la pluralidad y la diversidad.

Señala que la violencia en el país se debe a que “hemos normalizado el dolor ajeno, tanto así que ya no nos duele; entonces, tenemos que empezar a atacarlo porque si no, simplemente seguirá y no vamos a mover un dedo para que esto deje de suceder.

Lo más interesante es que se puede, ni siquiera es algo utópico. Basta con crear programas para educar a las personas y entiendan que los otros también comprenden igual que ellos; generar empatía. Ahora que se discuten tanto los planes de reforma educativa, tendríamos que reformar la educación para que las personas sean más incluyentes y entiendan la diversidad. Debemos entendernos a partir de la diferencia, si no vamos a terminar humillándonos.

La dignidad es otro tema que aborda en su ensayo. Al respecto, señala: “Cuando no nos damos cuenta de que el otro también es un ser humano, pues lo tratamos sin dignidad; entonces hay que hacer notar a las personas que los demás también tienen la misma dignidad de nosotros.

La dignidad se expresa en los derechos humanos de todos. Es una cuestión de principios: te trato como ser humano y tú me tratas igual, de lo contrario siempre habrá humillación.

Como los árboles que pierden sus hojas en el invierno, luego florecen y dan frutos, dice el autor, de nosotros depende florecer como nación, cambiar ese invierno.