Cultura
Ver día anteriorSábado 30 de julio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Participó en la mesa redonda para conmemorar al pintor a 120 años de su nacimiento

Alejandra Ortiz Castañares enriquece los estudios sobre Manuel Rodríguez Lozano

La historiadora de arte escribió su tesis doctoral sobre ese creador incomprendido e ignorado por la crítica

Destacan ponentes la proclividad hacia el dolor, una de las constantes en su obra

Foto
Magdalena Zavala, Arturo López, Paulina Bravo y Ariadna Patiño, en la sala Manuel M. Ponce, donde se efectuó el acto en memoria del artista Manuel Rodríguez LozanoFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de julio de 2016, p. 5

La historiadora de arte Alejandra Ortiz Castañares, quien escribió su tesis doctoral sobre Manuel Rodríguez Lozano, rectificó la fecha de nacimiento de ese artista incomprendido y olvidado por la crítica, que ubica entre 1890 y 1891, no en 1896.

Esa precisión cronológica se hizo en el acto para conmemorar al pintor a 120 años de su natalicio, luego de ser leída la ponencia de la investigadora.

Por encontrarse en Italia, donde vive desde hace más de 20 años, la colaboradora de La Jornada no pudo acudir a la mesa redonda efectuada el pasado jueves en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, aunque su texto fue leído por Ariadna Patiño.

A modo de introducción, Ortiz Castañares se enfocó en las discrepancias respecto de la fecha de nacimiento del pintor, así como a su exilio en San Sebastián, España.

Si la fecha de nacimiento de Rodríguez Lozano se ha señalado entre 1894 y 1897 en diferentes textos, esto se debe a que sus padres no lo registraron en el momento, sino hasta 1928.

Con toda probabilidad, fue el mismo artista quien ajustara la fecha a 1894, ya que ésta no coincide con varios documentos, como su inscripción en el Colegio Militar, su acta de divorcio con Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Ollin, o su acta de defunción, de 1971, pues indica que falleció a los 80 años.

En esos tres documentos la fecha se ubica entre 1890 y 1891. Él se quitaba la edad tal vez por el inicio tardío de su carrera artística.

Siempre se ha hablado de un exilio forzado de Rodríguez Lozano durante el gobierno de Victoriano Huerta. Aunque se casó con Carmen Mondragón en 1913, no sale del país en ese momento, como se ha dicho siempre, sino un año después.

Además, sabemos que entonces debió haber viajado por primera vez a París. Sin embargo, permanecería sólo dos meses, regresando a México antes del exilio definitivo en agosto de 1914.

Exilio en San Sebastián

Respecto de una permanencia de ocho años en la Ciudad Luz, es cierto que viajó allí, pero como una experiencia formativa, no en ese momento, sino hasta 1925 en compañía de Julio Castellanos, y sólo por tres meses. Su exilio lo vivió en San Sebastián, donde seguramente descubrió su vocación artística, documentó la investigadora.

La crítica especializada, desde Justino Fernández hasta Teresa del Conde, siempre lamentó la falta de un estudio científico dedicado al artista, sólo a través del cual podrá entenderse la dimensión de su trabajo y sus aportaciones al arte y la cultura mexicana. Para Ortiz Castañares es lamentable que la monografía de Bertha Taracena, publicada en 1971, siempre se haya tomado como fuente, sin ser cuestionada.

En la mesa redonda, moderada por Magdalena Zavala, coordinadora nacional de Artes Visuales del Instituto Nacional de Bellas Artes, Arturo López Rodríguez habló de la proclividad de Rodríguez Lozano hacia el dolor que justo detona uno de los temas permanentes en su obra expresado en La Piedad.

La también historiadora de arte Paulina Bravo se refirió a la presencia de la arquitectura y el paisaje en la producción de Rodríguez Lozano, que consideró recursos fundamentales para transportarnos a escenas inquietantes, plagadas de dolor, melancolía y desasosiego.

Presente en la sala, José Agustín Ortiz Pinchetti, padre de Alejandra Ortiz Castañares, quiso saber “qué elementos personales arrastraron a Rodríguez Lozano hacia la obsesión por el tema de La Piedad y el hijo muerto”. López Rodríguez recordó los suicidios de su ayudante, el pintor Abraham Ángel, en 1924, y de Antonieta Rivas Mercado en 1931; también su encarcelamiento injusto en 1941.

El acto en memoria de Manuel Rodríguez Lozano se inscribe en la exposición Los Contemporá-neos, montada en el máximo recinto cultural del país.