Deportes
Ver día anteriorDomingo 31 de julio de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Conserva su sonrisa pícara y el estilo jocoso que sacaba de quicio a árbitros y periodistas

Lúcido y ánimado, Nacho Trelles cumple hoy 100 años

Ha sido el técnico más ganador del balompié mexicano, con siete títulos

Pelé, el futbolista más completo que he visto

Le sorprende la agresividad con la que se juega en la actualidad

Foto
Estos 100 años han sido muy felices y quiero seguir cumpliendo más, dijo el ex técnico y jugadorFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 31 de julio de 2016, p. a13

Ignacio Trelles Campos cumple hoy un siglo de vida. Si no fuera por las molestias que sufre en la rodilla derecha, dijo que seguiría jugando futbol en el Bosque de Chapultepec, como cuando era niño.

Al técnico más ganador del balompié mexicano (siete títulos) no le pesan los 100 años que lleva a cuestas. Aunque se apoya de una andadera para caminar, conserva su sonrisa pícara y el estilo jocoso que sacó de quicio a más de uno, sobre todo a los árbitros y periodistas de su época.

En la comodidad de la sala de su casa, ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec, rodeado de retratos de su esposa Consuelo, quien murió en 2015, y de algunos adornos que evocan a su deporte favorito, Nacho Trelles se declara pleno y contento de llegar a su centenario.

En términos generales, estos 100 años han sido muy felices. A veces dejaban de serlo cuando se presentaban las lesiones como jugador, pero uno sigue aquí, de mirón del futbol, expresó un Trelles lúcido, animado y con voz todavía fuerte y clara.

Afirmó que le gustaría seguir cumpliendo años. Con excepción de la lesión de su rodilla, que lo aqueja desde 1947 y que truncó su carrera de futbolista, goza de buen estado de salud.

Afortunadamente me ha ido bien, de jugador primero y luego de entrenador. Aunque no tan perfectamente como quisiera, pero no he tenido problemas serios de salud ni sucesos malos, comentó en entrevista con La Jornada.

Y sigue trabajando

El icono celeste presume que a su edad sigue laborando, precisamente en el club de sus amores: Trabajo en Cruz Azul como supervisor de entrenadores de fuerzas básicas. Asesoro a los juveniles, los asesoro, platico con ellos. Es algo que me gusta y ¡además me pagan!

Trelles Campos nació el 31 de julio de 1916 en Guadalajara, Jalisco, apenas dos años después del inicio de la Primera Guerra Mundial. Eran tiempos difíciles, en los que el país seguía en busca de una nueva identidad tras el estallido de la Revolución Mexicana, en 1910.

Los múltiples sucesos ocurridos tras el derrocamiento del presidente Porfirio Díaz llevaron a su familia a emigrar a la Ciudad de México en 1926, donde a los 10 años conoció el futbol.

Era una mañana dominical cuando desde una de las ventanillas del tren que lo trasladó a la capital observó asombrado que estaban jugando una pelota con los pies, algo que nunca había visto en su tierra natal.

Conforme pasó el tiempo, el pequeño Nacho, quien desde entonces contaba con una gran habilidad para cualquier actividad física, se fue familiarizando con el deporte recién descubierto.

El timonel de la selección nacional en tres mundiales (Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966), quien desde que llegó a la ciudad se asentó en la colonia donde actualmente vive, relató que uno de sus pasatiempos favoritos en su niñez y adolescencia era precisamente jugar futbol en Chapultepec.

Iba con mis amigos del barrio y también jugábamos frontenis, basquetbol y hasta softbol, paseábamos a los caballos de los jinetes, hacíamos de todo, platicó antes de esbozar una gran sonrisa al recordar su infancia.

–Si practicaba tantos deportes... ¿por qué eligió el futbol?

–Era lo que más se jugaba en mi colonia. Además era bueno con la pelota y era el deporte que más me gustaba.

Han pasado más de 80 años de aquellos primeros contactos con el balón, en los que Nacho Trelles prácticamente ha visto de todo, dentro y fuera de las canchas.

Fue protagonista del inicio del balompié profesional en México, cuando se jugaba con balones de cuero de vaca, y ahora está a punto de ser testigo del uso del video durante los partidos para definir jugadas polémicas.

No obstante, lo que más le ha asombrado es la agresividad con la que ahora se practica el balompié.

En mis tiempos se jugaba sin violencia. Actualmente los futbolistas están pegados uno con el otro, dándose patadas, codazos, jalándose la playera, se abrazan... es increíble que ahora hagan eso, rompen con la magia del juego, dijo en tono molesto el técnico que logró el primer punto (Suecia 1958) y la primera victoria (Chile 1962) para México en la historia de los mundiales.

Antes no había esas cosas, se jugaba bonito, podía desarrollarse la técnica porque el contrario no te tocaba; ¡ahora lo agarran a uno de donde sea!, agregó.

Otra de las cosas que más lo sorprenden son los fichajes millonarios: “Ni remotamente me imaginé que algún día sucedería eso. Antes se les pagaba bien a los jugadores profesionales, pero no llegaba a tanto.

Es más, al principio ni sueldo teníamos, pero si ganábamos partidos nos premiaban con algo de dinero. Cuando el futbol se volvió profesional ya no tenían caso las recompensas, pues ya contábamos con un salario mensual, ¡pero no eran las millonadas de ahora!

–Don Nacho... En estos 100 años ha visto a miles de jugadores... ¿Quién ha sido su ídolo?

–Pelé –responde sin reparo.

Hizo una pausa y comenzó a hablar del brasileño: Era un jugador completo, con todo y que no era muy alto. Una vez viajé con él en un avión y platicamos mucho, pero lamentablemente no me acuerdo de lo que hablamos...

–¿Qué tal Maradona? También es catalogado uno de los mejores del mundo...

–No hay punto de comparación. No me explico por qué llegó a ser tan famoso ni por qué lo consideran así. Puedo demostrar que no era tan bueno como Pelé.

Fui jugador y luego entrenador, así que puedo juzgar y para mí el brasileño ha sido el mejor que he visto en mi vida. Ha habido jugadores buenos, pero nadie como él.

Trelles habla con la misma pasión con la que años atrás dirigió al extinto Marte, Zacatepec, América, Toluca, Puebla, Cruz Azul, Atlante y Leones Negros.

–¿Qué opinión le merece Cristiano Ronaldo?

–Pienso que en este momento es el mejor, por encima de (Lionel) Messi. El argentino no es buen cabeceador y sólo juega con una pierna; en cambio el portugués posee todo: es alto, fuerte, completo, usa ambas piernas y remata bien. Es un poco parecido a Pelé pero con un poco menos de calidad.

Ronaldo no tiene el mismo carácter que el brasileño, además su forma de ser es diferente. Pelé es más agradable y el otro es un tanto agrandado, prepotente y alzado. Si yo fuera su entrenador, él no tendría esa presunción, le daría unas buenas lecciones.

–¿Qué etapa le gustó más, la de técnico o la de futbolista?

–Son diferentes, me agradaron las dos. Como jugador uno se vuelve presumido y se la pasa ¡eh, eh, eh! (dice mientras hace movimientos como de baile y ríe), pero como entrenador tienes que aparentar más seriedad porque si no, no te respetan.

–¿En cuál de ellas tuvo más satisfacciones?

Reflexiona unos segundos y responde: En cantidad no recuerdo, pero en calidad creo que en las dos. Era más tranquilo ser jugador porque sólo te preocupaba el día del partido, y como técnico era más estresante porque toda la semana estabas angustiado por el equipo. En el futbol no se descansa.

Luego afirmó que no tiene ninguna espina clavada por no haber logrado ningún título como jugador.

–¿Cómo era la relación con los reporteros de su época?

Antes de responder hizo un gesto de malestar y luego señaló: Cuando me veía obligado a hablar con la prensa lo hacía, nunca faltó el periodista que quería mostrarse superior, pero ninguno pudo conmigo.

De pronto recordó una anécdota: “Por ejemplo, una vez estábamos con la selección jugando no sé contra quien, nos había ido bien y ya era el último partido. En ese tiempo los periodistas se sentaban en una banca, cerca de los jugadores, ¡eso era pésimo! ¡querían saberlo todo!

“Yo sólo escuchaba lo que decían, había varios de los veteranos, entonces se me ocurrió un cambio… al portero suplente lo puse de delantero… era (Javier) el Gato Vargas. Íbamos empatados a uno, lo llamé y lo puse a calentar, era buen jugador y podía desempeñarse en las dos posiciones.

“En cuanto dije eso, escuché los murmullos de los reporteros… y cuando vieron entrar al arquero como atacante uno gritó: ¡Trelles se volvió loco!, así dijo… (risas) ¡Trelles se volvió loco!.. entonces se reanudó el juego y ese muchacho metió el gol con el que ganamos 2-1… volteé a ver al periodista y se hizo el disimulado, ¡no sabía dónde meterse!”, enseguida don Nacho soltó una carcajada como si acabara de hacer una travesura.

Ya sereno, indicó: “En los periodistas hay de todo, buenos y malos, unos que trabajan con la verdad y otros no, así es… como en el futbol, hay de todo”.

–¿Le gusta Juan Carlos Osorio como técnico de la selección nacional?

Responde con una rotunda negativa: No. Pienso que México no necesita de entrenadores extranjeros, se pueden conseguir técnicos bien formados aquí. Lástima que muchos de los buenos ya desaparecimos por la edad, pero habríamos podido competir con cualquiera otro del mundo.

–¿Qué le pareció la goleada 7-0 de Chile sobre el Tri en la Copa América Centenario?

–Creo que no se ha actuado con la realidad que tiene el futbol mexicano en su selección. No hay el tipo de jugadores, ni de entrenadores, público y periodistas que ayuden a que se pueda jugar mejor. Las golizas finalmente son accidentes del balompié.

Enseguida recordó cuando bajo su mando Inglaterra le asestó un 8-0 al Tri en un partido amistoso.

“Habíamos recorrido Europa, nos fue bien en los demás partidos, pero en el último los ingleses nos golearon. Al año siguiente, en el Mundial del 66, nos volvieron a vencer, pero 2-0 y les costó trabajo.

Todos pensaron que la tunda se repetiría, pero no. Luego, con el mismo equipo fuimos a jugar a Centroamérica contra Curazao ¡y le ganamos 7-0!, siempre lo he dicho... el futbol no tiene palabra de honor y las golizas sólo son accidentes, relata antes de partir su pastel de chocolate que se saborea como si fuera un niño.