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México SA

México importa comida

Estómago dependiente

Adolfo en Nuevo León

E

l México mágico que el gobierno federal presume como potencia agroexportadora, en los hechos exhibe la nada envidiable medalla de mayor importador neto de alimentos en toda América Latina y el Caribe, realidad que no sólo quebranta su soberanía alimentaria, sino que día a día acrecienta su dependencia con el país que le vende el grueso (73 por ciento del total) de ese tipo de productos básicos: Estados Unidos.

Meses atrás, en gira de trabajo por Durango, el inquilino de Los Pinos celebraba que el sector agroalimentario mexicano (en el que participan las principales trasnacionales) se ha convertido en la segunda fuente de divisas en el país, sólo superado por las manufacturas, y está por encima de las remesas que se reciben, la venta de petróleo y los ingresos por turismo, y aseguró que “por primera vez en dos décadas, el sector primario nacional presenta un superávit, y en enero de este año se registraron exportaciones por más de 2 mil millones de dólares… Hoy somos un país superavitario”.

Bien, pero a la hora de hacer cuentas el susodicho exhibe uno de los graves cuan constantes defectos gubernamentales: sólo suma, nunca resta, y en efecto desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido creciente el déficit de la balanza agroalimenticia y agroindustrial, con el agravante de que México exporta hortalizas, frutas, bebidas y vinagre (56 por ciento del total), pero importa cereales, leche, carne y semillas (58 por ciento del total). Y la dieta de los mexicanos puede soportar la ausencia de hortalizas, pero no la de maíz y frijol, por ejemplo.

El registro oficial presume que en 2015 el sector agroalimentario del país reportó un superávit cercano a mil 500 millones de dólares, lo que constituye una buena noticia, pero es un monto que representa alrededor de la mitad de lo que México gasta en importar maíz. Y en este sentido, como se ha comentado en este espacio, a partir de la entrada en vigor del TLCAN, nuestro país ha importado cerca de 100 millones de toneladas de ese grano básico para la dieta nacional, y contando. Para dar una idea, entre enero y mayo del presente año las importaciones de maíz aumentaron –en términos de valor– a una tasa anual de 27 por ciento.

Un dato que ilustra el alcance y solidez de la afirmación presidencial es el siguiente: el inquilino de Los Pinos presume que a lo largo de su estancia en la residencia oficial, el país registra exportaciones agroalimentarias por alrededor de 76 mil millones de dólares, pero deja a un lado que en igual lapso las importaciones de alimentos básicos sobrepasan 86 mil millones de billetes verdes, y el grueso de ellas provienen de Estados Unidos. Doblemente dependiente, pues: de los alimentos en sí y de quien se los vende.

En fin, tres instituciones (dos regionales, una internacional) divulgaron recientemente un estudio conjunto (Seguridad alimentaria, nutrición y erradicación del hambre, Celac 2025, elementos para el debate y la cooperación regionales) en el que subrayan que México es el principal importador de alimentos de toda América Latina y el Caribe, y su grado de dependencia en esta materia con Estados Unidos es similar al que porcentualmente reporta Bahamas (primer país en la lista, con 83 por ciento del total de alimentos importados).

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) elaboraron y divulgaron el citado estudio (“como contribución a la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), ejercida por la República Dominicana), en el que subrayan que, salvo México, la región es exportadora neta de alimentos y un proveedor relevante en los mercados globales; tiene alimentos suficientes para cubrir las necesidades energéticas de su población, entre los que destacan los cereales como fuente principal para el consumo humano, pero no ha logrado adecuadamente el acceso ni el uso de los mismos.

Los tres organismos citados subrayan que la reducción de la pobreza y el hambre ha incidido positivamente en el ámbito nutricional, con una mejora significativa de los indicadores de desnutrición infantil. Sin embargo, la propia Cepal ha informado que México es el único país regional en el que la pobreza se ha incrementado. De cualquier suerte, si bien en América Latina y el Caribe ha disminuido la malnutrición por déficit, a la par han aumentado el sobrepeso y la obesidad. Esto se debe al exceso de consumo de calorías, el estilo de vida sedentaria y los cambios en los patrones de consumo hacia dietas de menor calidad nutricional.

El alza de los precios de los alimentos tiene un efecto directo en la seguridad alimentaria y nutricional, destacan las tres instituciones, pues reduce el poder adquisitivo y la cantidad y calidad de los alimentos adquiridos por los hogares. Afecta directamente y, en mayor medida, a los hogares más pobres porque gastan la mayor parte de sus ingresos en la adquisición de alimentos. Las familias en mejor situación socioeconómica pueden reducir sus gastos en otros ámbitos para mantener estable su dieta alimentaria.

Dicho sea de paso, en el caso mexicano el problema se agrava, pues el poder adquisitivo de la mayoría de la población permanece en niveles similares a los observados en 1992, de acuerdo con los informes del Coneval, la misma institución que documenta el avance de la pobreza en el país.

En 2014 –detallan la Cepal, la FAO y la Aladi– los países de la región fueron el origen de 40 por ciento de las importaciones de alimentos de América Latina y el Caribe; el segundo origen, con una proporción muy cercana, fue Estados Unidos (39 por ciento).

Por el lado de las exportaciones de alimentos, Argentina y Brasil son los campeones, pues concentran 36 y 17 por ciento del total regional, respectivamente. En cambio, México importa alrededor de 50 por ciento de lo que se come y su estómago depende del vecino del norte. De ese tamaño es la potencia que se presume.

Las rebanadas del pastel

A los oscurantistas dirigentes de las organizaciones de padres de familia y a los diputados del PAN de Nuevo León que se oponen a que la educación sexual forme parte de los libros de texto gratuitos y amenazan con arrancar las páginas, sólo les falta el bigotito de Adolfo Hitler, porque la actitud de tiempo atrás la tienen.

Twitter: @cafevega