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La SEP olvida que tiene alumnos de carne y hueso

‘‘El traje a la medida sólo cuenta con un empaque atractivo’’

El académico compara el nuevo modelo educativo con la novela de Robert Louis Stevenson Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, la cual aborda el trastorno siquiátrico que hace que una misma persona tenga dos o más identidades o personalidades con características opuestas entre sí

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‘‘El país perderá otra oportunidad de empezar a salir de este panorama de catástrofe de logros de aprendizaje. Desearía que las autoridades recapacitaran y consideren la realidad de las escuelas’’: Fuentes MolinarFoto Roberto García Ortiz / Archivo
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de agosto de 2016, p. 7

Para el ex subsecretario de Educación Básica Olac Fuentes Molinar, uno de los expertos en el tema de más prestigio en el país, no hay que hurgar demasiado: el nuevo modelo educativo impulsado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) es Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.

El primero –Dr. Jeckyll– presenta un discurso pedagógico ‘‘que colecciona posiciones progresistas y renovadoras’’, pero en la Propuesta curricular para la educación obligatoria 2016, ‘‘Mr. Hyde regresa y hace lo mismo que se ha hecho siempre: un enfoque tradicional y contenidos muy complejos. Lo mismo, en suma, que nos mantiene en el bajo nivel de resultados de logro (académico) por lo menos desde que empezó a hacerse una evaluación comparable en el 2000’’, asegura.

–¿Se debe y puede hablar de un nuevo modelo educativo?

–El gran problema entre el modelo educativo 2016 y la propuesta es que entre sí son absolutamente incompatibles. El primero enuncia los rasgos y principios de una nueva escuela: colaborativa, centrada en el alumno, con maestros creativos y motivados que promueven sólo aprendizajes fundamentales, una gestión racional y no burocrática y recursos modernos y suficientes. Si esto fuera posible en las condiciones existentes, la verdad suena muy bien.

Formatos de letra chiquita

‘‘Pero el segundo documento, la propuesta curricular, enuncia de manera prolija y en formatos de letra chiquita, una nueva versión del enciclopedismo con largas referencias de conocimientos, competencias y actitudes que los alumnos deben adquirir y realizar.

‘‘El criterio de selección de temas no es el interés de los alumnos ni sus necesidades realmente básicas para mejorar su vida y entender ciertas cosas esenciales de la naturaleza y la sociedad, ni estimular su curiosidad y capacidad de aprender.

‘‘Los temas están seleccionados a partir de las exigencias implacables de las disciplinas; al parecer, cada grupo de especialistas consideró que la suya era la única importante y eso llevó tanto al exceso en la cantidad de temas, como a la complejidad inmanejable de muchas de ellas.’’

–¿Así se advierte en las 400 páginas de la propuesta?

–La desmesura de las pretensiones de currículo culmina en la secundaria, el más retador y disfuncional de nuestros niveles escolares.

‘‘Al terminar el ciclo, y cito textualmente, ‘los alumnos deberían ser capaces de crear poemas, canciones, comentarios y reflexiones; usar las nociones trigonométricas de seno, coseno y tangente; analizar la relación entre fenotipo, genotipo, cromosoma, gen y ADN; analizar la evolución del universo; argumentar las reacciones del óxido-reducción y transferencia de electrones; explicar causas y consecuencias de las reformas borbónicas; argumentar las causas de la guerra entre Irán e Irak, y debatir sobre las características de la Perestroika’.

‘‘También, ‘analizar la producción agrícola, ganadera, forestal y pesquera del mundo; hacer composiciones sencillas usando la notación musical convencional, y reconocer las obras centrales que influyeron en la realidad de su tiempo; leer literatura fantástica y de suspenso, y poemas en inglés’.’’

Antes de proseguir, Fuentes Molinar refiere los resultados de las pruebas Pisa, donde éstos son de un nivel menos que elemental: alrededor de la mitad de los alumnos de educación básica es matemáticamente analfabeta; y en lectura, 40 por ciento no tiene más que comprensión literal elemental, esto es, lo que está expreso. Pero además, subraya, el otro problema está en la desigualdad. Los pobres salen mucho más mal que los menos pobres.

Añade: ‘‘Entonces tú dices: ‘asumamos eso; ahí están las evaluaciones. Hay que asegurar que lean comprensivamente, que tengan la oportunidad de pensar, de considerar, de enmendar’. Pero no es así. La autoridad educativa elaboró de nuevo un currículo convencional’’.

Desde su perspectiva, en la propuesta se mantiene la estructura tradicional de la disciplina tal y como se ha enseñado (siempre) en la escuela, ‘‘y no hay la oportunidad de, por ejemplo en ciencias, que los estudiantes observen, registren lo que observaron, platiquen qué vieron, formulen. Para los autores, la ciencia está hecha’’.

Y recurre a otra metáfora: ‘‘Me imagino a la SEP remendando un traje de talla extra grande, sofocante, mal cortado y anticuado, y presentándolo en un empaque audaz y atractivo. El problema es que el secretario Aurelio Nuño quiere nuestra opinión sobre el empaque, no sobre el traje’’.

–¿Quiere decir que la propuesta es ya la elaboración oficial hacia 2018?

–Es lo que se ha planteado. Los plazos de las consultas son cortísimos, y tendrían que empezar a preparar ya por lo menos la primera camada de libros de texto para ese año. Ese es un problema porque realmente no se ha dado la oportunidad de un debate amplio, a fondo, que lleve a corregir.

–Se habla de un sobrediagnóstico en el tema de la enseñanza y que la consulta es sobre planteamientos, soluciones pedagógicas…

–El tema está sobreanalizado y subatendido. Es como si el médico te manda a hacer análisis, te los haces y ya no regresas con él. Eso es lo que hemos hecho con Pisa y lo que se hace ahora con las otras pruebas de evaluación: como si no existieran. Han elaborado la propuesta programática olvidándose que tienen alumnos de carne y hueso.

–¿Pensar en un nuevo modelo educativo resulta entonces una ambición?

–Creo que fue no entender qué es un modelo y cómo se cambia. Los modelos no los inventan las personas. Se trata de un modelo escolar que se vino gestando desde el siglo XIX. Había un modelo cultural que consiste en lo que sigue consistiendo ahora: ‘Esta es la información que tienes que saber. Yo la voy a decir y ustedes la estudian donde yo les diga. Luego ustedes me la van a repetir. Yo juzgo qué consecuencia hay entre lo que deberían saber, lo que les dije que aprendieran, y les pongo una calificación’.

‘‘Así siguió. Hubo intentos de innovación en sectores importantes, sobre todo en los años 20, 30 (del siglo pasado) con Rafael Ramírez, el más grande de los veracruzanos. Esto se reproduce, trasmite. Cuando piensas en un modelo se trata de gestar una cosa distinta que va a navegar contra la corriente durante mucho tiempo y esperas…’’

–¿No se inaugura un modelo?

–Si nuestros padres entraran hoy a una escuela –en la que no hubiera tanto celular y tanto pelo anaranjado– por lo demás se sentirían bastante familiarizados. No han cambiado demasiado. El único problema es que no se asume ni el significado ni la dificultad del asunto. No es construir otro edificio, no es comprar otro auto. Es cambiar construcciones muy arraigadas en la gente.

–¿ Y cómo se empieza a cambiar? –se le insiste.

–Con una propuesta alterna de cambio gradual, garantizando condiciones mínimas para aprobar. Pero esta propuesta no tiene la congruencia de cambiar la perspectiva y decir que la educación básica debe producir una cultura compartida del ciudadano que entra al mundo, de tener una idea de la realidad natural, de los procesos de la vida social... Y esa idea se tiene que construir e ir ganando adeptos.

–¿Entonces, el nuevo modelo se está forjando a partir de una política preconcebida?

–Así lo pueden tener ya listo. Pero así, el país perderá una oportunidad más de empezar a salir de este panorama de catástrofe de logros de aprendizaje. Se meterá más desorden, confusión y en manos de un régimen que está en su declinación natural.

‘‘Desearía que recapacitaran, que abran efectivamente una discusión, que consideren la realidad de las escuelas y que al final, cuando se vayan, entreguen realmente una propuesta, y nos evitemos el episodio de un régimen que dice al siguiente: ‘encárgate de ejecutar lo que a mí se me ocurrió’.’’