Sociedad y Justicia
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Los habitantes lo atribuyen a que usan agua termal para las labores domésticas

En Agua Caliente, Jalisco, niños mueren por insuficiencia renal

A la mayoría les han dicho que el padecimiento se debe a que los riñones no se desarrollaron

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Hace unos años los males renales comenzaron a proliferar entre niños y jóvenes de Agua Caliente, Jalisco. A varios se les practica diálisis a diario, como muestran los empaques colgados en la puertaFoto Arturo Campos Cedillo
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 8 de agosto de 2016, p. 39

Poncitlán, Jal.

A sus 12 años, José Eduardo no asiste a la escuela, pero sí visita el hospital. No juega y se le va el día en las cuatro diálisis que le hacen sus familiares. Tampoco corre, y vive en el encierro de un pequeño cuarto que comparte con siete personas más: sus padres y hermanos. Hace tres años enfermó de los riñones, los cuales, según los médicos, no crecieron y tienen el tamaño de los de un bebé de dos meses.

Este es uno de las decenas de casos de insuficiencia renal que hace unos años comenzaron a proliferar entre pequeños y jóvenes en la localidad de Agua Caliente. Los habitantes atribuyen este fenómeno al uso cotidiano del agua termal que proviene de venas volcánicas y que utilizan para las labores domésticas en sus moradas. Desde hace varios meses beben agua embotellada.

El agua brota en veneros que se encuentran en la ribera del lago de Chapala, donde los cerdos se bañan y hay ropa tendida que se vuela con el viento, basura y heces de animales. La fuente de agua está entre piedras, a un costado de los cultivos de chayote y de las casas que se forman a lo largo de la única calle de la localidad. Del otro lado está la montaña.

En Agua Caliente, un barrio de Poncitlán, a hora y media de Guadalajara, las viviendas apenas son diminutos cuartos. En cada uno llegan a dormir hasta ocho personas. Fuera de ellos están los hornos de leña para cocinar y las mochilas de plaguicidas que la gente utiliza para regar los cultivos de chayote. También siembran maíz y frijol. Hay quienes salen a trabajar a la cosecha de bayas, que se ha extendido en la región. Otros más se dedican a la pesca; la tilapia es su alimento principal. Muchas mujeres son trabajadoras domésticas en Guadalajara. La mayoría de los pobladores son indígenas cocas, que residen en los alrededores del lago de Chapala.

El pueblo de cerca de mil personas luce abandonado. En la calle Juárez, la única de la comunidad, hay una fuga de agua desde hace meses y el personal del municipio no la ha reparado. No hay atención de las autoridades estatales y municipales, señala Juan Díaz, presidente ciudadano del Comité de Agua de la localidad.

Dice que presuntamente el líquido está potabilizado, pero ya nadie lo bebe: Hay desconfianza. El agua sólo llega a las casas tres veces a la semana y durante cuatro horas en cada ocasión. Menciona que desde hace tiempo esperan la autorización de la Comisión Nacional del Agua para abrir un pozo de agua fría. Ya tienen el terreno para abrirlo, pero no han obtenido respuesta.

Juan muestra un análisis que la Comisión Estatal de Agua hizo al líquido de la ribera del lago de Chapala. En el caso del manantial Agua Caliente, en la prueba correspondiente a marzo de 2014 –la más reciente que le entregaron–, se observaron niveles por encima de lo recomendado en fluoruros, nitrógeno amoniacal y coliformes fecales; dentro de la norma se encontraron los metales pesados. Sin embargo, advierte, no hay monitoreo permanente al agua.

Además de la escasez del líquido y las dudas sobre su calidad, la comunidad no tiene atención médica. El centro de salud sólo abre unas horas los lunes para atender a los beneficiarios de programas sociales. Cuando los enfermos renales requieren servicio médico, acuden al hospital civil de la Universidad de Guadalajara. No hay estadísticas oficiales del padecimiento entre los habitantes de este pueblo. El director de la escuela desde hace 13 años, Eladio López, asegura que al menos 40 personas reciben hemodiálisis y diálisis, de los cuales la mitad son niños.

En 2012 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía reportó que en el país hubo 12 mil fallecimientos derivados de insuficiencia renal; Jalisco estaba en tercer lugar, con 920 casos. A escala nacional hay alrededor de 150 mil personas con falla renal, la mayoría en etapas que requieren diálisis o hemodiálisis. México es el segundo país con mayor incidencia y se estima que alrededor de 25 mil niños están afectados, de acuerdo con datos de la Fundación Mexicana del Riñón.

Aquí hablar de insuficiencia renal es algo cotidiano. Eladio López señala que al menos 200 la padecen, y estudios no oficiales en niños revelaron que unos 65 están enfermos, pero si se analizara a la población en general, se encontrarían muchos más. Ante la pregunta de dónde están los enfermos, éstos empiezan a aparecer. Es la señora que camina a la tienda. Es el hijo de la mujer que cuelga las bolsas de agua para la diálisis fuera de su casa. El mismo Juan Díaz comenta que a Antonio, uno de sus familiares, se le murió un hijo y tiene otro con trasplante.

En el andar por la lodosa calle, Juan saluda a su vecina Cecilia de Jesús, quien relata que su hija Marisol, de 20 años, murió por insuficiencia renal. Durante tres años sufrió con la enfermedad y por meses estuvo en diálisis. Laura Baltazar es originaria de este lugar, abuela de Areli Zamora, de seis años, quien está enferma. En la escuela se nota a los niños enfermos. Están amarillos, tienen su rostro hinchadito, señala López. A la mayoría les han dicho que la insuficiencia renal se debe a que los riñones no se desarrollaron.

En la salida del pueblo que lleva a la montaña, en un pequeño cuarto cerca de la escuela, viven Diana Torres y su esposo, Juan Antonio. Se dedican a la agricultura y tienen cuatro hijos. Ella tiene 24 años, y desde hace año y medio le hacen hemodiálisis en el hospital civil. Los médicos le dijeron que su riñón no creció, como le pasó a José Eduardo. Tiene insuficiencia renal avanzada. Durante la conversación mantiene los brazos alrededor del estómago porque siente mucho dolor. El marido, consternado, comenta que a uno de sus hijos, Juan Diego, de ocho años, le harán análisis para checar si también tiene problemas renales, porque ya le detectaron algo.

En años recientes se han incrementado en Agua Caliente los casos de insuficiencia renal entre niños. También hay afectados, sobre todo jóvenes, en San Pedro Itzicán y en Mezcala, todos en el municipio Poncitlán, explica Rocío Moreno, coordinadora del centro comunitario Paraje Insurgente. Señala que ninguna autoridad ha venido para analizar el líquido ni para apoyar a los enfermos. La mayoría cuenta con Seguro Popular, pero la atención de este padecimiento no está incluido en este servicio de salud.