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En la periferia se acerca a ese universo de rituales, símbolos y códigos de ocho bandas

Los roqueros urbanos no se amedrentan; han abierto los espacios más deprimentes

A lo largo y ancho del Edomex se ha desarrollado una vigorosa industria, un mercado subterráneo de tocadas en las que ese es el género predominante, afirma Jorge Pantoja, productor del documental

Se estrena este jueves en la Sala 8 de la Cineteca Nacional

 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de agosto de 2016, p. a11

Hay roqueros mexicanos que saben morir (metafóricamente) en la raya, como Bostik, Tex-Tex, Liran’roll, Luzbel, Rebel’d Punk, Follaje, Transmetal y Juan Hernández y su banda de blues, que aparecen y dialogan en el documental En la periferia, cuyo prestreno será hoy, jueves 11 de agosto, en la Sala 8 de la Cineteca Nacional, a las 19:30 horas.

Platican de su elemento etéreo y corpóreo: la industria subterránea de las tocadas en la zona conurbada. La película cuenta con un testimonio de vida: la última actuación de Lalo Tex, El Muñeco, quien enfermo de diabetes se entregó al rocanrol... y no pudo más. Tocada tras tocada su cuerpo se debilitó.

En el trabajo se escucha: ¿Sabes lo que se siente estar olvidado y, al mismo tiempo, sentirte el centro del universo? ¿Sabes lo que es vivir de lunes a viernes en el infierno, y sábado y domingo casi tocar el Paraíso?

Viven como torbellino

Se lee: “Como un torbellino viven los seguidores de las tocadas de rock en la periferia, en la zona conurbada, a unos pasos de la capital de México. Este documental, En la periferia, nos lleva al corazón mismo de una industria, de una economía subterránea que cada semana toma vida con la participación de varias docenas de agrupaciones musicales, que van desde pequeñas audiciones en terrenos baldíos y galerones hasta grandes producciones con masivos de 5 o 10 mil asistentes.

En este universo de rituales, símbolos y códigos, nos acercamos al trabajo de ocho bandas, escribe Jorge Pantoja, promotor cultural con décadas y tocadas de experiencia y prueba viviente de que tener graves problemas de visión no es óbice para trabajar.

Agrega: “A pesar de que el estado de México ha vivido durante varios años una grave situación de delincuencia y corrupción policiaca, este desalentador panorama no ha impedido que se desarrolle a lo largo y ancho de la entidad una vigorosa industria, un mercado subterráneo de tocadas en las que si bien se da el blues y el punk, el género predominante es el rock urbano.

“Los que creen que los hoyos funkies tuvieron su mejor época después del Festival de Avándaro están equivocados, ya que gran parte de los espacios son baldíos o bodegones con muy precarios servicios. Las tocadas se dan los fines de semana, principalmente el domingo, y van de Ecatepunk a Tlanecanta; de Panteontitlán a Nezayork; de Tex-coco a Charco; de Nacoalpan a Ciudad Pavor. Las bandas van en caravana de una a otra tocada. De acuerdo con sus testimonios hay fines de semana que realizan hasta 30 presentaciones. Los grupos dicen que son el género de rock que más tocadas tiene”. En el documental, Toño Lira comenta: Vamos del cielo al suelo.

Dan audiciones ante público escaso y audios pésimos, hasta las grandes producciones en instalaciones adecuadas ante gentíos de miles. Todo es narrado en 90 minutos.

Los creadores de Rupestre, el documental, que después de dos años se sigue exhibiendo, Jorge Pantoja, productor, y Alberto Zúñiga, director, presentan En la periferia con la voz en off de la comunicadora Verónica Maza Bustamante.

El hoyo funky sigue existiendo

Pantoja: “Los fines de semana andan en chinga, de un lado a otro. Yo aseguro que el hoyo funky sigue existiendo. Tocan con equipo de sonideros, con bocinas voladas, o con el audio de los cines. El hoyo funky existe en zonas cada vez más alejadas. Trabajan mucho y a veces no les pagan porque les dicen que ‘no salió’, que ‘para la próxima’. Los músicos nos comentaron que hay cientos de grupos en la zona de la periferia. Algunos grabaron en Discos Denver, pero ahora tienen sus propios sellos. Ganan de manera muy irregular y a unos les va bien. Son gente de lucha, tras 30 años de andar tocando, desde chavos. No se amedrentan. Siguen produciendo y sacando discos. Había que hacerles un documental y se los hicimos. Le cantan al barrio y sus personajes en un lenguaje muy directo. Los conocen en San Juan del Río, Querétaro, y en Guanajuato, donde acabamos de ir, y otros estados. Algunos son internacionales y trascienden en varios países.

Enfatizamos en la periferia porque es donde más tocan. Abrieron espacios que eran totalmente deprimentes. Habrá músicos que al ver ciertos sitios se resisten o se niegan a tocar ahí, pero estos roqueros no. Son de lucha. Algunos han llenado el Auditorio Nacional y el Metropólitan.

El documental es resultado del gusto por el rock y de una experiencia de 30 años de Jorge Pantoja.