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Economía Moral

Acta Sociológica presentará múltiples visiones de la pobreza en México/ IX

M. Calderón, en busca de sustento teórico para definir umbrales de pobreza

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Fuente: Reproducido de Miguel Calderón, Normas sociales y umbrales de pobreza, por publicarse en Acta Sociológica
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os artículos de Miguel Calderón (MC) y Paloma Villagómez en el número temático sobre pobreza en México de Acta Sociológica (UNAM-FCPS) que circulará próximamente, comparten su interés central en las percepciones de la población sobre los satisfactores necesarios para todos los hogares. Hoy abordo el artículo de MC, quien sostiene que no existe consenso entre quienes estudian la pobreza sobre la existencia objetiva de las normas mínimas o umbrales, ni siquiera sobre cuáles necesidades humanas deben considerarse en su estudio. La hipótesis inicial de su artículo, en agudo contraste, es la existencia de un amplio consenso social sobre los umbrales (normas) de satisfacción de las necesidades humanas. Propone una metodología para identificar dichas normas, a partir de las percibidas por la población, las prácticas de consumo, las normas legales y las científico-técnicas. Centra su interés en el sustento teórico de dichas normas:

“Las teorías de la estructuración de Pierre Bourdieu y de Anthony Giddens (AG) parten de una preocupación común: reivindicar el papel del individuo frente a las estructuras sociales. Estos autores cuestionan las visiones del papel pasivo del individuo frente al determinismo económico, para entender las posibilidades y obstáculos del papel transformador de los seres humanos. AG desarrolla la teoría de la estructuración a partir de la dualidad de la estructura y la agencia (agency). Su teoría sostiene que la conducta de los actores está delimitada por normas sociales, que a su vez son transformadas por ellos. [Su concepción] de agencia parte del rechazo al planteamiento parsoniano de “interiorización de las estructuras”. Para AG los actores son capaces de incidir en el mundo social en el que viven, pero lo hacen a partir de las relaciones sociales existentes y de forma diferenciada dependiendo de la posición social que ocupan, que implica niveles de poder distintos.”

Aquí Giddens busca entender la sociedad en su conjunto y, por tanto, en mi opinión, está a un nivel de abstracción demasiado lejano del concepto de estilo de vida, que me parece el hilo conductor central que, como veremos conecta a Bourdieu con Townsend en la temática de estilos de vida, y es muy pertinente a la de necesidades y satisfactores que ocupa a MC. De Márkus, Calderón retoma la temática específica referida a valores de uso, lo que Márkus llama las reglas de uso de los bienes y las normas sociales de su empleo. Aunque este objeto de estudio es más acotado que el de Giddens, MC no logra integrarlo a su preocupación central. Para lograr la plena integración de los discursos teóricos de Giddens y Márkus a la temática que le interesa a MC, se requieren algunas mediaciones que habrá que encontrar en las obras de cada uno de ellos, en la de otros autores, o bien construirlas. El artículo de MC busca un salto teórico de punta a nivel mundial, y por ello mismo, encuentra muchas dificultades. El diagrama expresa sus conclusiones teórico-metodológicas. Su gran logro, me parece, es la conexión que logra establecer entre Townsend, inmerso en el tema de pobreza y estilos de vida, y Bourdieu, quien en La Distinción formula el concepto de habitus (o espacio de disposiciones sociales) y explica cómo se constituye el espacio de los estilos de vida:

“Los sociólogos…olvidan que los ‘objetos’ que ellos clasifican, producen no sólo prácticas clasificables, sino también operaciones clasificatorias que no son menos objetivas y son, también, clasificables. La división en clases que lleva a cabo la sociología, conduce a la raíz común de las prácticas clasificables… y los juicios clasificatorios que [los sujetos] hacen de las prácticas propias y de otros agentes. Es en la relación entre las dos capacidades que definen el habitus –la de producir prácticas y obras clasificables, y la de diferenciar y apreciar estas prácticas y productos (gusto)– que el mundo social representado, esto es el espacio de los estilos de vida, se constituye. …El habitus es necesariamente internalizado y convertido en una disposición que genera prácticas significativas y percepciones dadoras de significado… (1984 [1979]: 170).

En La Razón Práctica Bourdieu, citado por MC, afirma que “el espacio de las posiciones sociales es re-traducido a un espacio de la toma de posiciones, a través de la mediación del espacio de disposiciones” [entendidas como aptitudes y tendencias]. Bourdieu añade que el habitus es este principio generativo y unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posición social en un estilo de vida unitario. Se constituye, por tanto, un abanico de estilos de vida que Bourdieu ha representado gráficamente con un doble eje de capital económico y cultural y en los que ubica las posiciones sociales y las prácticas de consumo de cada clase o grupo social (en Practical Reason, p.5). A Bourdieu sólo le interesan las desiguales prácticas de consumo y estilos de vida. MC sostiene que es necesario ir más allá de él en dos sentidos. Por una parte, acercarse al pensamiento marxista, para concebir, como lo hace Marx en la Introducción a los Grundrisse y Márkus en Language and Production, el consumo como momento intrínseco de la actividad productiva y, por tanto, determinado por ella en última instancia. Para Márkus entender así el consumo significa concebirlo como la reproducción continua del individuo productivo y añade: Aplicar al consumo la caracterización dual de la producción de Marx significa analizar los productos materiales del trabajo humano como objetivaciones de las fuerzas esenciales humanas (necesidades y capacidades) y como materializaciones de las relaciones sociales. Es la producción, continúa MC, la que hace disponible el mundo de satisfactores que definen el techo de los estilos de vida, y añade el segundo sentido en que es necesario ir más allá de Bourdieu:

“Pero lo que aquí busco es qué fuerzas determinan el nivel de vida mínimo aceptable en cada sociedad; debajo del cual ningún ser humano debería situarse, que no aborda Bourdieu, quien se limita a describir la adaptación de los pobres a sus bajos ingresos. En el Capítulo 7 (Escogiendo lo necesario) de Distinción, señala que “La pobreza impone un gusto por lo indispensable, que implica una forma de adaptación a, y aceptación de, lo necesario, una resignación a lo inevitable, una disposición profundamente arraigada…”.

La respuesta que busca MC la encuentra en Peter Townsend (PT), quien vio que la muy desigual distribución social de recursos provee la base para una jerarquía de estilos de vida. En esto coinciden Bourdieu y PT, pero éste va más allá:

“La sociedad debe promover la ciudadanía e integrar a sus miembros, y no sólo observar y regular una jerarquía de estilos de vida… el estado, así como agencias mercantiles, están constantemente buscando ampliar y cambiar los modos de consumo y de conducta. Un estilo de vida social es cultivado y recomendado, en el cual se espera que tanto ricos como pobres, participen… El estudioso de la pobreza debe, por tanto, ocuparse de rastrear lo que constituye el estilo de vida social y los cambios que ocurren en él”: (Poverty in the United Kingdom, p. 922)

Pero MC añade que PT no operacionalizó este concepto clave de estilo de vida social, sino que fueron Mack y Lansley (1985) quienes lo hicieron mediante la primera encuesta de percepciones sociales sobre los satisfactores necesarios, identificando así el conjunto de satisfactores que constituye el estilo de vida social, y lo utilizaron para medir la pobreza. Tanto MC como Villagómez, en sus artículos, se apoyan en este avance, usando encuestas similares levantadas en México.

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