Editorial
Ver día anteriorLunes 15 de agosto de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Matrimonio igualitario: sigue la ofensiva clerical
E

n su edición de ayer, el órgano de la Arquidiócesis Primada de México, Desde la fe, lanzó una nueva andanada de descalificaciones en contra de la posibilidad de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y volvió a referirse en términos críticos a la iniciativa presentada en meses pasados por el presidente Enrique Peña Nieto, a la que acusa de ignorar muchos elementos del derecho familiar.

La publicación arzobispal tergiversa en esta ocasión diversos documentos de instancias mundiales de derechos humanos para descalificar el matrimonio igualitario y advierte que si la propuesta presidencial es reflejo de presiones para favorecer a grupos de poder o a organismos internacionales que acatan determinada agenda, se estaría sometiendo el derecho de México a legislar.

De esta forma el arzobispado capitalino constriñe a una iniciativa legal del Ejecutivo y a la supuesta presión de grupos de poder y organismos internacionales una vieja reivindicación que tiene origen en otro lado: en las comunidades de la diversidad sexual, que han debido realizar una larga y costosa lucha social y política para lograr el reconocimiento pleno de sus derechos y que durante siglos han enfrentado persecuciones atroces e incluso mortíferas, algunas surgidas de la propia Iglesia católica.

Ciertamente, por lo que hace a su propia institucionalidad, la jerarquía eclesiástica tiene derecho a aferrarse, dentro de sus filas, a posturas cavernarias en materia de derechos sociales, sexuales y reproductivos y a mantener un rechazo discursivo y jurídico a la homosexualidad en particular y a todas las expresiones de la sexualidad en general. Pero su injerencismo contumaz en los procesos legislativos civiles pretende pasar por alto el principio de separación entre la Iglesia y el Estado y constituye un renovado intento por someter a la sociedad a dictados de una moral religiosa, en lo que constituye una actitud fundamentalista no muy distante de aquellos gobiernos que han instaurado la sharia islámica como fuente de su legislación.

En momentos históricos anteriores las cúpulas retardatarias del catolicismo pretendieron impedir la lectura de autores de la Ilustración, se opusieron enfáticamente al divorcio civil y clamaron contra el uso de casi todos los métodos anticonceptivos. Como en esos casos, el empeño de las dirigencias católicas por frenar el avance civilizatorio que representa el matrimonio igualitario está condenado al fracaso; en lo inmediato, sin embargo, ese empecinamiento refuerza las posturas homofóbicas que recorren a la sociedad, desinforma y desorienta a sectores de su propia feligresía y fortalece la hipocresía social. En términos más generales, posturas de moralismo infundado y prejuicioso, como la que se comenta, explican en buena medida el alejamiento de millones de personas de los templos católicos y el declive de la que sigue siendo la religión mayoritaria del país.