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Nosotros ya no somos los mismos

Un camello por el ojo de la aguja: Jesús y las prédicas a los ricos

¿Las leyeron los billonarios de Forbes?

El cumple de Norberto

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Durante la celebración del cardenal Norberto Rivera por sus 50 años de ejercicio sacerdotal, o sea, de vida y entrega con la grey que le fue confiada, ¿cómo burlaron mil 200 invitados a los cadeneros de la Plaza Mariana? Entre los empresarios y políticos asistentes estuvieron Carlos Slim, Olegario Vázquez y Diego Fernández de CevallosFoto Cuartoscuro
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ocas expresiones, de las miles que le son atribuidas a Jesús, y de las más controvertidas, es la que hace mención a la dificultad, casi insalvable, de que un camello pueda pasar por el ojo de una aguja. Se cuestiona no sólo de qué clase de aguja se trata, sino también la dimensión del ojo, y aun si el camello citado no habrá sido un elefante. Paso a exponerles las diversas versiones conocidas del dicho atribuido a Jesús, y corroborar al mismo tiempo que, pese a las diferencias entre éstas, lo que se confirma es la entraña verdadera de la filosofía cristiana, a la que en su tiempo se le llegó considerar un verdadero peligro para Judea, y aun para el imperio mismo. Su plataforma electoral, sin ambages, consideró que la visa de ingreso al Reino del Señor, era más difícil de conseguir para Rico MacPato o cualquiera de quienes integraban desde entonces The World’s Billonaires List (Forbes), que una green card para un habitante de Belén, ciudad palestina de la región de Cisjordania, o para un ejidatario de Huachichila, ejido escondido al final del municipio de Viesca, Coahuila, recién designado, por cierto, pueblo mágico.”

Pero veamos los diferentes caminos que, como ya dijimos, todos nos llevarán a Roma (mucho más violen- ta aquélla que la nuestra. Aquí se registran unas cuantas agresiones de franeleros, viene viene, cadeneros, güigüis. Aquí las Catacumbas se convirtieron en un antro, y el Coliseo, en un viejo cuadrilátero de boxeo.

Pues resulta que, según lo relata un suplemento de la vida social de aquellos tiempos: Club R (o séase, Club Res Pública), en una crónica firmada por el reportero Lucas, 18: 18-30, nos relata de una comida de acercamiento, sensibilización e intercambio de opiniones entre Jesús y unos prominentes Ceos de ese tiempo. Al Maestro, la ingesta de un vinillo tierno generoso, importado de los viñedos de Parras y anticipadamente llamado Sangre de Cristo, le subió la bilirrubina, e igualito que cada uno de nosotros, al estímulo de la fruta fermentada pasó del momento en que todos los mejores amigos lo somos para siempre, al de hermanos de una vida y luego, donde todo truena, cuando cada uno jura ser padre de los demás. Allí se inició la debacle, pues Jesús, muy echado pa’delante les espetó: Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos. ¡Y que se arma la de Dios es Cristo! (¿Quién me puede negar que esta exclamación me cayó del Cielo? Y con lo del cielo, por partida doble).

Hay otra crónica, la del corresponsal Mateo (6, 19-21). Él es más específico. De entrada da nombres: José de Arimatea y Zaqueo son los entrepreneurs, que, de seguro, merced a un cabildeo eficaz, aceptaron esa platiquita y se juntaron en el Club de Industriales a conocer coincidencias. El Maestro, que se radicalizaba por momentos, se faja su túnica y dice a los comensales (que supongo eran los anfitriones, pues el Maestro no estaba acostumbrado al uso de los plásticos): No amontonéis tesoros en la tierra donde hay herrumbre, las polillas corroen y los ladrones socavan y roban. (¿Ni Santander ni HSBC se salvan?) Amontonad los tesoros en el cielo, porque donde esté tu tesoro allí estará también tu corazón. Dícese que hay otra crónica, en la que se afirma que Zaqueo, que era ligeramente más alto que el nuevo gerente de Avangrid, moría por conocer a Jesús y, poco ducho en las artes de los codazos y la infiltración entre las vallas, se subió a un árbol para verlo pasar, pero, hete aquí, que la vista láser lo descubre, lo hace bajar y a bocajarro lo compromete: ¿Qué hay, mi buen Zaqueo, no habrá un puff vacío en tu casa, no podría ser tu roommate por esta noche? A Zaqueo le costó cara la hospitalidad: Jesús lo rolló de tal manera, que decidió donar la mitad de sus bienes a los pobres y ofreció devolver, cuadruplicado, lo que a alguno hubiera defraudado, tal como las leyes romanas y judías lo estipulaban. (Lucas 19:8).

Pero basta de circunloquios (¿a poco no les gusta la palabrita? A mí me suena como una papirola, una chupaleta, un rehilete.) Lo único importante es el contenido del mensaje de Jesús: su convicción, su ánimus. No cómo, cuándo y a quién lo dijo. Para desviar la atención, al paso del tiempo se han hecho brotar infinidad de fruslerías. (Y sospecho que su turbio pero explicable origen está en Donau City (Austria), Potsdomer Platz (Alemania), La City of London (Inglaterra), La Défense (París), Wall Street (EU) y, por supuesto, en el corredor financiero Reforma Santa Fe, de nuestra Ciudad.

Maldita la gracia que les puede hacer a los Bill Gates, Anuncio Ortega, George Soros, Warren Buffet, Michael Bloomberg, Alice Walton, Liliane Bettencourt (y uno que otro mexicano cuyos nombres omito para evitarme una semana de reclamaciones de los no incluidos) que el Ser Supremo, su Dios, los bulee de esa manera, los exhiba y haga escarnio de su torpeza infinita para privilegiar y convertir la business intelligence en el motor esencial de sus mezquinas y estúpidas existencias porque, si en verdad han hecho suyas las enseñanzas de Jesús, si le creen y aceptan sus principios de vida, como así lo juran, pues qué cálculo de costo/beneficio más desafortunado han hecho (ni parecen itamitas o Chicago boys), cambiar cien años de precaria existencia rebosante de poder, lujos, placeres, por una vida eterna a la vera de Dios Padre. Por poco atractiva y glamorosa que ésta parezca (vean lo que ocasiona una mala campaña mediática), nada más piensen en lo que les describió el guía de turistas más famoso de la historia, don Dante Ali-ghieri, sobre lo que sucede allá abajo.

Pues que se defienden los Ceos y alegan que se malinterpretó a Jesús: el hoyo de la aguja que les limita su entrada al Reino de los Cielos no es el minúsculo agujerito de las agujas con las que nuestras abnegadas mujeres nos arreglan el dobladillo, el pespunte o la bastilla (¿cómo llegan a mí esas palabras después de años de no leerlas o escribirlas?). La aguja era una pequeña puerta situada al lado de las grandes rejas fortificadas que resguardaban la entrada a las ciudades y por las que, previa autorización, se introducían las grandes caravanas de los mercaderes.

El otro alegato era que había un terrible error en la traducción: se confundió la palabra camello con kámilos, que se refiere a una cuerda muy gruesa que se utilizaba para sujetar las embarcaciones en los puertos y, además, se insistió: la aguja referida no es la que actualmente conocemos. La aguja judía de aquellos tiempos era mucho más amplia y construida de madera o hueso.

Bueno, ya cuando la gente se pone así, la discusión resulta demasiado abrumadora y provocativa. Y, sin embargo, la litis es muy sencilla: ¿Es cierto, o no, el dicho, que se le atribuye a Jesús sobre las coincidencias y diferencias de vida, entre los hombres del poder económico y sus prédicas? Antes de responder, conozcamos algunos datos de dónde, cómo y con quién, el señor cardenal Norberto Rivera celebró sus 50 años de ejercicio sacerdotal, o sea, de vida y entrega con la grey que le fue confiada.

¿Cómo burlaron mil 200 invitados a los cadeneros de la Plaza Mariana?

Deudas con los lectores:

Don Gustavo Treviño: atendiendo a su indicación de revisar en el diccionario el significado de festinar, me topé con que las acepciones registradas son: apresurar la realización de una cosa y, también sorprendentemente, en términos económicos, malversar. Hay algunas otras menos usuales, por ejemplo el DRAE anota una versión americana: cortar grueso. No falta quien considere a este verbo intransitivo como fuera de uso, lo cual me lo hace más atractivo. El diario El País recoge en su diccionario online la expresión festinar con el sentido que yo le di: festejar. Pero don Gustavo, a esta edad provecta yo no me caso ni con mis ideas. No sabe cuánto agradezco no sólo la lectura, sino la molestia de reconvenir mi dicho.

Don Enrique Fuentes Castilla. Toditita la razón: los pieles rojas y los huachichiles, de Coahuila (de los cuales siempre presumo ser vástago), tendrían toda la razón en levantar contra mí una enérgica protesta por la desafortunada comparación étnica que hice con el empoderado sicópata de Donald Trump. Evidentemente los ofendidos son ellos.

Franc Jaime Morales: Te ofrezco que de Luis Donaldo Colosio hablaremos más adelante. Si me tardo, recuérdamelo (dije recuérdamelo). Saludos.

Twitter: @ortiztejeda