Opinión
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Plural
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ace 40 años desapareció una de las revistas más completas de Hispanoamérica, pues reunía cultura y sociedad desde muchos ángulos, desde muchas voces. Su nombre no mentía: Plural así de incluyente. Pero hace 40 años también se refrendó que la crítica es el único antídoto contra el autoritarismo y el mejor catalizador de la democracia.

Las revoluciones, decía Brecht, se producen casi siempre en los callejones sin salida. Un callejón sin salida en México se formó entre los años 1968 y 1971. Entre el fin del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz y el principio del de Luis Echeverría.

Aunque no hubo revolución alguna, sí se iniciaron grandes cambios. Esos años turbulentos fueron el parteaguas de la democracia en México. Un régimen hegemónico y autoritario, la dictadura perfecta definida por Mario Vargas Llosa, se empezó a fracturar. De la cerrazón se pasó a la apertura democrática y de ésta a la reforma política.

No fue un cambio rápido ni el más deseado. Tuvieron que pasar cuatro sexenios para alcanzarse la alternancia en el poder y el castigo a los responsables por los asesinatos y desapariciones forzadas se quedó en lo que Monsiváis llamó la justicia del ya merito.

Sabemos que el sistema judicial exoneró a Luis Echeverría de los cargos de genocidio por la matanza estudiantil en la Plaza de la Tres Culturas y por la desaparición forzada de personas en la guerra sucia. Pero también sabemos que después del veredicto de 2001 la gente en la calle, al ver salir de la audiencia judicial al ex presidente, emitió a gritos su sentencia: genocida.

Pero la mano dura del autoritarismo generó, además de sangre y miedo, su mejor antídoto: la efervescencia de la crítica y el fortalecimiento de la sociedad civil como no se habían visto.

El golpe contra Excélsior, que también terminó con la revista Plural, provocó el surgimiento del semanario Proceso, la creación de la revista Vuelta, encabezada por Octavio Paz, y el nacimiento del diario Unomásuno, cuyo equipo formó posteriormente La Jornada.

Esos años oscuros también dieron lugar a una de las columnas más corrosivas contra el establishment: Por mi madre bohemios, de Carlos Monsiváis, que nació días después de la matanza del 2 de octubre y que publicó prácticamente hasta su muerte. Políticos de la vieja y la nueva guardia fueron blanco de la mirada aguda del escritor, que refrescó la forma de ejercer la crítica ponderando el humor sobre la solemnidad, la ironía sobre la sentencia, el choteo sobre el dedo flamígero.

El 7 de julio de 1976, en el momento en que se destapaba la conjura contra la dirección de Excélsior, todo el equipo  de la revista Plural, dirigida por Octavio Paz, consciente de la gravedad del inminente golpe, manifestó su solidaridad con Julio Scherer García, director del diario, en una carta que sólo se atrevió a publicar la revista Siempre!

Si a los gobiernos en turno les interesaba la imagen de México en el mundo, sus decisiones provocaron lo contrario: decenas de periódicos de todo el mundo dieron cuenta del golpe a Excélsior y un grupo de artistas e intelectuales, como Arthur Miller, Noam Chomsky, Gore Vidal y Woody Allen, expresaron en The New York Times su preocupación por lo sucedido contra el diario mexicano.

Las opiniones de Plural no siempre coincidieron con las de Excélsior, pero en las dos publicaciones conocían lo indispensable que resultan los espacios críticos para combatir las tentaciones autoritarias.

A 40 años de la publicación de esa carta escrita por Octavio Paz y suscrita por los colaboradores de Plural, nos recuerda, como un estandarte ardiente que la democracia es un ejercicio en constante renovación. Renovación que sólo se puede ejercer a partir de la crítica; a partir de esa conversación donde aceptamos de antemano escuchar las ideas del otro y que ellas nos pueden hacer cambiar de opinión.