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Nosotros ya no somos los mismos

Don Norberto Rivera: bodas de oro sacerdotal

Mil 200 convidados a la grande bouffe

Dos declaraciones que dan alegría

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Para festejar sus 50 años de vida pastoral, el cardenal Norberto Rivera convocó a mil 200 personas. Cinco empresas, dedicadas a estas actividades, presupuestaron un costo de más de mil pesos por asistente. No entremos en minucias y aceptemos ese presupuesto. ¡Mil 200 asistentes, por mil pesos por servicio, son un millón 200 mil pesos! De ser así, el convite representa, más o menos, cerca de 17 mil salarios mínimos. En la imagen, durante las festividades de Santa María de la Asunción, la semana pasada, en la Catedral MetropolitanaFoto Jair Cabrera
S

i usted es afecto a festejar su onomástico o cumpleaños, de seguro ya tiene cierto protocolo establecido. Se repasa la lista tradicional de familiares e invitados –inevitables–. (En esto hay que ser muy escrupuloso, pues cuando ya se invitó a alguien una vez, dejar de hacerlo es un rompimiento inevitable de la relación.) Se elimina a los que en ese año se nos adelantaron y se agrega a uno que otro nuevo conocido (generalmente doctores) o a ese torpe vecino, compañero de trabajo, de partido o club al que, pese a ser un idiota, últimamente le ha ido muy bien en los ascensos. Pero lo normal es que la audiencia se repita y, los festejos más de a de veras, sean entre los cuates, los cuadernos de doble raya, porque los de afuera de la pandilla causan ruido y ellos mismos se sienten incómodos.

Llegan al grado de, en forma grosera, periscopear el evento. (¡Indígenas de exportación que nunca serán de primera! No sé en qué momento se me ocurrió bajar el nivel de la concurrencia, diría arrepentido el noble anfitrión). Pero bueno, hay de cumpleaños a cumpleaños y sus consecuentes festejos. Pero, insisto: un acto tan personal se suele realizar entre pares. (Con excepción, por supuesto, de las grandes taquizas que los caciques y hacendados costean para la gleba apeñuscada en gayola, y los banquetes que los sindicatos organizan en honor de los líderes sempiternos, con cargo a los gastos de representación que salen, obviamente, de sus propias cuotas.)

No están ausentes de este rito gobernadores y alcaldes (a la vieja y aún vigente usanza). Pretexto para exhibir poder, fuerza, control, capacidad de convocatoria y todas las inevitables sugerencias que puedan derivarse: advertencia, amenaza, peligro: miren quiénes y cuántos somos. Pero sobre todo, qué tanto pesamos. ¿De veras se quieren aventar el tiro de universalizar el séptimo sacramento? ¡Pues midámosle el agua los camotes, mi Ejecutivo! Aunque sé que muchos lo dudan, no fui invitado a celebrar las bodas de oro sacerdotal en la Basílica de Guadalupe, ni tampoco a La grande Bouffe que se celebró posteriormente en la Plaza Mariana. Luego entonces estoy impedido de hacer una crónica plena de color sobre lo acontecido, por lo cual me concreto a plantear algunas inquietudes sobre tan sonada celebración.

Tres serían mis puntos a dilucidar: 1. El festejado y las razones del autofestejo. 2. Los convocados. 3. Los outsiders.

1.- El autofestejado se ordena en 1966. Luego entonces la conmemoración es correcta: han pasado 50 años Pero, ¿qué ha pasado en esas cinco décadas que merezca y avale el júbilo, el exultante y rumboso jolgorio? Consultado el sistema informativo de la arquidiócesis de México, primero, y la entrañable Wikipedia después, me siento capaz de afirmar que la razón del homenaje es clara y perfectamente justificada: la exaltación de la vida del máximo Gutierritos de la burocracia clerical. De mediados de los 60 a 1985, su trabajo pastoral se desarrolló en Durango y Zacatecas. En ese tiempo se realizó un movimiento, al principio estudiantil y luego ampliamente popular: “la toma del Cerro del Mercado”, una hermosa, valiente defensa de los intereses nacionales llevada a cabo por los universitarios y apoyada por los sectores progresistas de la entidad.

El gobernador tuvo que renunciar, pero un taimado curita que, pese a su edad, ya era mustio, mustio y nadaba de muertito, sobrevivió impoluto: no tomó partido con su grey y, como pastor, comenzó a entender las ventajas de concertacesionar con los lobos. Este fue su exitoso inicio. Nota. El lobo de Gubbio, ante la convenciera molicie del párroco, se inmoló. A partir de esa fecha, los siguientes 18 años fue prefecto, como quien dice bedel, ujier, vigilante de… (¡Véase el encargo!), disciplina. Fue fundador de Jornadas de vida cristiana, asistente del Movimiento Familiar Cristiano y de la Acción Católica (no en mis tiempos, afortunadamente). En los 80 fue secretario ejecutivo del cuidado pastoral de las familias. En 1985 consagrado obispo de Tehuacán y encargado de visitar los seminarios diocesanos. Fue además dirigente de la sección de la familia del Celam. (Nota para los herejes: “organismo de comunión, reflexión y servicio, como signo e instrumento del afecto colegial en perfecta comunión con la iglesia universal…”). Así me gusta, que ningún columnetófilo se quede sin entender expresión alguna por críptica que parezca.

La suma de sus méritos administrativos lo llevó, por fin, en enero de 1998, al cardenalato, y a participar en 2005 en la elección de Benedicto XVI luego, en 2013, en el cónclave que eligió papa a Jorge Mario Bergoglio. Y en el Vaticano ni modo que hubiera algoritmos marca Hildebrando Zavala. Allí, sólo la gracia inspira una buena elección –como la historia bien lo demuestra–, así que el voto del cardenal Rivera hay que darlo por bueno. Actualmente es miembro de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina (una vez más) de los sacramentos, así como miembro del Pontificio Consejo para la Familia (una vez más). Ha creado la más importante oficina de relaciones públicas y comunicación, una empresa de publicidad y una agencia de radio y tv. Edita un semanario dirigido por Hugo –picapiedra– Valdemar. Se llama Desde la Fe. O sea, como es desde la fe, pues merece para los liberales, laicos, librepensadores, un absoluto respeto: creer es un Verbo sólo acotado por dogmáticos, fundamentalistas, iluminados, creacionistas, fanáticos de la castidad (no del celibato); para éstos y todos los torquemadas y sus émulos de la Santa Inquisición, del Santo Oficio, creer diferente es pecado, sacrilegio, delito, causa de execración y condenación automática: ¿qué no entienden, éstos? La tierra es plana e inamovible, la penicilina y los anticonceptivos pócimas malditas, los condones subproductos de las cabras que acompañan al Enemigo: ¡a la hoguera los herejes! ¡Guerra, guerra contra Lucifer!

No puedo quitarme de la cabeza un gracejo: ¿y si por una jugarreta satánica, el Maléfico lograra introducirse a la mente del padrecito Valdemar (lo hizo con Jesús en su retiro de 40 días y le provocó con las más apetecibles tentaciones) y le dijera: Te voy a librar del yugo de Norberto que es un ser habilidoso y sagaz, pero perverso y convenenciero. Ahora tú vas a ser el primado y la grey sabrá lo que realmente vales. Los medios, la academia reconocerán que tú has sido el cerebro que ha logrado llevar a un cura ambicioso, ladino, pero aldeano y cerrero, al sínodo de los obispos y al propio cónclave de cardenales: reunión del Colegio cardenalicio? (¡Qué joda: cinco días a pan y agua YYYYYYYYY sin cobrar sus rentas cardenalicias!)

Bueno, ya platicamos algunos datos sobre el anfitrión de La gran comilona. Dejemos pendiente la enumeración de los grandes méritos, de las definiciones y las acciones en favor de su rebaño, de la grey que le fue encomendada y que distinguen al homenajeado. ¿De qué lado de la línea ha estado don Norberto estos 50 años de apostolado? ¿Qué diferencia existe entre los convocados y los invisibles? Si ustedes colaboran con sus opiniones,la columneta será más veraz y objetiva.

Si acaso, agreguemos, nada más como una pequeña aportación a los hacedores de encuestas y sondeos, unos da- tos de esos que se califican como duros. El autofestejado convocó a mil 200 personas. Cinco empresas, dedicadas profesionalmente a estas actividades, presupuestaron un costo de más de mil pesos por asistente. No entremos en minucias y aceptemos ese presupuesto. ¡Mil 200 asistentes, y mil pesos por servicio, dan un millón 200 mil pesos! De ser así, el convite representa, más o menos cerca de 17 mil salarios mínimos. ¡Feliz aniversario, cardenal!

Un último párrafo para expresar mi júbilo, mi conten- to por dos declaraciones. El rector Graue, de la Universidad Nacional Autonoma de México, consideró que se debe privilegiar el diálogo entre las autoridades y los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Es necesario, por el bien de la educación, abandonar posiciones radicales. Por su parte, el presbítero David Fernández, S. J., rector de la Universidad Iberoamericana, publicó en el periódico Reforma una opinión, que merece no una, sino varias columnetas. Por adelantado le digo: me conmovió el ejercicio de su auténtico y noble cristianismo, de su honestidad y valentía.

Ya continuaremos con el señor cardenal y sus freudianas obsesiones. Cristianamente le deseo que, a pesar de su edad, no sufra un ataque hemorroidal que le provoque un serio conflicto con sus íntimas creencias.

Twitter: @ortiztejeda