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Pensiones, de mal en peor

¿Y la gran solución?

Consar: ¿época dorada?

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Jubilados y pensionados ferrocarrileros, durante una manifestación a las afueras de la Cámara de Diputados. Imagen de archivoFoto Francisco Olvera
¿Q

ué fue de aquella gran solución social al México moderno de hoy, (pues) se trata de un sistema para el futuro, moderno, ágil, transparente y, sobre todo, justo, mediante el cual los trabajadores tienen la seguridad de que a su retiro tendrán una pensión justa (célebre frase del visionario Ernesto Zedillo, privatizador del sistema pensionario nacional, pronunciada el primero de julio de 1997)?

Pues quedó donde siempre termina el discurso público: en el caño, por mucho que apenas en septiembre pasado la Secretaría de Hacienda y la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) presumieran logros innumerables por la privatización de las pensiones. Y a casi dos décadas de distancia el logro mayor es que seis de cada diez mexicanos no cuentan con ese derecho, y quienes sí tienen acceso obtienen ingresos miserables.

Según Zedillo, y sus sucesores en el trono, tan perfecto fue el armado (léase la privatización) de la modernizada estructura pensionaria (los hechos acreditan la justicia y la oportunidad del rescate de la seguridad social por el Estado mexicano, decía), que los mexicanos no sólo tendrían cobertura legal en la materia, sino acceso a pensiones dignas, porque un nuevo sistema de ahorro y retiro más justo y productivo los protege.

Bien, pero de tiempo atrás la gran solución hace agua y el alegre discurso oficial se desmorona. Vueltas y más vueltas, un pretexto sobre otro, y los modernizadores no tienen la menor idea de cómo salvar el jugoso negocio privado que 20 años atrás armaron, sin consultar –siquiera por cortesía– a los únicos dueños de los cuantiosos dineros depositados en las administradoras para el retiro, las Afore.

La Jornada (Enrique Méndez) documenta el optimismo oficial: “la Consar alertó que aumentaron los riesgos para los fondos de pensiones a causa de una futura caída en los rendimientos, y el fin de la época dorada de los dividendos de las inversiones, que tuvo su auge entre 1985 y 2014. En su informe del segundo trimestre del año, enviado al Congreso a dos semanas de que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció que se analiza incrementar el monto de las aportaciones, la dependencia explicó que para el caso de las pensiones del Issste rendimientos menos favorables podrían resultar en un incremento en el déficit de fondeo y un incremento del riesgo de solvencia de los fondos. Y en el del IMSS, aumento de la edad de retiro, incrementar en casi el doble el ahorro de los trabajadores y una reducción del consumo del retiro.

La Consar señaló que de acuerdo con proyecciones de la mayoría de los fondos, una reducción en los rendimientos obligará a las personas a ahorrar más para su retiro. En el reporte se explicó que a junio los activos netos administrados por las Sociedades de Inversión Especializada en Fondos para el Retiro (Siefore) ascienden a casi 2.7 billones de pesos. En el periodo abril-junio el número de cuentas individuales administradas en el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) creció a una tasa anual de 3.2 por ciento, y cerró en 54 millones 548 mil 143 (ídem).

Se acabó, pues, la época dorada de la privatización pensionaria, aunque es de suponer que ese triste final se refiere al jugoso negocio de las empresas privadas dedicadas al jineteo de dinero ajeno, es decir, las Afore, que acumulan utilidades de ensueño. Difícilmente la Consar se refiere a los mexicanos de a pie que aún libraron ese derecho, porque en esos casi 20 años de modernización las pensiones pagadas han sido, son, verdaderamente raquíticas, amén de que los únicos que obligadamente asumen las pérdidas son los ahorradores.

Pero también hay de mexicanos a mexicanos. Recuérdese lo publicado en este espacio, con base en el informe sectorial de la Auditoría Superior de la Federación (con información de 2013) y relativo a las pensiones de la jerarquía burocrática, los servidores públicos de alto nivel. Por ejemplo, en el Banco de México son de 232 mil pesos mensuales; en el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, 225 mil; en Luz y Fuerza del Centro (en proceso de liquidación, 285 mil); en la Comisión Federal de Electricidad, 254 mil, y en Bansefi, 200 mil.

Hay más: 209 mil pesos mensuales en las universidades de Nayarit y Nuevo León (ambas entidades públicas); 109 mil en el Consejo de la Judicatura Federal; 111 mil 800 en la Suprema Corte de Justicia de la Nación; 250 mil en Petróleos Mexicanos y en el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext); Issste, 188 mil; entre 150 mil y 180 mil en Banobras y Nacional Financiera.

Las modificaciones previstas por Hacienda y la Consar ni lejanamente consideran modificar las doradas pensiones que se citan, y mucho menos las de nuestros heroicos ex inquilinos de Los Pinos que tanto progreso, bienestar y tranquilidad brindaron a la patria (son mamadas, diría Vicente Fox).

¿Solución? La Secretaría de Hacienda y la Consar tienen una muy buena: que los mexicanos ahorren más, que dupliquen su porcentaje y que se pongan a cantar el estribillo propagandístico en boga (diez pesitos). Excelente. Sin embargo, la pregunta es ¿de dónde?, porque 65 por ciento de los ocupados obtiene ingresos no mayores a dos salarios mínimos, y hasta tres los privilegiados. Si la quincena se agota 24 horas después de cobrada, entonces ¿qué es lo que se supone podrán ahorrar?

Y la cereza del majestuoso pastel modernizador va por cortesía de este México en paz laboral (Navarrete Prida dixit): más de 32 millones de mexicanos en edad y condición de trabajar no tienen acceso a las instituciones de seguridad social y, por lo mismo, sin derecho a pensionarse.

Las rebanadas del pastel

Todos encienden las señales de alarma por el creciente endeudamiento gubernamental, pero parece que la única que no registra es la Secretaría de Hacienda. El propio Banco de México subraya la necesidad de que las autoridades fiscales proporcionen certidumbre sobre la trayectoria de las finanzas gubernamentales y su compromiso con niveles de endeudamiento público sostenibles, por lo que sería deseable contener el crecimiento del saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público en relación al PIB. ¿Y qué dice el ministro? Naaaa, está bajo control… ¡Milagro!: el titular de la Sedesol, José Antonio Meade, descubrió que el incremento de precios por arriba de los ingresos ocasionó el aumento de la pobreza moderada; hasta hace poco aseguraba que se había reducido a los niveles observados en el año 2000. De que los hay, los hay, no cabe duda.

Twitter: @cafevega