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¿La Fiesta en Paz?

Nueva empresa, comienzan las sorpresas

Surge un frente amplio, energético y unido

S

e largaron por la puerta trasera los autorregulados que durante 23 años jugaron a promover la fiesta de toros en la Plaza México. No dieron la cara ni siquiera en un programa amigo porque no sabrían justificar la mediocridad de su prolongado desempeño. Nunca nadie los llamó a cuentas, excepto Eduardo Morales, delegado suplente en la Benito Juárez en 2000, pero prevaleció la falta de respeto al toro, al torero, a la tradición y al público, más una acomplejada postración ante divos ventajistas. Haiga sido como haiga sido, que dijera uno de los ex mandatarios taurinos de clóset, nuestra fiesta de toros se precipita a la tumba que le cavan antojadizos omnipotentes con la ayuda de críticos zalameros, en esta dilatada cadena de mentiras a ciencia y paciencia de una autoridad que, renuente a ser juez, hoy es vergonzosa parte.

Después de arduas negociaciones –calma chicha también se dice– el 12 de agosto firmaron contrato Antonio Cosío (propietario de la Plaza México) y la empresa Tauroplaza México, SA de CV, del empresario Alberto Baillères y el arquitecto Javier Sordo, para organizar las temporadas 2016-17 a 2020-21. El director taurino es el matador en retiro Mario Zulaica.

Tras 12 días de las arduas negociaciones, el pasado miércoles la nueva empresa, sin la presencia de Baillères ni de Sordo, anunció una temporada de novilladas con un concepto inoportuno y extranjerizante, sin intentos de coordinación con otras empresas y en momentos de la peor escasez de punteros de la novillería, cuyas mejores cartas suman algunas fechas en España por aquello de la reciprocidá ante la próxima invasión de diestros europeos.

Sin poder aprovechar a triunfadores de otras ciudades, nueve carteles completos –cuatro sin picadores, modalidad inédita en esta plaza–, dos de triunfadores y un mano a mano final, esta apresurada temporada chica en la que los tres últimos festejos se empalman con la temporada grande, que se inicia el 13 de noviembre, incluye a 12 novilleros extranjeros de otras tantas escuelas taurinas, mientras que por lo menos una veintena de muchachos mexicanos con méritos para estar en el coso de Insurgentes fueron relegados. Esta debilidad de importar en vez de producir fue una de los peores errores de la anterior empresa. Las sorpresas apenas empiezan y la influencia del asesor español Antonio Barrera, también.

Ha surgido TUM, Tradiciones Unidas por México, AC, que reúne a los representantes de galleros, charros, jaripeos, circos y toros, hartos de los amagos oportunistas y las amenazas sin fundamento de analfabetos metidos a legisladores, sobre todo del impresentable Verde y sus nefastas propuestas –80 por ciento de los animales de circo que salvó su demagógica ley, han muerto por falta de atención– empeñados en borrar de los escenarios populares del país hábitos y costumbres que le han dado identidad y expresiones propias, quesque por defender a especies animales del maltrato, pues lo que sucede en rastros, granjas, establos y cotos de caza no lo vemos.

En Morelia, el sábado 25 de junio, Tradiciones Unidas por México, AC, con un multitudinario desfile de los citados gremios en el que participaron más de 5 mil personas, paró en seco los necios propósitos de funcionarios y legisladores de prohibir estas expresiones identitarias, no obstante los provocadores que mandaron. Pronto habrá en la Ciudad de México otro desfile similar sin interrumpir el tráfico. Si los afectados no se movilizan, lo seguirán haciendo beneficiados encubiertos.