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En Coahuila, atrocidades de criminales y gobierno: sacerdote
corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 30 de agosto de 2016, p. 27

Saltillo, Coah.

Al participar en un foro para promover la solidaridad entre jóvenes universitarios, en víspera del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, Mireya Villarreal recordó cómo inició la búsqueda.

Durante una manifestación frente al palacio de gobierno estatal, donde varias personas exigían que se investigaran las desapariciones, una mujer a bordo de una camioneta de lujo les gritó: ¡Viejas huevonas, pónganse a trabajar!

Eran los primeros días de 2012. El movimiento de familiares de desaparecidos en Coahuila empezaba y el crimen organizado llevaba violencia a todos los rincones del estado.

Esa mujer no sabe qué nos duele, porque perdimos un hijo, no una mascota, expresó Villarreal, quien desde el 10 de junio de 2010 busca a sus hijos Luis Lauro y Jorge Arturo, de 20 y 24 años, respectivamente, secuestrados por un comando en su casa, en Torreón.

Destacó que han encontrado muchas madres que no saben dónde desaparecieron sus hijos; o sólo que viajaban a Piedras Negras o a Monclova, pero nunca llegaron. Yo sí se dónde desaparecieron mis hijos: de mi casa mientras dormíamos, expuso.

Las historias de horror abundan, dijo en su participación el sacerdote Pedro Pantoja Arreola, asesor y fundador de la casa del migrante Frontera con Justicia, en Saltillo, y precursor del movimiento de familias de desaparecidos en el norte de México.

Recordó el diálogo entre una mujer con un jefe del narcotráfico en la región, a quien acudió para conocer el paradero de un niño y su padre. La madre les ofreció lo que pidieran a cambio de la libertad de su hijo. En respuesta le dijeron que al muchacho lo iban a entrenar como sicario.

Pantoja Arreola también apoyó a familias centroamericanas que perdieron a hijos, hermanos y padres en las masacres de migrantes de San Fernando, Tamaulipas, y recordó atrocidades cometidas por delincuentes y autoridades.

En San Fernando nos quisieron tratar como a pendejos. Cuando nos entregaron el ataúd de uno de los migrantes asesinados sólo habían metido basura y huesos de animales, refirió.

Pidió a los universitarios ser actores de la realidad que viven miles de familias de desaparecidos en México y evitar el sentimentalismo en que el gobierno pretende hacernos caer.