Opinión
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México SA

A contar cosas buenas

Combo del IV Informe

Los recortes que vienen

C

on eso de que las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho, la pregunta es qué contará el inquilino de Los Pinos en su cuarto Informe de gobierno, porque tan maravilloso acontecimiento es recibido con un tipo de cambio cercano a 20 por uno, los precios de los combustibles más altos de la historia, tarifas eléctricas crecientes, la deuda pública por las nubes, el bienestar social en sentido contrario y los niveles de inseguridad y violencia incluso peores que durante el calderonato, lo que ya es decir.

¿Qué contará, pues?, porque desde ya se asume que 2017 será un año un tanto peor que 2016, el cual, a su vez, fue más ingrato que 2015 y éste que 2014. Sólo en 2013 triunfó la propaganda con aquel mexican moment que todos creyeron, excepto los mexicanos de a pie que, colmilludos, son los que pagan las consecuencias. Y aun así, la economía apenas se movió, pero no el bienestar social que –ese sí– siempre va a la baja.

A menos, claro está, que el susodicho considere como cosa buena el anuncio del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, de que en 2017 vendrán más recortes al gasto público (una especialidad del propio “ministro del –d– año”), lo que provocará menor crecimiento económico, el cual, dicho sea de paso, de por sí ha sido raquítico a lo largo del gobierno peñanietista. De hecho, se pronostica que el de EPN será otro sexenio de 2 por ciento, si bien va.

Un soldado tricolor y actual secretario de la Comisión de Hacienda y Crédito Público de la Cámara de Diputados, Jorge Estefan Chidiac, consideró que para 2017 hay que bajar el gasto; alrededor de 200 o 300 mil millones de pesos. La reducción será en todo aquello que no genera valor agregado y me preocupa, ahí sí lo digo, la inversión en infraestructura, que es lo que más fácilmente se puede recortar (El Universal).

Tal vez el inquilino de Los Pinos pretende presentar como cosa buena y novedosa el anuncio que ayer el propio Videgaray hizo ante los legisladores tricolores (verdaderos guaruras del ministro que han evitado su comparecencia ante el Congreso), en el sentido de que en el paquete económico para 2017 (que deberá presentarse al Congreso el próximo 8 de septiembre, a más tardar) el gobierno federal no prevé incrementar los impuestos ni crear nuevos, ni la eliminación o reducción de exenciones o beneficios fiscales que ya están en vigor.

Bien, pero el problema es que tal decisión se presentaría como novedad, cuando en los hechos el anuncio originalmente fue divulgado a finales de febrero de 2014 (como parte del denominado Acuerdo para la Certidumbre Tributaria), no sin antes advertir (ministro dixit) que esa decisión podría cancelarse si ocurren eventos macroeconómicos sustanciales y extraordinarios. De presentarse, pues, será inevitable realizar ajustes.

Con ese tipo de anuncios siempre hay que estar a las vivas, porque tanto Peña Nieto como su jefe Videgaray prometieron que en 2016 no se endeudará más al país. Una excelente noticia… si fuera verdad. Lo anterior, porque sólo de enero a julio de este año la deuda interna del sector público federal se incrementó en cerca de 40 mil millones de pesos y la externa en alrededor de 20 mil millones de dólares (algo así como 370 mil millones de pesos).

Probablemente Peña Nieto presente como una cosa buena que casi no se cuenta, pero cuenta mucho, que el Presidente de la República… perdón, el secretario de Hacienda, ya no juegue al tío Lolo con el supuesto presupuesto cero (una tomadura de pelo que anunció en 2015) y que ahora presuma un paquete económico realista para 2017, y para confirmarlo repite el estribillo de que la economía va por buen camino, aunque los recortes estén en el orden del día.

Ya no hay presupuesto cero, pero les encanta jugar al tío Lolo. Dijo ayer Videgaray que el objetivo del paquete económico 2017 es recuperar el superávit, perdido desde hace nueve años; debe ingresar más de lo que se gasta. Y así lo hará el gobierno federal: superávit… pero sin considerar el pago de intereses de la deuda pública, que es lo que más presiona al gasto público, no sólo por el monto que hay que erogar, que es enorme, sino porque siguen contratando deuda que (¡sorpresa!) genera más intereses.

Como se mencionó el pasado día 25, en lo que va del gobierno peñanietista el saldo de la deuda pública (interna y externa) se incrementó en más de 3 billones de pesos, y en el mismo periodo pagó intereses por alrededor de un billón 300 mil millones. Una locura. Pero dicen que van por el superávit.

Otra: que dice el ministro que para lo que resta del año no habrá más incrementos en los combustibles (sobre las tarifas eléctricas guardó sepulcral silencio), lo que a simple vista sería una cosa buena que hay que contar. Sin embargo, no aumentarán por la sencilla razón de que en tres meses (julio, agosto y septiembre) el gobierno federal quemó todos los cartuchos que él mismo previó para todo el año. Cayeron en su propia trampa, pero no hay de qué preocuparse, pues muchos mexicanos también creyeron que no habría mayores precios en las gasolinas y el diésel, entre otros. Y ya ven, eso también cuenta mucho.

Por cierto, tan sólo en los primeros siete meses de 2016 el gobierno federal, por medio de la Secretaría de Hacienda, ordeñó ferozmente los bolsillos de los consumidores mexicanos de gasolinas y diésel. En ese lapso y por ese concepto, la dependencia a cargo el ministro los despojó de casi 172 mil millones de pesos por concepto de impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS), 30 por ciento más que en igual lapso de 2015.

Dicho sea de paso, la carga fiscal a gasolinas y diésel representa, en promedio, casi la mitad del precio final al consumidor. Pero en el gobierno federal aseguran que son las condiciones externas las que provocan los precios elevados. Pero sólo en julio de 2016 la captación por el concepto citado fue 105 por ciento superior a la registrada en igual mes de 2015.

¿Más cosas buenas que casi no se cuentan, pero cuentan mucho? El tipo de cambio, en una economía sólida, con finanzas públicas sanas y envidia de todos (versión oficial). En vísperas del cuarto Informe de gobierno el tipo de cambio es superior a 19 por uno, con ganas de llegar a 20. Un año atrás, en el tercer informe, el billete verde se vendió a 17.10 bilimbiques, es decir, casi 12 por ciento más barato que ahora (en lo que va del sexenio la devaluación ha sido de 46 por ciento).

Las rebanadas del pastel

En fin. He allí un paquete de cosas buenas que mañana el inquilino de Los Pinos puede contar en su cuarto Informe de gobierno, aunque lo más seguro es que no le aplaudan.

Twitter: @cafe-vega