Opinión
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Isocronías

Una repentina Glosa

S

e le atribuyen al músico y poeta Vicente Espinel el agregado de la sexta cuerda a la guitarra y la invención de la forma más acabada de la décima, la por ello mismo llamada espinela. En cuanto a lo primero, algo he leído, pero no lo tengo fresco. Respecto de lo segundo, seguro estoy de que si bien nuestro autor consiguió perfeccionar tal estructura, no le debemos su ideación. La décima, y más que ninguna la espinela, tiene por otra parte la muy buena fortuna de encajar con gracia tanto en lo culto como en lo popular, y en este ámbito se cultiva, me atreveré a decir sin tenerlo investigado, en cuanto país de habla española.

Una décima de quien esto escribe vuelta canción por Jaime Manuel Yáñez (disco Quizá en agosto, publicado hace ya más de una década) fue en espinelas glosada de un tirón por Jorge Brash, atendiendo sobre todo a cuatro versos originales. La firme tradición veracruzana, me parece, se hace en la glosa patente. La incluyo a modo de agradecimiento al decimero o repentista.

En este jardín de otoño
que despierta la mañana
no he encontrado cosa vana
pero, eso sí, algún retoño
de ese imposible madroño
que la edad me procuraba.
Lo he colgado de mi aljaba
entre las voces que esconde
la pluma …y ya no sé dónde
un pajarillo se andaba.

¿Será por las soledades
que me dejaron las noches
de tempestad y derroches,
bullicio de las ciudades?
Esas interioridades
piden ocasión mejor
para verter su dolor
cuando les abra la puerta
que da al pozo de la huerta,
por el árbol del amor.

Un ramillete emplumado
canta en una y otra rama,
lo escucho desde la cama
cuando mi sol trasnochado
llega y se posa a mi lado.
Así, desde la ensenada,
como brisa inesperada,
apareció cierto día
que la luna se escondía
cuando la noche estrellada.

Ese pajarillo canta
aunque nadie más lo atienda
y me arropa con su venda
tanto dolor, pena tanta
cuanta calla mi garganta.
Él ha sido mi mentor,
mi compañero y doctor.
Yo sólo sigo su ejemplo
y aquí visito su templo.
¡Era de oficio cantor!