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México SA

Deuda: barril sin fondo

Veinte años = 725 mdd

¿Todo está bajo control?

A

dentro y afuera se han encendido los focos rojos por el vertiginoso crecimiento de la deuda pública en el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero en la Secretaría de Hacienda (la responsable de contratar y administrar dicho débito) aseguran que no hay razón para preocuparse. Todo está bajo control, según su versión.

A saber qué tipo de ansiolítico consumen en la citada dependencia, pero el hecho es que cada día que pasa no sólo crece el saldo del endeudamiento público sino que, por consecuencia, aumenta el pago por concepto de amortizaciones e intereses, que alcanza niveles verdaderamente alarmantes.

Será que el ministro anda muy ocupado arreglando la política exterior del país y, por lo mismo, no tiene tiempo para dedicarse a lo que oficialmente le corresponde, pero al revisar la estadística que acompaña al cuarto Informe de gobierno de EPN la única reacción posible es el horror.

Lo anterior, porque entre diciembre de 2012 y junio de 2016 de las arcas nacionales salieron más de 125 mil millones de dólares (algo así como 2 billones 375 mil millones de pesos, equivalentes a la mitad del presupuesto federal del presente año) para dar servicio (pago de capital e intereses) a la deuda externa del sector público federal. De ese monto, poco más de 102 mil millones de dólares se destinaron a amortización de capital y 23 mil millones y pico al pago de intereses.

Y a pesar de ese descomunal monto erogado, en el mismo periodo que se cita la deuda externa del sector público federal se incrementó 44 por ciento, al pasar de 121 mil 659 millones de dólares al cierre de diciembre de 2012 a 175 mil 386.7 millones al término de junio de 2016. Y las cifras son de la propia Secretaría de Hacienda.

Así es: en el lapso de referencia se pagaron más de 125 mil millones de dólares, monto más que suficiente para cubrir la deuda externa heredada por Felipe Calderón. Pero lejos de ello el gobierno de EPN endeudó al país con alrededor de 54 mil millones adicionales de billetes verdes, y contando.

Lo mismo ha sucedido con la deuda interna del sector público. Cuando EPN se instaló en Los Pinos el saldo era apenas menor a 3.8 billones de pesos; a junio de 2016 ya superaba los 5.4 billones, es decir, un crecimiento de 42 por ciento, con todo y que en el periodo se pagaron cantidades multimillonarias por intereses. Para dar una idea de qué se trata, sólo en el primer semestre de 2016 el pago de intereses sobrepasó los 158 mil millones de pesos (más de 2 mil y pico de millones por comisiones).

Lo peor del caso es que ese brutal nivel de endeudamiento no ha sido útil para el desarrollo nacional. Al contrario, ha sido uno de los lastres por la simple razón de que se ha utilizado para (¡sorpresa!) pagar el servicio de la deuda. Cierto es que la descrita no es práctica exclusiva de los actuales cuan relajados funcionarios de Hacienda (aunque de una u otra suerte todos pertenecen al mismo establo), sino que se ha hecho cotidiana desde que Carlos Salinas de Gortari decretó (en 1990) la solución definitiva del problema de la deuda mexicana.

Pues bien, solucionado dicho problema, en las últimas dos décadas y sólo para cubrir los compromisos de deuda externa del sector público federal (gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y lo que va de Peña Nieto) en números cerrados de las arcas nacionales salieron alrededor de 725 mil millones de dólares para cubrir el servicio de la deuda, algo así como 14 billones de pesos a precios actuales. De ese total, 142 mil millones de billetes verdes se pagaron sólo por concepto de intereses.

(Como ayuda contextual vale mencionar que del sexenio foxista a la fecha, Petróleos Mexicanos enteró a la Secretaría de Hacienda alrededor de 8.5 billones de pesos por concepto de impuestos, derechos, aprovechamientos y conexos. Y luego se preguntan ¿dónde quedó el voluminoso ingreso petrolero?).

En tiempos de Zedillo el referido servicio representó una erogación cercana a 210 mil millones de dólares; en el sexenio foxista el monto fue por alrededor de 193 mil millones; en el calderonista de 196 mil, y en lo que va del peñanietista poco más de 125 mil. Setecientos 25 mil millones de billetes verdes, y contando (tanto el pago de intereses como el saldo del débito).

Así, de 1995 a la fecha los mexicanos han pagado el equivalente a cuatro veces la deuda externa que le endilgaron los siempre eficientes gobiernos del país, pero (insisto: las cifras son de la relajada Secretaría de Hacienda) a pesar de la brutalidad de dinero erogado aún deben más de 175 mil millones de dólares (hasta junio pasado) por concepto de deuda externa del sector público, de tal suerte que el ofrecido futuro promisorio (Videgaray dixit) ni lejanamente pertenece a los mexicanos sino a sus acreedores.

Desde hace dos décadas, cuando menos, se pagan, en promedio, 36 mil 250 millones de dólares anuales sólo por servicio de la deuda externa, pero en la oficina del ministro del (d) año (y ahora, también, canciller del ídem) sostienen que todo está bajo control, por mucho que el débito público se ha convertido en un barril sin fondo al que se canalizan crecientes recursos de la nación, a la par que la deuda se mantiene al alza.

Lo mejor del caso es que en su Informe de gobierno el inquilino de Los Pinos asegura que “durante la presente administración el manejo prudente y responsable del endeudamiento público se ha constituido como uno de los pilares para mantener la fortaleza de las finanzas públicas y la estabilidad económica… En 2016 la política de deuda pública se ha orientado a realizar un manejo responsable y prudente de los pasivos públicos (…) con un nivel de costo y riesgo adecuados”. Qué bueno que lo aclara, porque con él en la residencia oficial el saldo de la deuda sólo se ha incrementado 50 por ciento, con una economía que a duras penas avanza 2 por ciento.

Las rebanadas del pastel

Avanza la democratización de la productividad en el país (Videgaray dixit), y muestra de ello es que en 1996 el Departamento de Estado denunció que el sistema financiero que opera en México operaba como la mayor lavandería del hemisferio occidental, al blanquear alrededor de 30 mil millones de dólares anuales. Pues bien, 20 años después se informa que ese mismo sistema ahora lava hasta 50 mil millones (67 por ciento más), y contando. ¡Felicidades!, pues, a la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, a cargo de Alberto Bazbaz (el de la niña del estado de México, y si a ésta no la encontró, pues menos a los señores del chaca-chaca).

Twitter: @cafevega