Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de septiembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La tragicomedia de Radio UNAM
S

igue la tragicomedia que está dando al traste con la que fuera, en el sentido amplio de la expresión, la mejor difusora de música y cultura en el país, y daba estatura a la casa de estudios de la que forma parte. La renuncia del insufrible Nicolás Alvarado como director de Tv UNAM podría blindar a la aún más escandalosa administración de Renato Dávalos al frente de Radio UNAM, disimulándola para el escrutinio público. Las designaciones de ambos (quienes no son universitarios) hace unos meses fueron simultáneas y gemelas, y habrían sido impuestas al rector Enrique Graue por el presidente Enrique Peña Nieto directamente, según él reconoció ante un grupo de colaboradores.

Con el ex rector José Narro (de persistente influencia en la UNAM) en plan de hincha tricolor, los usos y desusos que se den a la difusión (electrónica al menos) del conocimiento y la creación serán los mismos de quienes se llenan las manos de dinero y sangre en las altas esferas del poder, mientras exhiben una infinita capacidad de mendacidad (nos la receten cada día) y de riegue bochornoso. Necesitan medios que les cubran la espalda.

Formalmente, la emisora aún define su visión como sigue: Seguir siendo referente de la más alta calidad y excelencia en la historia de la radiodifusión mexicana, caracterizada por impulsar una programación crítica y diversa que incluya la música de concierto, por abrir espacios para la nueva creación y por preservar y difundir el valioso patrimonio sonoro con que cuenta la emisora, con la intención de generar nuevas audiencias de radioescuchas de diferentes edades y diversos intereses, como corresponde a su vocación universitaria.

No obstante, la nueva estructura de sus emisiones pone en riesgo esa idílica visión. Como la política nacional es hoy tan interesante y gratificante, los políticos profesionales son inmejorable modelo para las nuevas generaciones y sus encomiables dichos y hechos nos llenan de orgullo ante el concierto de las naciones, la estación de los universitarios opta por volverse funcional a las pautas de la Secretaría de Gobernación. Por lo pronto, se han establecido cortes informativos cada hora. Su bla, bla anticultural –poniéndose en forma para la inminente contienda electoral que trae nerviosos al PRI y al gobierno– ha vuelto imposible programar óperas o sinfonías. Se dejan de lado 400 años de música y buena parte del acervo de la estación, entre cuyos trabajadores cunde una pregunta: ¿por qué se destierra a la ópera durante el rectorado de Graue, cuya hija estudia ópera, precisamente?

La administración de Dávalos se presentó con el objetivo explícito de diversificar la programación de la emisora, con base en los principios y valores universitarios, con contenidos de calidad que satisfagan las demandas del público actual y generen nuevos públicos para ser un referente en los ámbitos cultural y científico; preservar el acervo sonoro y ofrecer diferentes actividades culturales y académicas al público.

Por lo pronto, el departamento de extensión cultural de Radio UNAM será transferido a otra dependencia universitaria, allá por Tlatelolco, para no estorbar a Dávalos en su estratégica encomienda política. En su lugar llega una subdirectora de vinculación que, ironizan los trabajadores, ojalá pueda vincular la señal con la antena, aunque, como no sabe ingeniería, le va a llevar tiempo. La señal sigue fallando, mientras se construyen nuevas oficinas. La programación de septiembre de la sala Julián Carrillo, ubicada en la misma Radio UNAM, ya no se anuncia, por decisión del gerente de producción. Si desea usted conocer dicha cartelera, sintonice Opus 94 o Radio Educación. Y habría que avisarles en la Escuela Nacional de Música que las sinfonías mayores ya no caben en la radiodifusora de la misma universidad que enseña su composición.

El traslado de un departamento completo dentro de la UNAM resulta excepcional. Al PRI las áreas culturales fuera de su control le parecen siempre subversivas. Tiene razón. La inteligencia libre, la respiración amplia y sinfónica del pensamiento son un peligro para esa gente que nos quiere aturdidos y sin aliento.