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41 Festival Internacional de Cine de Toronto
La avanzada mexicana
T

oronto. Como cada año, el fin simbólico del verano –un periodo en especial pobre para la exhibición cinematográfica, sobre todo este 2016– viene compensado por la sucesión de tres festivales de prestigio: Venecia, Telluride y Toronto. Aunque los tres comparten títulos, el tercero es el más democrático, pues si bien acude en masa la gente de la industria, está programado para los habitantes de la ciudad y anexas, que tienen la fama bien ganada de ser los cinéfilos más entusiastas del mundo.

Con una programación de lo más ecléctica, el llamado TIFF ofrece películas para todo tipo de gustos, preferencias o manías. Sobra decir que el festival es un inmejorable escaparate para los estrenos hollywoodenses de temporada. Ya he mencionado en anteriores ediciones cómo la antes tradicional decisión de inaugurar con una película canadiense se ha sustituido por el estreno gringo de rigor.

En esta ocasión, ese honor le ha correspondido a Los siete magníficos, remake del clásico de John Sturges de 1960 que, a su vez, era un remake occidental de Los siete samuráis, la obra maestra de Akira Kurosawa (hace tiempo que Hollywood perdió la noción de la originalidad). El director de esta nueva versión es Antoine Fuqua, quien se ha especializado en dirigir a Denzel Washington en sus papeles de badass. Esta vez los siete titulares son un grupo multiétnico que no defiende a unos campesinos mexicanos de unos bandidos, sino a unos pueblerinos controlados por un malvado magnate.

Hablando de lo que nos concierne, o sea el cine mexicano, da gusto comprobar que ahora la representación es más nutrida que de costumbre. Está el revelador documental Bellas de noche, de María José Cuevas, antes visto en Ambulante; La caja vacía, segundo largometraje de Claudia Sainte-Luce; La región salvaje, la nueva realización de Amat Escalante, recién competidora de Venecia; Tamara y la catarina, de Lucía Carreras, y El laberinto del fauno, dentro de la sección de clásicos restaurados (dado que Guillermo del Toro se encuentra filmando su nueva obra, The Shape of Water, en Toronto, es muy probable su presencia en la proyección).

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Haley Bennett, luego de la conferencia de prensa sobre Los siete magníficosFoto Afp

Está también la coproducción X500, del colombiano Juan Andrés Arango. Y tres cortometrajes: Verde, de Alonso Ruizpalacios, y los trabajos experimentales Ánima. Silueta de cohetes, que data de 1976 y fue dirigido por la fallecida cubana Ana Mendieta, y As Without So Within, de Manuela De Laborde; sin olvidar Salt & Fire, la más reciente ficción de Werner Herzog, coproducida por México a través de la compañía Canana (Gael García Bernal es uno de los actores principales). El prolífico alemán presenta además el documental Into the Volcano en el festival.

Puede decirse que nos llevamos la parte del león. Otras cinematografías latinoamericanas participan con menos títulos. De Argentina están Los decentes, de Lukas Valenta Rinner; Hermia & Helena, de Matías Piñeiro, y Kékszakállú, de Gastón Solnicki. Brasil cuenta con Aquarius, de Kleber Mendonça Filho, ya exhibida y reseñada en Cannes; Colombia presenta La mujer del animal, del estimable veterano Víctor Gaviria, y Pariente, de Iván D. Gaona. Chile exhibe Jesús, de Fernando Guzzoni, y Neruda, de Pablo Larraín, precedida por los elogios recibidos en el festival de Cannes. (Larraín también presenta su más reciente Jackie, de producción británica). Y dos cinematografías caribeñas, la cubana y la haitiana, están representadas por Santa y Andrés, de Carlos Lechuga, y Ayiti mon amour, de Guetty Felin, respectivamente.

Como siempre, uno enfrenta esa imposible programación con la resignación de enfrentar lo inabarcable. A partir de hoy empieza el juego frustrante de escoger una película sobre otras, con el riesgo de tomar la decisión equivocada. Ya les iré contando.

Twitter: @walyder