Deportes
Ver día anteriorJueves 15 de septiembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Es la tercera medalla paralímpica que obtiene el judoca

Ávila transformó su debilidad visual en fuerza de carácter

Un guerrero no se rinde, le dijo su sicóloga y ganó la presea de oro

Foto
El paralímpico Eduardo Ávila se mostró gratamente sorprendido por su recibimiento en el aeropuerto capitalinoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Jueves 15 de septiembre de 2016, p. a15

El campeón paralímpico de judo Eduardo Ávila Sánchez no tiene límites cuando piensa en su futuro. En lo deportivo quiere estar en los juegos de Tokio 2020 y en lo profesional, ejercer su maestría en mercadotecnia integral por la Universidad Anáhuac.

Hace unos años decidió que su debilidad visual no sería impedimento para cumplir sus metas y hoy se alegra de haber tomado esa determinación.

Sorprendido por el recibimiento en el aeropuerto capitalino de parte de familiares y amigos, a su regreso de Río, Lalo se mantuvo sonriente, orgulloso del metal dorado que conquistó, y después confesaría que el deporte me ha cambiado la vida para bien.

Ha logrado más de una treintena de medallas en diferentes partes del mundo, es ampliamente reconocido por su técnica de combate y un rival al que sus oponentes preferirían no enfrentar, además de ser un judoca que ha vencido a competidores convencionales.

En lo académico, no tenía recursos para pagar la universidad, pero gracias a una beca que consiguió por su actividad deportiva, ahora también obtuvo la maestría en una profesión lucrativa.

El hijo de quien fuera entrenador nacional de judo en diferentes oportunidades, Hilario Ávila, y de una estudiosa de los derechos humanos con maestría y doctorado, Ana María Sánchez, recuerda que cuando aseguró la medalla de plata tras vencer al ucranio, ya no quería competir en la final por una lesión que tuvo.

Fue entonces cuando platicó con su sicóloga, quien le comentó que un guerrero no se rinde y que no podía tirar todo el esfuerzo que había hecho para llegar a ese momento, lo que me hizo reflexionar. Pensé, qué me puede pasar, lastimarme más o ganar el oro. Y de ahí me salió el coraje para trabajar con la cabeza, recuerda sonriente.

Aunque la contienda por el oro contra el sudcoreano Jungmin Lee no fue fácil y la lesión por momento le molestaba, el deseo de escuchar el Himno Nacional de México y ver su lábaro patrio ondear en lo más alto fue lo que le impulso a darlo todo y ganar el título.

Fue una emoción indescriptible cuando suena el himno y más cuando sabes que se escucha porque con tu esfuerzo lo provocaste. Fue algo espectacular. Quiero mucho a mi país, esta ciudad (de México) no le pide nada a otras del mundo como París, expresó.

Lalo reparte créditos, porque si bien ahora tiene su tercer presea olímpica –oro en Pekín 2008 y bronce en Londres 2012–, dijo orgulloso que se trató de su esfuerzo personal, pero apoyado con un gran equipo de trabajo.

Desde su padre, quien le exige un severo acondicionamiento físico, hasta el entrenador que le brinda la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte y los apoyos financieros, sin olvidar el grupo de especialistas que lo atienden, las ayudas de la Federación Mexicana de la especialidad, y el apoyo incondicional de la familia, pilar insustituible de su éxito.

Apunta que de ser una persona a la que debían ayudar en casa hasta con las actividades más fáciles, ahora, gracias al deporte, es un ser humano que se vale por sí mismo. Maneja auto, pasea sin inconvenientes, disfruta la vida como cualquier otra persona, pero la mejor enseñanza es la humildad, con la que se conduce siempre.