Opinión
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Ciudad Perdida

Constitución de la CDMX: enorme peso

Se avecinan días de discusiones

Los zapatos de Müller

U

n poco antes del mediodía de hoy, en el antiguo Senado de la República se celebrará la primera cita de trabajo entre quienes podrán discutir, enmendar y, en su caso, aprobar o desechar el proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México. Se avecinan días de discusiones largas, pero ninguna que provenga de la izquierda irá en contra de los capitalinos, de eso estamos casi seguros.

Se iniciará un proceso difícil en el que no se vale que –como ha sucedido en los años recientes–, los partidos políticos solo se miren el ombligo y no distingan el enorme peso que plantea crear esta constitución de frente a las realidades del país, y a una ciudadanía que de ninguna manera se dejará atropellar por los intereses de ninguna bandera partidista.

Se requiere hacer política de la buena, no la de los pactos que avergüenzan, o de los acuerdos cupulares que ignoran los requerimientos de la gente y sólo buscan beneficios para algunos grupos. La Constitución Política de la Ciudad de México no puede ser el Frankenstein, construido con alianzas espurias y parches de todo tipo, que se eche a andar en contra de los capitalinos.

Por eso, cuando el proyecto que se presentó a la Asamblea Constituyente el pasado día 15 habla de los gobiernos de coalición, advertimos que las discusiones serán un camino largo y sinuoso. Otra vez, en este texto queda claro que el voto no tiene ni la mínima importancia, y en el inciso C del artículo 37, que refiere las atribuciones del jefe de Gobierno, se dice que éste podrá nombrar y remover libremente a su gabinete, y sólo en caso de un gobierno de coalición propondrá a quienes lo acompañen en la función de gobierno al Congreso local.

Parecen cosas terribles, en ningún momento se hace referencia al mandato de la gente en las urnas, se desecha por completo la voluntad ciudadana que con su voto orientó el sentido de gobierno. Los gobernantes, debería decir la ley, no podrán incluir en sus gobiernos a personas contrarias al rumbo que marcó el ciudadano. Si se vota por la izquierda, ese deberá ser el camino, si es por la derecha, pues por ahí, pero lo que no puede suceder es que desde el gobierno se siembre la confusión intelectual.

En el proyecto que se entregó a la Asablea Constituyente se habla de los gobiernos de coalición, que no son más que los hijos de la ilegitimidad de los gobiernos, algo así como conseguir los cómplices necesarios para que no se critique a fondo una admnistración en la que todos meten las manos. Si se gana una elección con el voto mayoritario, la idea triunfante se podría incluir en el entramado de un gabinete a los de su mismo signo, pero jamás con quienes profesan una postura política diferente, eso sería traición al voto.

Ese y otros temas serán objeto de trabajos intensos, seguramente de discusiones agrias, por eso sería bueno que los miembros de los partidos políticos dejaran de mirarse el ombligo y echarán la mirada por encima, incluso de la Ciudad de México. No se trata de otra ley, es la Constitución Política de la Ciudad de México. Nada más.

De Pasadita

Si alguien creyó en algún momento que eso de que moda mata conciencia era una falacia, déjeme decirle que se equivocó, y para muestra nada más está haber visto los zapatos de la secretaria de Medio Ambiente de la Ciudad de México, Tania Müller, confeccionados con la piel del algún animal –perdón por no especificar–, aunque estamos casi seguros de que se trataba de algún reptil que utilizó alguna muy buena marca y adornó los pies de la funcionaria que se encarga de cuidar la vida de los animales.