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Miles de personas son afectadas en su recorrido por Jalisco y Nayarit

Río Santiago: 40 años de contaminación, daños a la salud pública y caos ambiental

Especialistas alertan por las descargas que industrias de El Salto realizan al caudal

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Era una cascada enorme, gruesa, fresca, cristalina, recuerdan quienes acudían a El Salto, Jalisco, al llamado Niágara mexicano. Hoy es una caída de aguas malolientes, espumosas y que causan molestias. Allí no se puede ni respirar, se lamentanFoto Arturo Campos Cedillo
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 20 de septiembre de 2016, p. 10

El Salto, Jal.

Hace 40 años comenzaron a detectarse altos niveles de contaminación en el río Santiago por las descargas de aguas industriales y urbanas. Durante este periodo el deterioro ha dejado graves daños ambientales e impactos a la salud en miles de habitantes de este municipio y de Juanacatlán (en los que habitan alrededor de 190 mil personas).

El afluente despide malos olores, está cubierto de lirio y enjambres de zancudos amenazan a la gente. El cuerpo de agua nace en Ocotlán, cerca del lago de Chapala, recorre Jalisco y desemboca en San Blas, Nayarit. Discurre por zonas urbanas y poblados rurales, pero tras atravesar la zona industrial de este municipio –donde hay alrededor de 400 plantas automotrices, químicas y farmacéuticas, entre otras– se convierte en una corriente espumosa y maloliente.

Los pobladores no sólo deben soportar la pestilencia que despide el río, sino enfrentar el riesgo de contraer enfermedades que van desde problemas en vías respiratorias hasta padecimientos como insuficiencia renal y cáncer, que se han multiplicado en años recientes. Tan sólo hasta junio pasado había 678 personas con insuficiencia renal y 215 con diferentes tipos de cáncer; alrededor de 2 mil 900 habitantes con afecciones respiratorias, de la piel, infecciones en los ojos y digestivas, y 669 muertes ocurrieron en ocho años, señala Raúl Muñoz, del comité ciudadano de defensa ambiental de El Salto.

Falta de voluntad del gobierno y empresarios

Décadas de problemas ambientales y de salud indican que falta voluntad de parte del gobierno y de los empresarios. Hay plantas que de un día para otro vierten contaminantes al río y aparecen miles de peces muertos. A principios de julio ocurrió. Eso no fue por aguas negras de Guadalajara y Zapopan, fue porque una empresa arrojó algún contaminante muy fuerte, señala Refugio Velázquez, presidente municipal de Juanacatlán, donde residen 13 mil personas.

Agrega que son insuficientes las plantas de tratamiento de aguas residuales que se han establecido, como la de la presa El Ahogado. Aunque es la más grande de la zona, ya que trata 2 mil 500 litros por segundo, no tiene capacidad para los 5 mil litros que llegan, indica Rodrigo Saldaña, del Instituto Vida. En Juanacatlán hay una planta pequeña que trata mil 200 litros por segundo, explica.

En temporada de lluvias vemos que las plantas no son suficientes para dar tratamiento al agua, así como la utilizaron las empresas la avientan al río, señala Velázquez. Me gustaría escuchar a los industriales decir que van a limpiar las aguas. Falta voluntad.

En entrevista indica que los problemas de salud entre la población últimamente son del riñón y la gente acude a tratarse al hospital civil de Guadalajara, porque en el poblado no se da atención especializada. Dice que hay un grupo de trabajo para tratar el tema del agua en el que participan autoridades municipales, estatales y federales, aunque está incluida la Comisión Nacional del Agua, nunca ha asistido representante de esta instancia.

Niágara mexicano

Juanacatlán y El Salto son municipios vecinos, se encuentran a unos minutos del aeropuerto, en la zona conurbada de Guadalajara. Los une el puente que está sobre la cascada que en algún momento fue conocida como el Niágara mexicano y que ahora es espesa y blanquecina. Los relatos de la gente, como David, que está con su nieto en el mirador, a donde llega el olor fétido revelan una imagen inexistente: Era una cascada enorme, gruesa, fresca, cristalina. Ahora es pequeña, maloliente, sucia. Causa molestias, no se puede ni respirar.

El hedor se acentúa en temporada de calor, pero en tiempo de lluvias hay más espuma. Ésta se desprende del cauce en la caída de El Salto, a partir de ahí se forma un río blanquecino. La gente que vive en la ribera está acostumbrada a tener las ventanas cerradas, a pesar del calor. Y la escuela primaria que se encontraba ahí ya cerró sus puertas por las molestias que ocasionaba a los niños.

Francisco López está desempleado, habita en la calle Francisco Villa en este municipio. Comenta que su hijo Josué iba a esa escuela. Enfermó del riñón y ya le hicieron un trasplante. Recuerda que cuando empezó con problemas de salud le contó que en el colegio jugaban con las bolas de espuma que se volaban desde el río. Dice que gracias a que en ese momento tenía trabajo y contaba con seguro social, no tuvieron muchos problemas económicos para financiar la intervención, pero hubo ocasiones en que pedimos limosna en Guadalajara.

Ahora Josué trata de llevar una vida normal. Pese a que estudió gastronomía ya no puede trabajar en la cocina: el calor le afecta al riñón. Al igual que en Agua Caliente, localidad de Poncitlán, municipio que se ubica en la ribera del lago de Chapala, en esta zona los padecimientos renales también son comunes.

A pesar de que ante las autoridades desde hace años se han hecho denuncias por las malas condiciones del río, no hay avances en la atención del problema, la contaminación va en aumento y no se ha detenido el proceso de urbanización. En 2010 el Instituto Nacional de Geografía y Estadística reportó que en El Salto había 138 mil habitantes, en 2015 ya eran 183 mil, casi 50 mil más. Se urbanizan zonas donde no se les asegura que habrá agua de calidad. Hay más enfermedades, más muerte, señala Graciela González, de la organización Un Salto de Vida.

Muñoz, por su parte, advierte que hay falta de voluntad por parte de las dependencias para realizar el estudio epidemiológico que les fue recomendado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en 2008 y por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco en 2009. Esto deja en la indefensión a todos los habitantes de estos municipios. El caso también se presentó ante la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte –formado por los ministros de medio ambiente de Estados Unidos, Canadá y México–, que elaboró un expediente de hechos en el que documentó la contaminación.

A la espera de un transplante

A la orilla de Juanacatlán, en dos cuartos improvisados de madera y cartones vive Eduviges Cortés con su esposo y sus siete hijos. Alex, de 12 años, está enfermo desde los siete de insuficiencia renal. Residían en Michoacán y llegaron a vivir a este lugar, porque el niño tenía problemas de salud y le detectaron el mal. Está en espera de que le hagan un trasplante, le piden un depósito de 80 mil pesos en el hospital civil de Guadalajara para los gastos médicos. Carece de recursos. Ella y su esposo venden elotes cocidos. Por las tardes va con Alex, quien no se separa de ella, a poner su puesto a la orilla del río, cerca de la cascada de espuma.

Hace 40 años comenzó el problema. La situación no sólo es la misma, ha empeorado, y la gente ha tenido que acostumbrarse a vivir entre el mal olor, la enfermedad y la desesperanza.