Opinión
Ver día anteriorViernes 23 de septiembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Cosas impensables, pero que nos ocurren
Y

o pienso que a todos nos ha de ocurrir que vemos, sabemos y sufrimos de asuntos que nos parece inverosímil que pudieran darse, pero se dan. Por ejemplo: era impensable que al energúmeno ese de Trump no le contestaran como debía ser. No, lo que pasó fue que lo invitaron. Jesús Silva-Herzog Márquez escribió un maravilloso artículo (Reforma, 5/9/16) haciendo una perfecta ilustración del porqué ocurrió la invitación. Ocurrió lo impensable, pero ocurrió.

En la Ciudad de México (CDMX) con frecuencia ocurren cosas impensables con demasiada regularidad. Por ejemplo: el asunto de la movilidad es un gran problema. A todos, y aquí sí creo que a todos, nos afecta, pero ¿hacemos algo al respecto para contribuir a que este problema disminuya? Pues claro que no. ¿Los que tenemos vehículos dejamos de pararnos donde se nos pega la gana, aunque haya letrero que señale que está prohibido estacionarse? Claro que no. ¿Dejamos de pararnos en doble y hasta en triple fila en algunos puntos de la ciudad? Pues claro que no. ¿Los peseros y autobuses han intentado ser más ordenados y dejar de pararse a recoger pasaje donde quieren y como quieren? Claro que no. ¿Los camiones o tráileres que traen diversas mercancías procuran ser ordenados y pararse en sitios donde no estorben el tránsito local? Claro que no. Doy un ejemplo, porque lo sufro cotidianamente: en la calle de Iglesia (delegación Álvaro Obregón), entre San Jerónimo y Río Magdalena (Eje 10), hay un Superama. Casi todos los días se llena de transporte que, me imagino, lo surte. Gracias a ellos y al supermercado, esa calle de cuatro carriles se vuelve de un carril y medio. Yo me pregunto, ¿con qué derecho? Pero lo impensable adicional es que no hay autoridad alguna que evite esto y ejerza su facultad para impedirlo. La pregunta es: ¿y el derecho ciudadano dónde queda? Y esto es sólo un ejemplo de lo que seguro ha de ocurrir en múltiples sitios de la ciudad.

Es impensable que las obras en la CDMX se sigan haciendo con la misma inadecuada ejecución de hace, qué le gusta, ¿30 años? Pero así se hacen. Las obras, me imagino, son concesionadas a empresas, y éstas, sin ningún recato y total falta de respeto a los ciudadanos, hacen lo que quieren y como quieren. ¿Y la supervisión?, bien, gracias. El punto aquí es que toda obra causa molestias, es así y así tenemos que aceptarlo. Pero, ¿qué no hay estrategias para mitigar los efectos de la obra? Claro que los hay. Pero, ¿por qué no se implementan bien? Yo pregunto, yo no sé; lo que sí sé es que debería ser impensable que no se haga algo al respecto. ¿Por qué no ocurre? Pues hagan sus apuestas.

También pensaría yo que es impensable que en esta gran metrópoli moderna, de la cual estamos todos orgullosos, tengamos un sistema de recolección de basura tan añejo. Yo he sido testigo de que los camiones de basura se paran en esquinas como Madero e Isabel la Católica a las 15 horas para extraer la basura que llevaban y hacer la separación de ella en la calle. Cuando vi eso, por el lugar y la hora que ocurrió, pensé (en broma) que seguro era una estrategia de la Secretaría de Turismo para atraer turistas extranjeros. Pues este espectáculo lo he visto en avenida Insurgentes Sur a la altura de Vito Alessio Robles, a las 12 del día, y en otros lugares similares. Impensable que esto ocurra, pero ocurre, y yo me pregunto: ¿quién en esta ciudad tiene a su cargo los camiones de basura?, o más bien, ¿quién tiene la autoridad y vigila para que esto no ocurra?

Lo impensable también ocurrió recientemente. Resulta que el segundo piso ahora va a tener un nuevo inquilino: ¡transporte público! Bueno, yo no sé, pero ¿será buena idea? ¡Quién sabe! Al rato, como en un principio va a funcionar bien, se va a querer ampliar dicho tipo de servicio, quizás no en esta administración. Pero, ¿quién garantiza que esta idea, buena en lo esencial, no se transforme en mala? Ya pasó con los peseros hace muchos años, y se transformó en lo que es hoy: una pesadilla mal manejada. Si estamos todos preocupados por la movilidad, no sería más útil y eventualmente efectivo: 1. Ordenar, ampliar y mejorar la calidad del transporte público de superficie. 2. Cumplir con la norma que estipula que los tráileres que traen productos a la CDMX sólo circulen de las 23 a las 5 horas. 3. Hacer cumplir al ciudadano que no se estacione donde dice que está prohibido. Yo entiendo que estas tres cosas son muy difíciles y complicadas de implementar. Pero, ¿qué no valdría la pena intentar empezar por ahí? Quizás con el tiempo y un poco de autoridad plenamente ejercida y, sobre todo, si todos contribuimos y procuramos cumplir con las mínimas normas sociales, que obligan a que nos respetemos los unos a los otros, viviríamos todos con mejor calidad de vida. ¿Podremos?