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Leticia Hidalgo, cuyo hijo fue secuestrado en 2011, lleva su testimonio al exterior

Vamos a otros países porque aquí no hay voluntad para buscar a los desaparecidos
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La nueva Rosario Ibarra, como la llama Elena Poniatowska, a las puertas del Museo de Victoria y Alberto, muestra el pañuelo bordado para su hijo Roy, desaparecido desde hace cinco añosFoto La Jornada
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 24 de septiembre de 2016, p. 10

Leticia Hidalgo recorre 8 mil 476 kilómetros para recoger un regalo para su hijo Roy, desaparecido desde 2011. Va desde Monterrey a Londres; desde el municipio de Santa Catarina al Museo de Victoria y Alberto, uno de los más importantes de Gran Bretaña, especializado en arte y diseño.

Allí se exhibía un pañuelo que la activista mexicana Teresa Sordo bordó para el muchacho secuestrado y desaparecido por policías municipales de Escobedo el 11 de enero de 2011. Se vale llorar, pero rendirse, jamás. Si nosotras no buscamos a nuestros hijos, nadie más lo hará, dice el pedazo de tela entre corazones, otras frases y un ¡Fuerza, Roy! con puntadas en verde, el color de la esperanza.

Un pañuelo entre cientos –¿o miles?– que en los años recientes han sido elaborados para el proyecto Bordados por la paz, en recuerdo de asesinados y desaparecidos. Una artesanía que aquí pocos han volteado a ver, pero fascinó a los curadores del museo británico: la incluyeron en la exposición Objetos desobedientes, selección de las más representativas muestras de arte, diseño y activismo del mundo en los pasados 30 años. De México también llevaron una muñeca zapatista de trapo y de Latinoamérica hay una arpillera bordada por madres de desaparecidos durante la dictadura en Chile y carteles que la organización HIJOS usó en los escraches (manifestaciones) para señalar casas de represores en Argentina.

Bordados por la paz

“Con los Bordados por la paz se ha consolidado una red humana de manos y agujas para visibilizar a las víctimas de la guerra, tanto asesinados como desaparecidos. Los pañuelos están hablando, y el de mi Roy está gritando”, dice Leticia Hidalgo vía telefónica. Se retrata en la puerta del museo con el pañuelo entre sus manos y una playera negra con letras blancas que preguntan ¿Dónde están?

Lety es una mujer que igual pelea con burócratas como batalla contra el dolor por la ausencia de su hijo mayor, estudiante de ciencias del lenguaje y aficionado al club de futbol Tigres. Es incansable integrante de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (Fundenl), uno de los grupos de familiares más activos de los años recientes.

La nueva Rosario Ibarra, como la llama Elena Poniatowska, viajó invitada por el Museo de Victoria y Alberto, pero aprovecha la estancia para ofrecer una serie de pláticas y conferencias en importantes universidades británicas como la College de Londres. También participa en actividades por el segundo aniversario de Ayotzinapa, organizadas por London Mexico Solidarity, grupo que desde hace casi 20 años trabaja para mostrar la otra cara de México. Desde 2014, dicen sus integrantes, se enfocan sobre todo en hacer visible que en el país hay decenas de miles de desaparecidos.

En diálogo con La Jornada, Leticia Hidalgo cuenta que atravesó el mundo para llevar las voces de muchos: Voy a hablarles de los 28 mil desaparecidos de esta guerra y también voy a decirles que en México el origen de esta práctica se remonta a la década de los 60. Que por mucho tiempo dieron vuelta a la hoja, escondieron bajo la alfombra las violaciones a derechos humanos y lo único que pudo ocurrir fue que resurgieran estas prácticas.

El 10 de mayo las madres de desaparecidos denunciaron que México vive en una guerra no reconocida. Exigieron el fin de una política de seguridad que arrastra a la población civil, pero parece que aquí sus palabras no tienen el eco necesario. Por eso, dice Lety, apuestan por visitar Europa: Venimos al exterior para hablar de la guerra que estamos sufriendo en México desde hace 10 años, porque es necesario que todo el mundo sepa que tenemos oficialmente más de 30 mil desaparecidos y que no les interesan a estos gobiernos, ni al anterior ni al actual (Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón). En ellos no vemos voluntad política para buscarlos y encontrarlos.

Como otras madres de desaparecidos, Leticia no descansa. Analiza montañas de expedientes, investiga con la pericia de los mejores detectives y recorre peligrosos terrenos arriesgando la propia vida. Dos veces ha llevado su testimonio fuera del país y a partir de esta tercera, dice, comienza un nuevo camino que planean transitar: Trataremos de estar en todos los actos posibles para generar solidaridad y empatía en otros países. Estamos emprendiendo acciones para buscarlos en todo el mundo. Seguiremos en todos los lugares a los cuales podamos ir.