Opinión
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De ida y vuelta
C

uenta Andrés Iduarte que cuando despuntaba el amanecer del siglo XX pasaba sus días en el rancho familiar de Miramar, cercano a Frontera, en Tabasco, y parado en las playas del golfo de México contemplaba con su padre el horizonte y le decía: mira, allí se ve la costa de Cuba y allá, más al sur se ve Santo Domingo y Puerto Rico. Obviamente aquello no era cierto, pero tenía razón.

Durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX la vida cotidiana del Gran Caribe unía los destinos de hombres y mujeres de San Juan Bautista de la Villahermosa, Campeche y Mérida en México con aquellos de La Habana, San Juan, Nueva Orleans, pasando por las Islas Vírgenes hasta Cartagena de Indias y La Guaira. Ese universo, con un tejido cultural tan apretado, permitía que el niño Andrés tarareara una guajira que hacía la loa de José Martí, Antonio Maceo y Quintín Banderas y, sobre todas, cantara sin sosiego en la cocina de su casa la habanera Tú y viera en las mujeres tabasqueñas que lo rodeaban a aquella “hermosa y sin par/ adorable trigueña/ de todas las flores/ la reina eres tú/… en la isla hermosa del ardiente sol”.

Y cuando en 1937 Mario Bauza llegó a Harlem y poco después lo alcanzó la voz de Machito para compartir con Dizzy Gillespie sus hambres de experimentar, todo cambió. El Gran Caribe, llegó hasta Nueva York. Una década después Chano Pozo metió sus tambores con ritmos cubanos a la música de jazz. El repertorio se hizo infinito.

Pasó casi medio siglo y en 1980, cuando el gran niño prodigio que fue Paquito D’ Rivera, ya experimentado y maduro músico llegó desde La Habana a Nueva York, fue cobijado por Bauza y Gillespie, con quien fundó en 1988 la United Nation Orchestra. El jazz había acogido al Caribe y ya nunca se separó de él. Con más de un centenar de discos y una intensa agenda de conciertos Paquito D’ Rivera es uno de los músicos de jazz de más genio, prolífico y, sobre todas las cosas, generoso, de los tiempos que corren.

Armando Manzanero nació el 7 de diciembre de 1935, en Mérida, en la mesa de la cocina de su casa. Llegó con una estrella entre sus manos. Sus padres le enseñaron a pulirla: él era panadero y trovaba, ella tocaba el piano y bailaba la jarana.

El genio musical, los programas de radio, las fiestas de los pueblos fueron su equipaje cuando llegó a la ciudad de México a los 20 años. Era tanto su brillo que Llorando estoy, Voy a apagar la luz, Edi Edi, Paso a pasito fueron el preludio de la grandeza universal con la que nos regaló Adoro, No, Como yo te amé, No se tú, Mi adorado amor, dedicado a su ciudad natal, Esta vez que te vas, No ha pasado nada, Te olvidé pensando en ti, su obra se cuenta por centenas y es ya un legado universal, verdadero patrimonio de la humanidad. Con la luz de sus canciones todos en el alma miran. Armando Manzanero es una ofrenda del sonido. Su música torna divina a la pareja, hace una fiesta del amor.

Como los milagros existen cuando se buscan, este 2016 la nostalgia nos regala un disco sin par, Paquito & Manzanero, en el que con los arreglos de jazz del joven pianista neoyorquino Alex Brown, el virtuosismo de Diego Urcola, la batería de Antonio Sánchez, el bajo de Carlos Henríquez, todos dirigidos por el clarinete, el sax y la grandeza de Paquito D’ Rivera y las sugerencias y algunas voces de Armando Manzanero nos permiten alcanzar el cielo. Ese paraíso en el que nuestro gran Melón, al lado de Dizzy Gillespie, Mario Bauza y Andrés Iduarte, aplauden sonrientes al escuchar estas músicas.

Todo se vuelve a tejer en una trama sin fin de ida y vuelta. La cultura del Gran Caribe revive ante nosotros cuando escuchamos Amanecer, Esta tarde vi llover, Voy a apagar la luz, Llévatela, Contigo aprendí, Somos novios, Por debajo de la mesa, Mía, Te extraño, Parece que fue ayer y por el refinamiento de sus sonidos llegamos a sentir que nuestra piel se moja con las olas de mar. Arropados en ese calor, por un instante sólo, sentimos que somos de Mérida, de La Habana, Manhattan, Marianao, Villahermosa, Campeche, Nueva Orleans, y de la Ciudad de México, que sí, que cuando esta música escuchamos, también es del Caribe.