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Acuerdo de paz en Colombia
Timochenko, luego de 40 años de lucha, listo para seguir su batalla como civil

El guerrillero es el tercer jefe en la historia del grupo guerrillero

 
Periódico La Jornada
Martes 27 de septiembre de 2016, p. 6

El Diamante, Colombia.

Rodrigo Londoño resolvió que la vía democrática estaba cerrada con la muerte de Salvador Allende, y entonces se alistó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Casi 40 años después, el ahora jefe máximo de la principal organización guerrillera colombiana firma la paz con el gobierno para seguir su lucha como civil.

Conocido sobre todo como Timochenko, nombre de guerra adoptado de un profesor de marxismo de la Unión Soviética, este gran admirador de Hugo Chávez lleva desde los 17 años combatiendo al Estado colombiano, oculto en ese mundo de la selva, del páramo, de los ríos, de los nacederos de agua.

El también apodado Timoleón Jiménez, de 1.65 metros de estatura, barba y contextura robusta, ha sobrevivido a décadas de golpes y enfrentamientos con el ejército y a la muerte de varios cabecillas de las FARC, la mayor y más antigua guerrilla de América.

En 2011 se convirtió en el tercer líder de la historia de las FARC, después de que fue abatido en un operativo de las fuerzas militares el entonces jefe máximo, Alfonso Cano, sucesor de Manuel Marulanda Tirofijo, quien fundó y comandó esta guerrilla marxista hasta su muerte en 2008, a los casi 80 años.

Para entonces, las partes llevaban a cabo la fase secreta de acercamientos y, pese a la muerte de Cano, las FARC –alzadas en armas tras una sublevación campesina en 1964– no suspendieron las negociaciones, que iniciaron formalmente en 2012 en Cuba.

Anteriormente, Timochenko fue jefe del Bloque Magdalena Medio y perteneció al secretariado de las FARC, la cúpula rebelde de siete comandantes.

Según el analista Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, Timochenko es uno de los tipos más queridos en las FARC por la estrecha relación que tuvo con Marulanda.

El comandante Carlos Antonio Lozada asegura que “es muy fácil trabajar con Timo, porque es un hombre sencillo, de trato muy cálido con todos. Es sumamente comprensivo y muy reflexivo”.

Sobre su vida hay más dudas que certezas. Niega haber recibido entrenamiento médico y militar en Rusia y Cuba, como sostiene la inteligencia colombiana, aunque reconoce haber desempeñado labores de enfermería en sus primeros años en las filas insurgentes.

No me gusta hablar de mí, dice cuando se le pregunta por su vida. En septiembre de 2015 aseguró que el 85 por ciento de lo que se dice sobre él es carreta (mentira).

Nació el 22 de enero de 1959, unos días después del triunfo de la revolución cubana, en el departamento del Quindío, una zona cafetera en el centro del país, de un padre de origen liberal convertido en comunista y una madre cristiana.

Voraz lector de literatura política, Timochenko cuenta que aprendió a leer a los cinco años y a los 12 ya había devorado el Manifiesto comunista, aunque el primer libro que leyó fue la Biblia. Su padre, analfabeto, era dueño de una tienda donde ocurrieron sus primeras aproximaciones con el marxismo leninismo.

Entonces se le despertó una sensibilidad social alimentada por las desigualdades que veía en su pueblo. En la escuela me preguntaba por qué había compañeros que iban sin desayunar y otros (vivían) con derroche, aseveró.

A Timochenko se le identificó como más cercano al sector militar que al político de la insurgencia y tiene docenas de órdenes de captura por delitos de secuestro, extorsión y terrorismo.

Además, el Departamento de Estado lo señala de establecer las políticas de las FARC para dirigir y controlar la producción y distribución desde Colombia de cientos de toneladas de cocaína hacia Estados Unidos.

Reacio a pedir perdón a las miles de víctimas ocasionadas por su organización, Timochenko cambió su postura y en la ceremonia de paz dijo, en nombre de las FARC: ofrezco sinceramente perdón a todas las víctimas del conflicto por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra .

De su casi medio siglo en la lucha armada reconoce que la mayor lección aprendida es que no debía haber guerra y que no hubo vencedores ni vencidos.

Timochenko dice pensar solo en el mañana cuando se le indaga sobre sus aspiraciones electorales, cuando las FARC pasen a ser un partido político si los colombianos aprueban los acuerdos de paz en el plebiscito del 2 de octubre.

Y reconoce que una de sus ilusiones es volver a su pueblo y visitar por primera vez la tumba de sus padres y de su hermano, asesinado por un sicario.