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El violinista es una de las figuras estelares del Foro de Música Nueva Manuel Enríquez

Dar nueva textura a las obras, leitmotiv de Michael Barenboim

Es increíble que con sólo cuatro cuerdas se pueda lograr una gama infinita de sonidos, de colores, de formas de tocar, expresa en entrevista con La Jornada

Hoy ofrece un concierto en la Sala Nezahualcóyotl

Sábado y domingo será solista con la Orquesta Filarmónica de la UNAM

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Me interesa mucho el trabajo de jóvenes compositores que no necesariamente son famosos, como el alemán Johannes Boris Borowski, a quien considero el continuador de la labor de Boulez, señala Michael Barenboim, hijo del director argentino-israelí Daniel BarenboimFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 30 de septiembre de 2016, p. 3

El violinista Michael Barenboim (París, 1985), joven de sonrisa tímida y ojos curiosos, busca en cada concierto propiciar un diálogo entre sus compositores seleccionados, interpretarlos a la perfección y aún más: hallar a cada momento colores nuevos en las obras.

Así describe el benjamín de la dinastía Barenboim su experiencia en los escenarios como músico solista profesional.

De visita en México por primera vez, Michael es una de las figuras principales del Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, que se celebra estos días en diversas sedes del país.

En entrevista con La Jornada, el violinista suelta una carcajada de sorpresa cuando se le hace notar que el concierto que ofrecerá este viernes en la Sala Nezahualcóyotl reúne a autores cuyo apellido comienza con B: Berio, Bach, Boulez y Bartók; él mismo completa el quinteto. Pero es sólo una casualidad, comenta.

Luego, entusiasmado, añade que las piezas que interpretará las eligió “para alentar una suerte de diálogo entre los autores y sus composiciones; inicio con Berio (Sequenza VII), sigo con Bach (Sonata para violín no. 3), que suena diferente, luego la Sonata para violín de Bartók, que tiene un poco que ver, y Anthèmes 1 de Boulez. Al final no es lo mismo escucharlas solas que todas juntas, pues hacen una muy buena combinación.

“Se trata de obras totalmente de vanguardia, son los clásicos de la música contemporánea. La sonata de Bach es una de las piezas más importantes del siglo XX; la Sequenza de Berio tiene influencia de Bach, y qué decir de Anthémes, de Boulez, un ejemplo fantástico de la riqueza de posibilidades que tiene el violín, en cuanto a técnica, estructura o emociones. Por eso hay que tocar estas piezas juntas, en un solo concierto, y no dedicar la interpretación nada más a Boulez o a Bartók”.

Formación en Francia y Alemania

Michael Barenboim nació en Francia, pero creció en Berlín, donde realizó estudios en la Escuela Superior de Música y Teatro de Rostock, con Axel Wilczok. Luego regresó a París y estudió filosofía en la Sorbona.

Como violinista han sido notables sus participaciones con la Filarmónica de Viena, donde se le recuerda por su interpretación del Concierto para violín de Schönberg. También estuvo presente en las celebraciones por los 90 años de Pierre Boulez (1925-2016), y ha sido acompañado por la Filarmónica de Berlín, además de sus actuaciones en la Ópera Nacional de París y el Festival de Salzburgo.

A los siete años comenzó a tocar el violín, enamorado desde el primer momento de ese instrumento que ahora es un compañero de vida “sumamente interesante porque es increíble que con sólo cuatro cuerdas se pueda lograr una gama infinita de sonidos, de texturas, de formas de tocar. Me gusta el violín porque me permite expresar muchas cosas. No hay lugar para el cansancio o el aburrimiento, siempre estoy aprendiendo. Claro, el único problema es que la práctica es interminable, pero me agrada.

“Cuando toco una pieza trato de crear nuevas maneras de interpretarla, pues mi trabajo es darle nuevos colores y texturas a esa obra maestra que ha pintado cada compositor. Quizá más tarde me interese componer mis propias piezas, pero no por el momento.

Por ejemplo, me interesa mucho el trabajo de jóvenes compositores que no necesariamente son famosos, como el alemán Johannes Boris Borowski, a quien considero desde el punto de vista estético el continuador de la labor de Boulez, o Benjamin Attahir, libanés-francés muy interesante, también de la escuela de Boulez. Todavía no conozco compositores mexicanos, espero que pronto.

Cada quien su carrera

Michael Barenboim es hijo del pianista y director de orquesta argentino-israelí, naturalizado español y palestino, Daniel Barenboim, y de la también pianista rusa Elena Bashkírova.

En particular, con su padre ha colaborado en el proyecto West Eastern Divan, concebido en 1999 por Barenboim y el intelectual estadunidense de origen palestino Edward Said (1935-2003), el cual consiste en un taller para jóvenes músicos de Israel y otros países de Medio Oriente con la finalidad de combinar el estudio y el desarrollo musical con el conocimiento y la comprensión entre culturas tradicionalmente rivales.

Mi padre y yo tocamos diferentes instrumentos; me gusta que hagamos trabajos distintos, pero también he colaborado con la familia; es algo inevitable, aunque no lo hacemos tan seguido, y creo que es mejor así, para que cada quien desarrolle su carrera, concluye el violinista.

Además de su concierto de hoy a las 20:30 horas en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (Insurgentes Sur 3000), Michael Barenboim tocará, en el mismo recinto, acompañado por la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam), el fin de semana: el sábado a las 20 horas y el domingo al mediodía.