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Nosotros ya no somos los mismos

Sembrar Ayotzinapas en la grande y amorosa y libertaria capital es mantener viva la consigna: ni perdón ni olvido. ¡Justicia!

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Familiares, profesores y estudiantes efectuaron un mitin la tarde del 27 de septiembre de 2014 en la plaza del Primer Congreso de Anáhuac, en Chilpancingo, Guerrero, por la agresión que sufrieron alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, civiles y deportistas la noche anterior en IgualaFoto Cuartoscuro.com
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a nada más faltaba que cometiera mis errores dos veces y, sobre todo, tan seguido. En la columneta anterior fue tanto mi empeño en razonar, justificar la petición que, cubriendo todos los requerimientos constitucionales presentaba al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que me fui de largo, me terminé el espacio y, yo solito, me quité la escalera y mi brocha aguantó menos que los votos de castidad y pobreza del editor del semanario Desde la Fe. Y su asesor áulico, don Norberto (¿o al revés?).

Con la humildad franciscana que me es propia (por algo en mi bautizo fui consagrado al santo de Asís), entiendo que el doctor Mancera no forme parte de la multitud que los lunes por la mañana arrebata a los voceadores este periódico, para entender por qué, nosotros ya no somos (ver obituario) los mismos. Pero su diligente director de Comunicación Social, don Julián Andrade Jardí, que ojalá sea tan eficaz como los modestos jefes de prensa de la belle epoque (Rafael Solana, Rafael Muñoz, Barrera Fuentes, García Garza, Carlos de Landero, Jaime Ramos), a la temprana hora en la que el doctor MAM calza sus tenis: Nike sb Dunk Low Parls (lunes, miércoles y viernes), o sus Jordan 4 Eminem X Carhartt (martes, jueves y sábados), ponen en sus manos la carpeta con la información del día perfectamente jerarquizada: noticias sobre su persona, y cercanos colaboradores. (¡Dios de bondad! Líbranos de su concupiscencia o inclinación al mal o, peor, a la estupidez.) Ocho columnas, noticias de la ciudad, nacionales, área metropolitana, partidos políticos, obituarios (los importantes, nada de estadísticas), columnas de opinión (las no cooptadas, las semi y las que quieren serlo. De las que ya están en la nómina sólo hay que revisar la línea, la gramática elemental y que no se excedan en los superlativos). Que no falten algunas notitas de la alfombra roja y del show business, mismas que, si son de la farándula autóctona podrán, a criterio del responsable, encabezar el listado informativo. Pues este lunes, dentro de los comentarios especiales que los analistas, actuarios, sociólogos, antropólogos, sicólogos, orejas (ahora firman como encuestólogos), que integran el team de estrategas que diseñan y construyen la imagen del gobierno de esta retahíla de consonantes con que se conoce a la Ciudad de México, seguramente incluirán una notita que diga: de nueva cuenta se dirige a usted el columnista de La Jornada que el lunes pasado inició una petición, sustentada en el texto del 8° constitucional y que, además, pretendió validar históricamente con el relato del arrasamiento (destrucción de un lugar del que no queda nada en pie) que Adolfo Hitler ordenó contra el pequeño poblado de Lídice a fin de que: ¡borrada de la geografía, borrada de la historia, nunca nadie sabrá que Lídice existió. Con esta historia ya dos veces contada, el escribano de La Jornada se permite formular a fojas 328 (por ambos lados), la petición que le resumimos en los siguientes renglones: que tomando en cuenta, en primerísimo lugar, las expresiones que sobre el nefando crimen de Ayotzinapa, usted ha hecho públicas y que han definido tanto su postura personal como las del gobierno que preside, se permite formularle por escrito, de manera pacífica y respetuosa como la ley suprema estipula, la siguiente petición: gestionar ante la Dirección de Administración Urbana, dependiente de Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), dependencia responsable de establecer y, en su caso, modificar el nombre de las vías públicas, espacios abiertos, colonias, barrios y pueblos de la C de M, que una colonia, de cada delegación de las 16 que forman la capital del país, adopte el nombre de ese pequeño territorio de la porción central del estado de Guerrero, víctima de la irracionalidad y la barbarie, después de dos años no hemos sido capaces de desagraviar. La intención es que broten por todos los rumbos de la ciudad capital, esas señales de nuestra dolencia, anonadamiento, indignación y, por supuesto, de exigencia perenne de verdad y justicia. Sembrar Ayotzinapas en la grande y amorosa y libertaria capital es mantener viva la consigna: ni perdón ni olvido. ¡Justicia!

Aclara el remitente. Utilicé en mi petición el verbo gestionar, no porque ignore la conformación de la comisión de nomenclatura (establecida de conformidad con el artículo 90) y sobre la cual el jefe de Gobierno evidentemente tiene todo el ascendiente político, administrativo, etcétera. Con gestionar, expreso mi deseo, mi ánimo de que si esta propuesta tiene eco y prospera, no represente una decisión de autoridad, sino una libre expresión de voluntad ciudadana. A la Asamblea Legislativa no le corresponde vela directa en este asunto, pero… a un guiño del doctor MAM, los diputados afines y los que se mueren por serlo subirían a la tribuna (¿cuántos lo hacen a escondidas para una foto que enorgullezca a la familia?) y apoyarían frenéticos tan loable y justiciera iniciativa. Con los jefes delegacionales a lo peor hay problemas, ¡Tan independientes que (casi) todos son! Los imagino, emocionados, clamando: Perdón, jefe: ¿qué no es más fácil que todas las delegaciones se llamen Ayotzinapa?

A la hora de escribir estas líneas se me ocurre (bendita Gin MG desde 1835): ¿Y si a algunos paisanos, de los que harán perder al peligroso payaso Eso (locura de Stephen King, 1990) en la próxima elección, se les ocurre la misma idea y le agregan al condado donde son mayoría, el título, Ayotzinapa? Y si el ejemplo se reproduce y lo vemos en Santiago de Chile, Montevideo o las Ramblas de Barcelona? Ayotzinapa, lo hemos visto, es hoy por hoy un símbolo, un emblema universal. Qué orgullo ser los primeros en asegurar su pervivencia y ondearlo sin desmayo ni abandono. Sugerencia final del ponente: de cuajar la idea, hay que darle solemnidad y prestancia: un día, a la misma hora, en las delegaciones de la ciudad, habrán de celebrarse ceremonias solemnes en las que una de sus colonias, a partir de esa fecha, asumirá a su nombre tradicional, el agregado de Ayotzinapa. En el ritual religioso se llaman advocaciones a los títulos que se dan a iglesias, capillas, acontecimientos. También a la dedicación que se hace en honor de la Virgen o de algún santo. A las múltiples formas en que se presenta a la madre de Jesús se les llama así: advocaciones. Dentro del mundo laico existen igualmente esos títulos, reconocimientos. Mi entidad nativa es Coahuila… de Zaragoza. Dentro de la cauda inmensa de ciudadanos superiores que en mi tierra se han dado desde los orígenes se escogió a Ignacio Zaragoza para patentizar nuestra devoción por la libertad y la soberanía. Con prístino orgullo (decimonónico, por supuesto), yo sigo contestando en los cuestionarios: ¿origen? Coahuila de Zaragoza.

Un verbo que ya no se conoce siquiera es, adverar. O séase avalar, testimoniar, certificar. Mi modesta propuesta es muy simple: conjuguémoslo en plural. Seamos todos juntos los sujetos de la acción de ese verbo, tan antiguo como vigente: necesitamos certificar los testimonios, para poder avalar las verdades.

Jefe MAM: el esfuerzo de sintetizar al escribidor agotó al equipo toda la noche. Sin embargo, estamos a su disposición para que nos haga saber el destino de este desatino. ¿Quién contesta? ¿El director de Atención Ciudadana? ¿El director del Jurídico, doctorado en Constitución? ¿O se lo enviamos a la señora Mercado y que le dé cita para septiembre de 2018? (Carlitos Flores lo entretiene mientras.) Le comunico, por lo que resulte pertinente que el jornalero terminó su pretensión con la siguiente cita: A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido , la cual tiene la obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario.

Por nuestra parte, para obviarle pérdida de tiempo, ya indicamos al amplio grupo asesor en materia jurídica que nos confirme si el multimencionado artículo 8° en verdad ampara tales excesos.

Como ven, llegué al final barriéndome. Los tendré al tanto, pero ahorita debo ir a escuchar a Hillary, si no al rato no me va dejar dormir con las dudas que la atormentan siempre. Está peor que Margarita Zavala cada ocho horas que sale del confesionario.

Twitter: @ortiztejeda