Opinión
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Isocronías

Hechuras del poema

L

a poesía es a la vez fácil y difícil, y hasta me atrevería a decir que muy, ambas cosas.

Quizá en lo que la hace difícil, el fenómeno tenga que ver con el hecho de que el poeta no logrado es en verdad, como lo dijera Zaid respecto a las lecturas públicas por parte de su autor, un mal actor (en este caso por escrito) de sus propios sentimientos. El que consigue limpiamente su objetivo (algo relacionado con el tan mencionado fingidor de Pessoa) sería en efecto alguien que sabe cómo conectarse con sus auténticos sentimientos, y… expresarlos.

En cuanto a lo otro, tendría que ver con la alta capacidad de escucha del propio lenguaje –sólo propio en cuanto que le concierne directamente, pero en efecto de todos— por parte de la persona-poeta

Escuchar es difícil, pero escucharse más. Al menos eso es lo que suelen evidenciar a sus dueños las grabaciones de su propia voz. Ignoro a qué se debe esa digamos repulsa. La tecnología permite grabaciones cada vez más nítidas. No es ya creíble achacarla a una deficiente grabación. Y, eso queda claro cuando la gente en torno le insiste al de la voz grabada que así es su voz, voz en general normal. Aún así la resistencia se manifiesta.

Una manera fácil de hacer poesía es escuchar, o si se quiere intuir, percibir, lo poético de las palabras, propias o ajenas. Advierto algo, que bien puede sonar exagerado: toda palabra trae su carga poética, y por decirlo así atrae una carga mayor (Fragmentos a su imán es un título de Lezama Lima; imaginemos que la poesía es el imán y los fragmentos las palabras; sólo que la poesía, que es lo que las convoca, les da poder para que se convoquen entre sí en nombre del poema). Si uno, considero, puede atender al poder convocatorio de cada palabra, puede limpiamente llegar al poema que desde dentro –desde cualquier lugar– lo ha convocado.

Ahora, en el proceso de creación de un poema puede darse el caso que la intuición del mismo sea algo o muy imprecisa, que el poema debe esperar para alcanzar su definición mejor. Esto, se sabe, puede llevar meses, años. Algunos le llaman corrección; yo le llamaría pausada hechura de un texto que eso pide. Si uno piensa en lo primero puede que tienda a desesperarse, si sólo en lo siguiente, se apacigua y sigue su camino: estoy haciendo algo y así es como se hace este algo.