Opinión
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Ciudad Perdida

Ataques al proyecto de constitución

Partidos fijan posturas

Pros y contras

L

os ataques que se han levantado en contra del proyecto de constitución política de la Ciudad de México no logran enmascarar el encono contra el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, generado en algunos sectores de la población, principalmente en los que se suponían parte del constituyente y a los que no se les consideró dentro del equipo que tuvo bajo su responsabilidad la redacción del documento, y que ahora lo atacan como si fuera un hecho sin posibilidad de corrección.

No creemos que el texto que elaboraron ciudadanas y ciudadanos, calificados o no, para reflejar en el proyecto de constitución la verdad de la sociedad de esta ciudad suponga que esa verdad, la de ellos, sea inamovible. Hay una asamblea que tiene como responsabilidad observar y modificar el texto que se entregó. Eso lo sabían los dos grupos que construyeron el proyecto, aunque parecen ignorarlo quienes lo descalifican, sin entender que ese texto tiene futuro, precisamente por eso, porque no es perfecto.

Las ideas que se tienen, preferentemente desde la izquierda con Morena y el PRD, van en el sentido de otorgar, desde todos los puntos de vista, mucha más ciudadanía. Buscarán, por ejemplo, devolver su valor político al voto para hacer que los candidatos a cargos de elección popular se vean obligados a marchar, en caso de que sean electos, por el camino que marca su programa de gobierno, mismo que tienen que registrar y presentar ante la gente.

Así como ese ejemplo hay muchos que entrañan cambios al texto original, pero que guardan las intenciones vanguardistas que propone. No hay por qué apurarse a descalificarlo; habrá tiempo y seguramente artículos que merecerán las críticas, principalmente de la derecha, que en esta ciudad no convence, que no tiene muchos votos, pero que está representada también en la Asamblea Constituyente.

Ayer, sin mayor debate, cada uno de los ocho partidos que tienen curules en esa representación legislativa marcaron su línea de acción para las guerras ideológicas por venir. El PRI dijo que iba a proponer el proyecto de una ciudad que nunca defendió, por la que no luchó. En la tribuna hubo discursos que hasta pedían el reconocimiento de Dios dentro del texto constitucional.

Pero también hubo posturas interesantes, como la de Morena, que subió una idea que seguramente está en el ánimo de todos: la revocación de mandato. Bertha Luján, quien habló a nombre de ese grupo parlamentario, puso énfasis en la imposición de los 40 diputados designados que distorsionan la voluntad popular y dijo estar consciente de que la lucha de la Constituyente será en contra del neoliberalismo. Y cerró con una exigencia: que la constitución que se apruebe sea sometida a referendo.

Dolores Padierna sorprendió cuando anunció la muerte, o la agonía, del neoliberalismo en la ciudad. Habló sin miedo a las críticas y a lo políticamente correcto del retorno al nacionalismo, pero con acento en los derechos ciudadanos y apoyada en el hecho democrático. La coordinadora del grupo del PRD también se manifestó por que la constitución que se apruebe sea conocida y votada por la gente, para dar legitimidad al texto.

El panismo, por su parte, se declaró en contra del proyecto de constitución, como ya se esperaba, y que ya está a discusión, dado que ayer mismo quedaron integradas las comisiones donde se analizarán los alcances y se modificarán las ideas que se plasmaron en el proyecto.

De pasadita

En la Asamblea Constituyente el escenario está listo; la guerra que viene algo traerá de bueno. Claro, si algo bueno puede nacer de una guerra.