15 de octubre de 2016     Número 109

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
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Suplemento Informativo de La Jornada

mesa filosofía

Una reflexión sobre los conceptos honor y prestigio y kaxumbekua / honorabilidad

Alicia Lemus Jiménez Instituto Tecnológico Superior P’urhepecha

Entre los p’urhepecha de Araken, el sistema de cargos es equivalente a un complejo entramado de creencias que determinan el deber ser de los individuos y su relación con lo que ellos consideran sagrado. Ello contrasta con la visión occidental que percibe este sistema desde una perspectiva económica y que tan sólo otorga prestigio a quien ostenta un cargo.

Existe en lengua p’urhepecha la palabra kaxumbekua, esto es “honorabilidad”, y ello va mucho allá de lo que es el honor y prestigio. Es un concepto polisémico porque aglutina valores como buena crianza, cortesía, amabilidad, servicio, respeto, dignidad, trabajo, ayudanza, reciprocidad y obediencia. Todos estos valores unidos dan la honorabilidad. El término se aplica tanto a hombres como a mujeres. Se adquiere en la familia durante la primera infancia, y son los adultos, principalmente los ancianos, quienes inculcan las cualidades que debe tener una persona kaxumbeti.

Kaxumbekua se fundamenta en el sistema de creencias, que para los arakeños hoy día implica una mezcla de muchas creencias religiosas. Están aquellas que tienen que ver con las religiones emanadas del cristianismo y con la hechicería, y podemos encontrar reminiscencias de una religiosidad precolombina, como son las creencias agüeros, los seres sobrenaturales, y la lectura del posicionamiento de los astros, que es la base del sistema agrícola.

Al ser un ideal del deber ser de las personas, kaxumbekua tiene normas no escritas bien definidas para hombres y mujeres en etapa de niñez, juventud y adultez.

Si bien es cierto que existe kaxumbekua individual, para los arakeños tiene mayor importancia la kaxumbekua colectiva. Y está relacionada con una amplia red de parentesco que incluye a parientes consanguíneos y rituales, ambas importantes. Es decir, los individuos siempre están pensando en los demás, trabajan para otros; los bienes económicos son para cubrir necesidades y fiestas y ritos para el colectivo; contraen matrimonio pensando en la importancia de los grupos familiares que emparentan, y practican gobernanza en función de lo colectivo. Destaca sobre todo que no existe una práctica religiosa exclusiva: podemos encontrar grupos familiares que practican el catolicismo y la hechicería, asisten o en algún momento han formado parte de religiones protestantes y siembran su maíz tomando en cuenta los ciclos lunares.

El objetivo principal de kaxumbekua es poner en práctica el sesi irekani, “vivir bien”, en armonía con las personas y los santos, dioses o aquello que consideran sagrado. Kaxumbekua y sesi irekani pueden aplicarse a distintos campos: el matrimonio, la sexualidad, el parentesco, la gobernanza, el sistema económico, la relación hombre-naturaleza y el sistema de cargos, sólo por mencionar algunos. Cada uno de estos campos tiene su normatividad y la multiplicidad de valores debe estar presente. La normatividad tiene dos categorías: lo que se debe hacer, y que es el ideal, y lo que no se debe hacer.

Al ser un sistema de normas consuetudinarias, Kaxumbekua resalta en situaciones de conflicto o cuando no se hace tal o cual cosa conforme a la costumbre o tradición. Asimismo, kaxumbekua al ser un ideal del deber ser se aprende y obtiene según los actos de los individuos, pero también se pierde cuando no se cumplen las normas que lo sustentan. Es un sistema cíclico que está en constante renovación, considerando los actos, la edad y el servicio a la comunidad, entre muchos otros elementos. También existen las excepciones a la regla, como en los casos en que la kaxumbekua jamás se recupera, como el caso de las mujeres que comenten adulterio o los hombres que cometen asesinato, sólo por ejemplificar algunos.

Kaxumbekua aplicado al sistema de cargos en Araken tiene un fuerte sentido colectivo. A diferencia de lo que ocurre en Zinacantán, Chiapas –según se observa en estudios realizados por Frank Cancian--, no recae en un individuo jefe de familia; es la pareja de casados la que ostenta el cargo, ellos son los representantes del clan familiar que asume la responsabilidad. La kaxumbekua colectiva de la familia que asume el cargo se refleja al momento de ejecutar los rituales. Aquellos grupos familiares que reúnen a la mayoría de los integrantes del clan participan, aportan insumos y desempeñan tareas específicas según su rango, jerarquía, edad, género y grado de parentesco. Son familias catalogadas kaxumbetiecha. Los individuos muestran sus cualidades que denotan honorabilidad y son bien educados en cuanto a su función e importancia en la familia y el desempeño en el cargo.

Hay en efecto una economía de prestigio y derroche de insumos de los p’urhepecha –como lo destacó Gonzalo Aguirre Beltrán en estudios realizados a mediados del siglo XX--, pero no se entenderían sin la base de la religiosidad.

Los p’urhepecha se caracterizan por tener fuertes vínculos entre lo humano y lo sagrado, principalmente los dioses. Constantemente realizan ofrendas, rituales y fiestas para agradecer los favores y beneficios que otorgan los santos/dioses. A ellos se les atribuye todo tipo de beneficio o perjuicio. Si se tiene salud, trabajo, buenas cosechas, se llega a la edad adulta y cualquier evento de la cotidianidad se atribuyen al favor de los santos/dioses. Cuando hay enfermedad, malas cosechas, mala suerte, o incluso la muerte, se explica porque los santos/dioses así lo han dispuesto. Todo lo que sucede es por designio divino, nada sucede al azar. Esto demuestra que los p’urhepecha de Araken son individuos extremadamente religiosos. En la fiesta patronal, siempre que es la hora de la comida colectiva, el integrante mayor del grupo familiar invita así: “vénganse, vamos a comer, ya que tata kuerajpiri quiso que otra vez llegáramos a esta fiesta, porque sólo él sabe si el próximo año vamos a estar o no”.

Ofrendar a los dioses o santos es una forma de mostrar la kaxumbekua de los grupos familiares. Es en este acto donde se pone en práctica la jarojpikua, ayudanza, reciprocidad o lo que otros pueblos denominan tequio o mano vuelta. En el sistema de cargos en Araken existen distintos tipos de ofrenda, aquellos que directamente se relacionan con el santo y tienen una connotación simbólica, y aquellos que además de la connotación simbólica, son implican ayuda económica a quien ostenta el cargo por medio de préstamos de dinero a los grupos familiares, o cuando aportan insumos para la realización de la fiesta.


FOTO: David Leonardo Méndez Hernández

En la primera categoría (insumos no costosos ni en gran cantidad), los individuos y grupos familiares ofrendan dinero, maíz, vestimenta, incienso, veladoras, flores y una infinidad de productos al santo, mediante rituales específicos que pueden ser realizados en la casa del carguero, en la iglesia, en procesiones, o en algún lugar específico designado para tal ocasión. En Araken, por ejemplo, el santo patrón y la pareja que ocupa el cargo de esta imagen son ataviados en la principal procesión con billetes no mayores de cien pesos. Últimamente se ponen billetes de un dólar. Por supuesto, el santo patrón es quien recibe la mayor cantidad. A este tipo de ofrenda se le llama el parandi, y se da de manera voluntaria; la persona ofrenda el dinero en nombre su familia.

Los costos para la realización de las fiestas y los rituales en honor al santo patrón implican cantidades que superan los ingresos económicos de la pareja que tiene el cargo. En esta etapa funciona el jarojpikua, que involucra el sistema de parentesco consanguíneo y ritual del grupo familiar. Por supuesto que la pareja en el cargo hará gastos para las festividades; los parientes en primer grado de consanguinidad de la pareja son quienes, mediante la ayudanza, aportarán los insumos más costosos: comida, leña, música, adorno de la iglesia, pirotecnia, bebidas alcohólicas, etcétera. Esto es posible porque desde que se da la unión conyugal, se genera una serie de alianzas familiares que ayudarán a solventar este tipo de cargos. Es decir, la vida en colectivo se fundamenta en la reciprocidad que entablan los grupos familiares. Una vez que se tiene el cargo, la red de parentesco con la que cuentan los cargueros llevará el parandi a los cargueros (en su investidura de representantes del santo) porque ellos ya lo hicieron en el pasado con otro grupo familiar, o lo harán en el futuro.

Este sistema recíproco es lo que autores como Pierre Bourdieu llaman capital simbólico, en donde el principio fundamental es la economía de la ofrenda. Dentro de los grupos familiares se da una serie de intercambios, transacciones que se instauran entre una generación y otra. Este tipo de acciones son parte de una economía simbólica, la cual tiene principios generales. El primero de ellos es que hay un intercambio de obsequios, que remite a un “contraobsequio”, el cual no se devuelve de inmediato. Existe una transfiguración de los actos económicos en actos simbólicos, el obsequio deja de ser un objeto material para convertirse en una especie de mensaje o símbolo adecuado para crear un vínculo social.

A diferencia del prestigio que maneja Cancian, kaxumbekua no se puede “comprar” solicitando un cargo y mediante él tener autoridad y respeto de los demás. Aun cuando se tuviera el recurso económico suficiente para solventarlo, lo cual es casi imposible, no es por este medio que se denomina kaxumbiti a un individuo o grupo familiar, sino por llevar a la práctica cualidades que tienen que ver con el cúmulo de valores morales en los que se sustenta kaxumbekua. La honorabilidad de un individuo o grupo familiar es un proceso constante, tiene un principio y no tiene final, funciona como espiral. Es decir, en el sistema de cargos manifiesta la honorabilidad al servir al santo y a la comunidad mediante la ejecución del cargo, pero no termina al momento de entregar el cargo; dependiendo del desempeño que haya tenido, la kaxumbekua familiar se mantendrá y heredará a las generaciones que aún no existen.

Existen los casos en donde grupos familiares han desempeñado cargos de una santo por varias generaciones. En una especie de heredar el cargo y la kaxumbekua de una generación a otra. Como el caso de Cherán, en el cargo de San Anselmo y la fiesta del Corpus. Grupos familiares son quienes han tenido el cargo por más de seis generaciones. Y están asentados en los cuatro barrios, lo que significa que hay cuatro cargueros e imágenes del mismo santo y éstos sólo se distribuyen en clanes familiares establecidos en dicha territorialidad. Quienes ya fueron cargueros años atrás tienen el compromiso moral de acompañar a los cargueros actuales, y entre todos solventar los gastos de la fiesta y los rituales.

Los varones jóvenes de dichos grupos familiares forman cuadrillas de más de 20 individuos y recorren kilómetros en el bosque para recolectar panales de avispa, y en el Corpus son la ofrenda que otorgan al santo. Por medio del ritual, el día del Corpus cada grupo familiar expone mediante danza, algarabía y embriaguez la cantidad de panales de avispa. Muestran sus habilidades de recolectores; entre más panales bajen, mayor es la honorabilidad de los individuos del grupo familiar, y eso lo determina el número de hombres que sube al bosque. De esta manera, se conoce a los clanes familiares que por generaciones se han dedicado a la recolección de panales y por consiguiente son grupos reconocidos por ser cargueros de los santos y por ejecutar año tras año los rituales y fiestas que denota dicha responsabilidad.

Otro ejemplo similar es en la comunidad de Ahuirán y el carguero de San Mateo, santo patrón del pueblo. Quienes acceden al cargo son una pareja: hombre y mujer unidos en matrimonio. Al igual que en Cherán, la responsabilidad recae en los grupos familiares de los esposos. Aquí tiene mayor importancia la familia patrilineal. Los grupos familiares que ostentan el cargo están dispersos por el alto índice de migración internacional. Aunque las familias vivan en Estados Unidos, cumplen con la responsabilidad de la ofrenda una vez que los hermanos o parientes cercanos han adquirido el cargo en el pueblo. El padre y los hermanos del carguero de San Mateo son quienes a manera de ofrenda costean los gastos de las bandas de música, comida y adornos de la iglesia. Los hermanos de la carguera, así como los tíos y primos de ambos, son quienes contribuyen con ofrendas menos costosas como el maíz, insumos para la comida, leña, vino, flores, etcétera. La red de parentesco, tanto la que vive en el pueblo como los que están es Estados Unidos, hace funcional el cargo, y realizan una serie de rituales y fiestas durante todo el año. La fiesta patronal es el inicio y la culminación del cargo. También en este acto los grupos familiares exponen su honorabilidad familiar realizando las fiestas y con la participación del mayor número de personas que otorgan ofrendas al santo y al carguero. La reciprocidad entre los grupos familiares es evidente; servir significa dar, y dan porque agradecen a su santo los favores obtenidos a lo largo del año.

Desde mi perspectiva, para los p’urhepecha, kaxumbekua determina la vida en colectivo y se aplica en distintos campos: religioso, familiar, político, económico y cultural. Como todo valor moral, es cambiante, se resignifica en algunos casos, se adapta a contextos y momentos históricos, pero sobre todo se vuelve flexible. La antropología en México ha estudiado el sistema de cargos religioso y el civil. Sin embargo, al realizar trabajos de investigación en mi comunidad, observo un tercer sistema de cargos que está fuertemente vinculado al parentesco y la familia, porque significa dar servicio y asumir responsabilidades entre grupos familiares mediante la alianza del matrimonio. Y al igual que los otros dos está vinculado a las creencias; lo sustentan la jarojpikua, la marhuatspekua, y sobre todo la kaxumbekua colectiva.

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