15 de octubre de 2016     Número 109

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

mesa lengua e identidad

Lengua como rasgo identitario

Bernardo Esquer López

Para todo pueblo, el idioma es uno de los rasgos de identidad más importantes, debido a que mediante el uso de la lengua hablada se transmite, de generación en generación, toda la magia de la enseñanza cultural.

Los estados de Sonora y Sinaloa, en los 20 años recientes, han tenido que sortear una serie de contratiempos en la enseñanza de la lengua, tanto en las escuelas como en el hogar mismo, teniendo que enfrentar además una serie de contradicciones por parte de nuestros padres, derivado esto de las prohibiciones que la escuela hizo durante muchos años en los planteles educativos de México y que propiciaron el desuso de la lengua por parte de los viejos hacia la población joven, con el argumento de que no deberíamos hablar idioma nativo para que no nos trataran mal.

Las poblaciones yoreme-mayo que quedaron sin educación, por estar distantes e incomunicadas, se salvaron del yugo escolar y continuaron con el uso de la lengua nativa y, a su vez, con la transmisión de todos los rasgos de identidad de un pueblo, como son la religión, la medicina tradicional, las danzas, la música, las tradiciones y más.

La tarea del uso y la transmisión de la lengua hablada por parte de los padres de familia y maestros tiene en la actualidad un carácter muy importante, pues hay problemas de concienciación de la gran plantilla de trabajadores de la educación indígena en las escuelas preescolar y primaria bilingües y biculturales; sólo se están desahogando los contenidos programáticos en español y en muy pocas ocasiones se habla en lengua indígena en el aula escolar. Éste no solo es problema de Sinaloa y Sonora, atañe a todo el país.

La situación se debe a : a) el desuso de la lengua materna por parte de los alumnos que, aunque pertenezcan a la etnia mayo-yoreme, sólo hablan español, y el método de enseñanza en las escuelas bilingües está diseñado para hablantes de los dos idiomas; b) la falta de práctica de la lengua materna por parte de los maestros bilingües en la comunicación directa con los miembros de la comunidad; c) la falta de supervisión del programa, y de seguimiento y aplicación de los contenidos en lengua indígena; d) el desconocimiento, de parte de los maestros, de las formas de comunicación y aplicación de códigos lingüísticos usados por los ancianos y sacerdotes yoremes; e) la falta de estandarización en los métodos de enseñanza de las formaciones gramaticales de la lengua yoreme de Sinaloa y Sonora con las variantes existentes, y f) el mecanismo inadecuado para la selección del personal docente, ya que en ocasiones los maestros no dominan el idioma nativo.

Es prioritaria una fórmula que permita la enseñanza de la lengua nativa a la población indígena que sólo habla español, y a su vez la elaboración de un método de enseñanza de la lengua a la población mestiza. Esto último tendría aplicación en las universidades con carreras afines a la educación indígena.

Con eso tendríamos que las escuelas de educación, primaria, segundaria, preparatoria y otras más tendrían la modalidad de enseñanza de la lengua nativa como cultura regional.

Los agentes tradicionales que utilizan un idioma antiguo son los maestros que han conservado activa la comunicación por medio de formas ideográficas. Estas personas tienen una comunicación muy diferente a las del resto de la población por utilizar el sentido figurado, en forma de parábolas y metáforas, dándole al idioma una entonación suave y envolvente. Esta es la forma más antigua de comunicación intertribal, y el receptor se vuelve más sensible al escucharla; merece un estudio profundo. Ejemplo de esos agentes tradicionales son los músicos de cuerdas, los danzantes de Pascola, los danzantes de Venado, los maestros rezanderos, los médicos tradicionales y otros más, vigentes en la vida yoreme.

Las fallas en la enseñanza y en la aplicación, supervisión y seguimiento de los contenidos en lengua indígena, así como la poca continuidad de las prácticas, son motivos por los cuales el alumno no muestra gran interés en la lengua nativa. En ocasiones transcurren semanas sin que se hable yoreme en las aulas.

El renglón que merece una atención especial es el del inciso e), dada la importancia de atender las particularidades gramaticales de las variantes dialectales. Es relevante el análisis de las grafías, las vocales, las consonantes y los sonidos guturales que no se utilizan en el español. Éstos se analizarían por estudios de la etnia sobre todo los regionalismos, que se enlistarían dentro del programa de trabajo escolar para que el educando conozca las entonaciones de cada región hablante de la lengua.

La selección y capacitación de los maestros requiere mucha atención. No hay un método de selección apropiado. Esto trae como consecuencia que sean elegidos algunos maestros sin trascendencia dentro de la etnia. Carecen de un dominio total de la lengua y en ocasiones ni siquiera son hablantes y desconocen las manifestaciones culturales de la etnia.

Aunado a esto, en Sinaloa son muy escasos los programas televisivos y radiofónicos en lengua indígena. Para colmo se redujo en más de la mitad el alcance del único mecanismo de comunicación masivo que tenemos, la radiodifusora La Voz de los Tres Ríos (que transmite en yaqui, mayo, garijío y español). La población mayo de Sinaloa quedó sin recibir sus transmisiones. Sólo hay una programación semanal de la Universidad de Occidente, que transmite cada ocho días. En televisión no tenemos programación permanente en los canales locales de la zona noroeste; bien podría haber programas que muestren la vida cotidiana de los yoremes-mayos, como ocurre con otras etnias en diversos estados de la República.

Hoy como antes, en los centros ceremoniales existentes en los ríos Mayo, Yaqui, Fuerte y Sinaloa se practican las manifestaciones culturales de identidad, se sigue hablando en idioma antiguo yse sigue transitando de una región a otra con las misma creencias, las mismas prácticas ceremoniales y las mismas danzas de la etnia. Es importante que el mundo se entere de lo que sucede aquí en la actualidad.

El inicio de la fiesta yoreme

Bernardo Esquer López

Lo que nuestros tatitas nos hablaban en la antigüedad, del ca’anariam/canario, a ellos también en su tiempo les habían hablado otros más viejitos, los bisabuelos y los tatarabuelos. Y los últimos de estos señores que se acordaban del canario decían:

Al inicio de la fiesta entran a la ramada los pascolas con un palito en las manos del pascola mayor; dan vuelta siguiendo al alaguasim que les está guiando al mundo del monte y que los está entregando al arpa.

Los hombres cazadores traían sus arcos, sus flechas, sus lanzas y su funda para las flechas y también traían su honda de tirar piedras. Tenían hambre. Los hombres cazadores salían a buscar comida en el monte; llegaron y pidieron al dios del monte, que es señor del monte Juiya Annia, que les diera comida, que les diera permiso para matar a los animales.

Y la Juiya Annia les daba un árbol podrido que tenía muchos hoyos en donde vivían muchos animales. Cuando ellos llegaron al árbol podrido que les había regalado el señor Juiya Annia, cortaron un palito y lo metieron en el hoyo más grande para ver qué había.

Y el mayor les preguntó a sus hermanos que qué pensaban que había ahí. Y el hermano de la derecha contestó: “¡Ah, hermano! Yo pienso que aquí viven las ratas”. Dentro del hoyo sí vivían las ratas del monte: la rata abuelita, las ratas tías, sus padrinas y sus entenadas y todas las ratitas chiquititas llorando abajo.

“Hermano, primero tenemos que meter el palito para saber cuántas ratas hay adentro”.

Las ratas muy asustadas se defendieron, mordieron el palito y orinaron. Cuando los hombres cazadores retiraron el palito, contaron las mordidas y olieron la orina. Ya sabían cuántas ratas había adentro del hoyo.

A sus compañeros dijo el cazador mayor: “Ahora vamos a ver qué hay más arriba”. Y dodos coincidieron que en verdad en el hoyo grande vivían las ratas.

Antes de meter el palito en la parte superior del hoyo grande, les volvió a preguntar qué pensaban que pudiera haber ahí. Y les preguntó de nuevo a todos sus compañeros sobre la existencia del animal que iba a servir de comida. Y dijeron todos que ahí en esa parte del palo vivían las iguanas de vestido pinto y de cola rasposa. Y metieron el palito y confirmaron que sí vivían allí las iguanas. Metieron el palito y las iguanas lo mordieron y lo dejaron con unos surcos rasgados.

“¡Ah, estas son iguanas! Y está su tía, su madrina, su hermana, su bisabuela y su tatarabuela. Están encimadas unas sobre otras”.

“Bueno, vamos a sacar algunas”. Sacaron nomás las que iban a comer.

Antes de pasar a buscar en los hoyos chiquitos del árbol podrido, les volvió a preguntar qué pensaban que había ahí. Y contestaron de uno por uno que para ellos allí vivían las que tienen pelo en los pies. Y que encuentran a la gente y les pican.

Cuando metieron el palito al último hoyo más chiquitito, salieron abejas furiosas y empezaron a picar a los hombres cazadores. “¡Ahí están las colmenas adentro!”, gritaron los cazadores que trataron de espantar a las abejas. Rápidamente sacaron la miel de las colmenas y taparon los hoyos para que prevenir: si vienen otros cazadores buscando atrás de ellos, que no les roben los animalitos, que continuarían viviendo y reproduciéndose en el árbol podrido. Y cuando los hombres cazadores quieran comida, regresarán al monte de Juyia Annia.

Una vez que ya taparon los hoyos y teniendo comida suficiente, vieron en el cielo que ya venía el tiempo de aguas y que ya iban a sembrar. Les preguntó qué instrumentos de labranza traían consigo y ellos contestaron que solamente traían un hacha de piedra sin el mazo de madera. Y los otros dijeron que sólo traían taspana también sin palo y unas huicas o lanzas grandes para hacer hoyos en la tierra para sembrar.

Y el cazador mayor les marcó su pedazo de tierra en el monte para que puedieran sembrar y empezaron a encomendarse a todos los santos animales: santo huicurim (iguanas), santo to’orim (ratas), santo muumum (abejas), santo motcho’ocolim (camaleones), santo bácot (culebras), y así nombraron a todos los animalitos que viven en Juiya Annia.

Después de nombrarlos hicieron referencia como si estuvieran sembrando con sus pies sobre las hojas secas del monte. Y ahí terminó el ca’anariam mayor y vinieron los ca’anariam hermanos para terminar de apagar la música.

Y de esta forma todos los pascolas del mundo yoreme regresarían para la próxima fiesta.

 
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