15 de octubre de 2016     Número 109

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

mesa lengua e identidad

Ña na ka´anyo Ñuu Yivi /
Lo que pensamos en el mundo

Jaime García Leyva Originario de La Victoria, Xalpatláhuac, Guerrero. Profesor-investigador del Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales de la UAGro; coordinador del Campus Montaña, un proyecto educación superior en la región de la Montaña; miembro de Kahua Sisiki AC  [email protected]

El pueblo de la Lluvia, Ñuu Savi, también nombrados con el vocablo náhuatl de mixtecos, es una cultura extendida en el territorio hoy dividido en Oaxaca, Puebla y Guerrero. Durante muchos siglos hasta hoy, a pesar del colonialismo español, y en etapas sucesivas de dominación, han mantenido una resistencia expresada en sus prácticas cotidianas, formas de organización social, lengua, sistema de salud, respeto a la naturaleza, religiosidad, pensamiento y cosmovisión. Con estos elementos resisten los embates de autoridades, empresas y agentes externos. En este trayecto las adaptaciones y reconfiguración cultural han sido constantes.

Uno de los ejes más importantes es la cosmovisión: el pensamiento, ideas y conceptos que se traducen en palabras, acciones y prácticas que nos definen como hombres y mujeres de la lluvia, como pueblo y cultura, y permiten establecer alianzas y respeto, reafirmar los lazos comunitarios y vincularnos al medio natural y el entorno.

Esta filosofía es también lo que da sentido a la vida, el tiempo y las expectativas sobre la estancia en el Ñuu Yivi, el mundo, y las prácticas que se realizan.

Nos autodenominamos Na Savi, la gente de la lluvia. El nombre se encuentra estrechamente relacionado con nuestra deidad sagrada Savi que significa “lluvia” pero que en términos de sacralidad adquiere un sentido de “lluvia sagrada”. Nuestra lengua materna es el Tu´un Savi/Palabra de la lluvia. El concepto histórico cultural que nos reivindica y con el cual nos designamos en sentido amplio como cultura es Ñuu Savi/el pueblo de la lluvia (según las variantes de la lengua, existen diversos términos para referirse al pueblo de la lluvia como dzahui, dau, davi, savi, dahui, ñuu sau).

El amplio territorio histórico donde cohabitamos es Ñu´u Savi/Tierra o territorio de la lluvia, en tres entidades: Oaxaca, Puebla y Guerrero (Ñuu Nduva, Ñuu Ita Ndio´o, Ñuu Koatyi). Algunos de los lugares donde habitan los integrantes del pueblo de la lluvia son en Kiu´un (la montaña); Ñu’u Ñi’ni (tierra caliente), Ñuu Ndivi (costa) y en la diversa geografía del amplio territorio que se cohabita y comparte con otros pueblos indígenas, los mestizos y afrodescendientes.

La palabra mixteca es de origen náhuatl y se refiere a “la gente del lugar de las nubes”. Desde la llegada de los españoles se ha venido utilizando este término por otros pueblos y culturas para denominar al pueblo Na Savi y a la región cultural como Mixteca. Sin embargo en nuestra lengua las formas de asignarnos son distintas a las mencionadas por el vocablo de origen náhuatl.

La población Na Savi, asciende a 494 mil 478 personas de acuerdo con el censo oficial 2010 que considera a los hablantes de la lengua. No se incluye la población establecida en otras zonas del país y el extranjero. Las autoridades comunitarias cuentan con censos que incluyen a los migrantes y sus hijos avecindados en otros lugares, lo cual contribuye a mantener la red de colaboración, participación y pertenencia con los lugares de origen y como una forma de vinculación y adscripción.

El territorio es montañoso e impide las actividades agrícolas de manera extensiva. Varios municipios registran bajos niveles de desarrollo humano, como Cochoapa El Grande, Guerrero, considerado el más pobre de México y con niveles de vida similares a países africanos.

La miseria económica, la pobreza de los suelos, la búsqueda de mejoras sociales, entre otros han obligado a la población Na Savi a migrar y establecerse en centros urbanos de Guerrero, Puebla y Oaxaca. Un importante número se ha establecido en el área conurbada de la Ciudad de México, en lugares como Nezahualcóyotl, Chimalhuacán y el Valle de Chalco. También en Cuernavaca, Cuautla y Tlayacapan, Morelos; en Culiacán, Sinaloa, y San Quintín y Tijuana, Baja California. La migración hacia Estados Unidos se ha intensificado desde la década de 1980; están en Los Ángeles, San Diego, Chicago, Nueva York, Virginia, Oregón, Minnesota, Atlanta, Houston, San Francisco.

En el ámbito nacional e internacional, los migrantes Na Savi realizan actividades en el comercio informal, en centros fabriles, la agroindustria, en la construcción y en trabajos y actividades poco remuneradas y sujetos a la explotación, sin garantías ni derechos laborales. A los lugares de desplazamiento llevan su cultura que reinventan, refuncionalizan y recrean su identidad apropiándose de espacios urbanos, fundan escuelas, barrios, organizaciones sociales y luchan por sus derechos en nuevos escenarios. En ocasiones mantienen una estrecha relación con sus lugares de origen o se desvinculan. La migración representa el desplazamiento de numerosas familias que se ven obligadas a sobrevivir en condiciones adversas padeciendo los problemas económicos y políticas de exclusión en el mundo contemporáneo. Uno resultado de ello es la inyección de recursos económicos a sus familiares en las comunidades, que les ayuda a soportar las penurias y la pobreza. En los pueblos se yerguen humildes las casas de cañuelas, lodo y varas, y se combinan con las construidas de láminas de cartón, asbesto o material industrializado que reflejan los cambios sociales y la transformación del paisaje comunitario.

Los Na Savi mantienen un modo de producción doméstica basado en la siembra de maíz mediante la roza, tumba y quema de la vegetación para sembrar en tlacololes. Sólo en algunas zonas se práctica la agricultura intensiva. Otras actividades económicas son la recolección de frutas y verduras, el tejido de sombreros y la ganadería extensiva y en menor medida intensiva. Se suman las misceláneas y tiendas de abarrotes, el comercio informal, la prestación de servicios y otras. En el amplio territorio se han creado circuitos económicos locales y regionales que dan vigor a las relaciones interétnicas y comerciales. La exclusión económica es un rasgo de los pueblos Na Savi en el actual contexto neoliberal.

Durante varios siglos la división administrativa que impusieron los colonizadores dio lugar a la fragmentación del territorio Ñuu Savi. Actualmente se le conoce como la mixteca guerrerense, mixteca oaxaqueña y mixteca poblana. Además de otros calificativos como mixteca alta, mixteca baja o mixteca de la costa. En distintas etapas se ha dividido a los pueblos Na Savi en jurisdicciones, insertándolos en procesos ajenos a sus formas organizativas. También los cacicazgos políticos regionales y autoridades estatales han determinado la fragmentación del territorio y del pueblo de manera arbitraria.

Na Savi han participado activamente en la historia. Han compartido una experiencia histórica de colonización, negación de su cultura, encomiendas, repartimientos, haciendas, explotación, represión, movilidad social, procesos de transculturación, evangelización, revueltas contra los poderes locales, articulación con otros movimientos sociales, políticas de desarrollo impulsadas desde las esferas gubernamentales y, en los años recientes, la incorporación a un movimiento indígena que lucha por el respeto a sus derechos más elementales. En épocas pasadas combatieron contra encomenderos, corregidores o caciques. En la Montaña de Guerrero acompañaron las luchas insurgentes de José María Morelos y Vicente Guerrero; acompañaron a Porfirio Díaz, a Emiliano Zapata y otros personajes históricos además de estar en involucrados en procesos de lucha contemporánea.

La identidad de Na Savi se cimenta en la lengua, la historia, la forma de concebir el mundo y en los vínculos comunitarios. Durante siglos se ha mantenido un sistema de organización social y ritual que reafirma nuestra identidad con las entidades sagradas como la lluvia (savi), el rayo (taxa), los vientos (tatyi), los cerros (yuku), las nubes (viko), las plantas y árboles, los animales (kiti), las cuevas (kahua), los ríos (yita), la tierra (ñu´u), los muertos (nd), las semillas y granos como el maíz (nuní), el frijol (nduchi), la calabaza (yikin), los espíritus de la montaña y otras deidades. El núcleo simbólico de nuestra identidad radica en la lluvia. Yoko Savi es el espíritu de la lluvia sagrada que se invocada en el mes de abril y que provee de agua, alimentos, bendiciones, asegura la vida y germina las semillas para que se de la vida en el mundo.

Las fiestas y rituales giran en torno a dos tiempos: el tiempo de secas y el de lluvias. En octubre y noviembre se realiza la fiesta de los muertos, Viko Ndii. Esta festividad convoca a la reunión de los avecindados en distintos lugares y es la fecha en que se elige a las autoridades por ser el momento propicio y tener como invitados de honor a los espíritus de los antepasados. Con esos actos se revitaliza y refuerza la memoria histórica colectiva que se expresa en asumir el mandato comunitario. Las autoridades deben cumplir con sus responsabilidades o de lo contrario el espíritu de los antepasados hará justicia en la comunidad otorgando armonía o castigos. En la vida religiosa el santoral católico ha sido reelaborado para adaptarlo con el sistema y calendario festivo propio. Así tenemos que a San Marcos se le vincula con Yoko Savi, la entidad y espíritu de la lluvia, y a San Miguel con el de la fertilidad.


FOTOS: Ivo Boehme

El pueblo de la lluvia mantiene relaciones económicas, políticas o comerciales con otros pueblos, a veces conflictivas, y se muestran las diferencias por medio de la lengua. En la lengua en Tu´un Savi se denomina a los miembros del pueblo Me´phaa como Na vaá o Na wuaá: los que viven abajo. Esto en alusión su ubicación geográfica en zonas con menor altitud. De igual manera eso se interpreta de acuerdo con la cultura culinaria; Na vaá xaxi ko´ndo: los de abajo que comen ranas. En alusión a que dicho animal forma parte de la comida de este pueblo. A los integrantes del pueblo nahua se les denomina Na Nkoo, Na Ngoo: los que son de las serpientes, o Na Ñuu Nko´yo: los que son del lugar húmedo. Lo anterior en alusión a que se ubicaban en los valles húmedos y frescos del Altiplano y también por la importancia que daban a las serpientes en su cultura. A los españoles se les llamaba Na Chopi, que es resultado de la contracción de la palabra gachupín. A los españoles de manera despectiva se les denominaba Na sa´an o Na xa´an, los “mantecosos” o los que “huelen mal”. De ahí deriva que la gente externa o mestiza se le denomine como Na sa´an o también se les siga denominando con los términos coloniales de “gente de razón” o Na inka ñuu: los que son de otro pueblo.

A los Ñomdaa nancue se les nombra como: Na ka´an tu´un ñama, “los que hablan la lengua como de cañuela”. Es en alusión a los sonidos que emiten al hablar que es como cuando el viento sopla entre las cañuelas. Los Me´phaa nombran a Na Savi como Renee y le atribuyen distintos significados como: gente rebelde, brujos, que le gusta vestir de colores fuertes, que no saben comer, son discriminados, y que su lengua es corta porque no pronuncian bien las palabras. A Na Savi, de manera despectiva y racista, se nos denomina como: transavi (savi transa), mixterco (mixteco terco), mixtequillo (diminutivo de mixteco y con un sentido de desprecio), paisanito (diminutivo de paisano y desprecio), tu no savi tu si savi (tu no sabes tu si sabes), son de Metlatonto (son de Metlatónoc), son de Tontotepec (son de Tototepec), indio bajado a tamborazos de la Montaña, mixcuaro, güanco o huanco (que viene del náhuatl tlahuanco: borracho y sin razón, perdido), nacos, montañeros, gente necia, indios de allá arriba, entre otros calificativos con una carga de discriminación y racismo muy profunda; incluso muchos Na savi los han internalizado y los usan, pero tiene que ver con una dominación muy profunda que proviene de la época colonial y de las formas de dominación en distintas etapas.

A pesar de las denominaciones y designaciones que otras personas y culturas realizan, se mantiene la identidad y se reivindican los conceptos de Ñuu Savi y Na Savi para seguir autodesignándonos como Pueblo de la lluvia y Gente de la lluvia y que cobra un mayor sentido de reivindicación en años recientes.

Ñu´u yo/Nuestra tierra. El carácter simbólico y sagrado de la relación entre la tierra, la naturaleza y la sociedad Na Savi se muestra por medio de diversas prácticas rituales o ceremoniales. La tierra y el territorio tienen un significado simbólico y sagrado desde la cosmovisión. Por ello se le respeta y ante la injerencia de agentes externos que pretenden desarticular a las poblaciones, imponer políticas públicas, instalar mineras, explotar los bosques, privatizar la tierra y atentar contra los recursos de los pueblos, se impulsan acciones de defensa basados en el derecho, la historia, la costumbre y la cosmovisión.

Recientemente han aparecido empresarios madereros que explotan los bosques; mineras trasnacionales que buscan apoderarse de los recursos naturales con fines comerciales. Ello ha convocado a la oposición y movilización de pueblos y organizaciones sociales.

En el caso de la gente de la lluvia, la tierra y el territorio se encuentran entrelazados estrechamente con su manera de comprender el universo. En la cosmogonía fue precisamente en las cuevas donde se crea el mito primigenio y, según platican los ancianos, donde el agua, el viento, el fuego, la tierra y la montaña, así como los granos de maíz y otras deidades se articulan para brindar los alimentos a los pueblos Na Savi. Desde la cosmovisión el culto a la deidad de la Lluvia, Ñu’u Savi, se realiza en espacio abiertos, en la cima de los cerros más altos y en cavernas de las cuales brota el agua nueva, el agua original, que mana de las profundidades por medio de las filtraciones y los manantiales subterráneos. Es decir, la lluvia surge inicialmente de la tierra, a la cual está íntimamente vinculada, ya que ambas constituyen en conjunto la fuerza germinal por excelencia. Por otra parte, ese mismo poder germinal presente en las cuevas es el elemento que la historia sagrada mixteca registra como el que otorgó fuerza vital a los fundadores de sus más importantes linajes. De ahí que tanto la vida vegetal como los linajes humanos tengan su origen en las cavernas sagradas que existen en el Ñu’u Savi (Bartolomé, 2008).

Otra forma de relación con la tierra es cuando alguien se espanta. Cuando esto sucede, las personas toman un puño de tierra y se lo llevan a los rezanderos o curanderos para que éstos invoquen a los espíritus y les ofrecen un pago en especie a los espíritus como son flores, velas, copal, recursos y dinero. Se le llama Tayi Ka´nu (silla sagrada), que consiste en una ofrenda y rezos en el lugar en que el individuo sufrió el espanto y se solicita a los espíritus que la salud de la persona retorne.

Ñu´u es el concepto que alude a la tierra, el espacio material en que nos encontramos. Por tanto y de acuerdo con esa raíz lingüística: Ñuu yo es nuestro pueblo, y que engloba a la tierra y los elementos materiales en que nos encontramos, pero que se refiere a nuestro pueblo como espacio colectivo en el cual se da la vida. Así el Ñuu yoo, es nuestro pueblo y también nuestra tierra. Así tenemos que el Ñuu Yivi: es el Pueblo de la Gente, pero la connotación es que se relaciona con el mundo. El lugar donde habitan los hombres vivos, la humanidad. De ahí que exista el Ñuu Ndii, pueblo sagrado, de los muertos.

Tiene entonces una connotación e incluso un sentido histórico. Es el espacio social habitado que fue ocupado en un momento de su desarrollo, apropiado y resignificado, que abarca un área y que impone, incluso una frontera regional, delimitada por rocas, barrancas, ríos, señas o fronteras naturales, que los mismos habitantes han definido y que en algún momento fue apropiado u ocupado por diversas situaciones. Además ha sido modificado, reposicionado, utilizado y reapropiado.

Otra forma de ver a la tierra, a nuestra tierra, Ñu´u yo, es desde la visión de los lugares sagrados. No sólo alude a la serranía montañosa, sino que está asociado a los nombres de los pueblos y los elementos naturales:

Yuku Savi
Cerro de la lluvia

Yoso Nuni
Llano del maíz

Yoso Ndiva´yi
Llano del Coyote

Yichi Kunu
Camino Hondo

Yivi Ka´nu
Barranca Grande

Ita Ta´nu
Rio Sinuoso, Quebrado

Ita Toon
Río Negro, Arroyo Prieto.

Los cerros son lugares donde habitan las deidades, los espíritus y se les considera sagrados y de respeto. En la geografía de la Montaña existen muchos lugares de este tipo. La población acude a la cima de las montañas más importantes para realizar rezos e invocaciones. Allí se dan los encuentros con los espíritus y las fuerzas de la naturaleza. Las partes del cuerpo se denominan como parte esencial de una Montaña: sini yuku (cabeza o cima del cerro); soko yuku (cuello del cerro); tóko yuku (cintura del cerro); ko´o ndo yuku (colina del cerro), xa´a yuku (pie del cerro). El significado de la tierra también integra la geografía simbólica, sagrada, y los recursos naturales que dan vida a los pueblos y culturas de la Montaña.

En la lucha por la defensa y reivindicación del territorio convergen iniciativas de ciudadanos y los pueblos indígenas con diversos niveles de experiencia y organización. Las organizaciones etnopolíticas han sido de las más activas y se mueven y oponen a las iniciativas contemporáneas de agresión al territorio y al saqueo de los recursos naturales. En el fondo, los pueblos empiezan a establecer una nueva correlación de fuerzas que cuestiona el actual modelo de desarrollo neoliberal y reivindican una manera más digna de vivir. Para Na Savi, se trata de: Na kundoyo, na ku taku yo va´a xi´in na nta´an yo, xi´in na ve´e yo, que significa “vivir o estar bien con nuestros hermanos y los de nuestra casa o familia”.

El “estar” se refiere al “existir” en la vida, con los hermanos, que implica formar parte de un colectivo más amplio que inicia precisamente en el ámbito familiar pero se amplia a la comunidad. “Vivir bien” significa cohabitar en un espacio social y territorial en armonía personal, colectiva y tener los recursos necesarios para vivir con justicia. “Kuu taku yo” se refiere a existir, palpitar, germinar como na yivi, como personas y seres humanos en nuestra tierra. Por eso es común decir: ¿An sivi ta yivi ku ún?, ¿qué acaso no eres gente? Entonces ser gente es tener un nombre, un lugar, un sentido de adscripción, un lugar y una tierra. Es para que no se oculte el rostro. El ser y existir se relaciona entonces no sólo con la existencia sino con el espacio social y territorial donde el sujeto se mueve, habita y construye sus procesos sociales.

Entre un sector de los maestros, dirigentes políticos y algunos académicos, se ha empezado a construir la idea y concepto de Ñuu Savi como un espacio vinculado al territorio y de la nación. Este concepto se ha venido utilizando, primero por profesores bilingües, y ahora por los miembros de la academia,así como los Comités de Desarrollo Lingüístico de cada una de las entidades. Forma parte de la revitalización de un discurso contemporáneo que viene cobrando fuerza, que alude al territorio histórico y que fue fragmentado en un momento por las políticas administrativas coloniales y del siglo XIX. La recuperación de este concepto alude a un área geográfica y cultural de historias y resistencias compartidas así como de reivindicación de derechos sociales y justicia. En este planteamiento resurge con mayor solidez la defensa de la lengua materna como eje articulador, la historia y el territorio. La lengua es una reivindicación que surge a fines de la década de 1970 y se articula con los procesos de educación indígena y de la estandarización de la lecto escritura. Sin embargo, gradualmente, se ha venido fortaleciendo y se comparten experiencias de lucha y exigencia de otros derechos.

En la lucha por el territorio, se van innovando las formas de accionar. Desde la toma de oficinas y bloqueos carreteros, el impedimento a la entrada de maquinaria de las empresas mineras y la oposición a la entrada de agentes gubernamentales, hasta la difusión por medio de boletines, pasquines, volantes, radios comunitarias, páginas de internet y redes sociales. Esta resistencia se ha convertido también en un memorial de agravios y de héroes comunitarios en nombre de los cuales se llama a la lucha por la defensa del territorio.

Las reivindicaciones son pacíficas y se dan en el marco jurídico constitucional. A pesar de ello los dirigentes, líderes, autoridades comunitarias y ciudadanos han sido objeto de la criminalización. Son frecuentes los encarcelamientos, la represión, la intimidación, la militarización de comunidades indígenas, el hostigamiento, amenazas y asesinatos. Las autoridades han mantenido una postura de cerrazón al diálogo y no resuelven los problemas de la población indígena.

Empeñar la palabra

Jaime García Leyva

Ña to´o kuu ña ka´an yo. Na a ka´nu ndusu
Es de respeto lo que hablamos. Que no se quiebre la palabra

Relegadas a una condición de diabólicas, negadas y desvalorizadas las lenguas fueron condenadas a desaparecer. Pero la resistencia de los pueblos ha sido magra. Los ancianos, mujeres y el pueblo rememoran historias de ayeres lejanos mediante estilos discursivos basados en la oralidad, la argumentación, el paralelismo, las fórmulas rituales o los parangones, y así conservan la historia colectiva que también guarda estrecha relación con el territorio, los rituales y la vida cotidiana.

Na Savi otorgan un alto valor y respeto a la lengua en la vida cotidiana, en eventos rituales y el nombramiento de autoridades comunitarias. El actuar como se habla o con lo que se compromete el individuo es importante dado que “empeña su palabra”. Por ello el cumplimiento de sus actividades implica reconocimiento, prestigio, honor o respeto. De ahí que respetar “lo que se dice en los eventos o ceremonias de cambio de autoridades es respetar a la comunidad y los hermanos y hermanas. Como lo definen: Es de respeto lo que hablamos; Ña to´o va ku ña ka´an yo”.

Ñani: hermano: Ku´va: hermana. Son expresiones que usan para referirse a los habitantes. Puede no haber lazos parentales, pero se asume como parte de una familia extensa, en hermandad.

Los individuos que asumen cargos comunitarios se comprometen, con sus propias palabras, ante la comunidad, a mantener una actitud de respeto, solemnidad y rectitud. Cuando no cumplen con lo establecido en su discurso pronunciado en la asamblea o el ritual cívico o religioso, se dice que “no respetan sus palabras, su voz”. Esto acarrea el descrédito individual y a su parentela. En caso contrario, cuando se obra y actúa como lo han establecido, se cumplen sus actividades, se ha mostrado responsable y ha convertido sus palabras en hechos.

Entonces se “hace valer la palabra” además de ganar respeto entre la comunidad.

“La palabra es respeto, que no se quiebre la palabra”. Así dicen los rezanderos cuando llaman a las almas de sus antepasados. Cuando suben a las colinas, los cerros y las montañas el 27 de octubre para llamar a sus muertos. Es la lengua y la palabra las que guían. No son reglas escritas, son las prácticas de la costumbre que continúan vigentes y por medio del cual se transmite la experiencia, el conocimiento, las ideas, las historias, las leyendas, la narrativa mítica y el modo de ver el mundo.

La palabra sigue siendo una máxima de respeto, así como el espíritu de sacrificio, el servicio, el honor y la dignidad.

El aleccionamiento del sujeto es en torno a la lengua, las prácticas rituales, el tiempo, los conocimientos, a la medicina, las formas de organización comunitaria, y también en torno a diversos ciclos y momentos de la vida. Y algunos de estos elementos son los tres ciclos básicos en en que se desarrolla el sistema de organización comunitaria basado en:

Ní kana yó níma ndii/ Invocar el alma de los muertos. Honrar a las almas de nuestros muertos es vital. Vikó Ndii/ La fiesta de los muertos es una celebración que se realiza en octubre y los primeros días de noviembre. Desde Ñuu Ndii, el mundo de los muertos, las almas retornan para ayudar a los habitantes del Ñuu Yivi (el mundo de la gente). Vienen a compartir los alimentos y los productos cosechados. En la fiesta abunda la comida, las flores y el copal. Hay alegría, música y bebida. Todo en un marco de respeto porque las almas vienen a hacer justicia y dar aliento y fuerzas a Na Savi para que continúen viviendo y resistiendo. Las almas procuran y protegen de las fuerzas negativas y las enfermedades. Otorgan bendiciones y velan por la comunidad. Procuran buenas cosechas y la salud. Las almas se manifiestan con el aire de las tardes, en la comida, en las velas, elfuego, en los sueños y por medio de diversas señales.

Ta ní kana níma (el que invoca a las almas), en la noche del 27 de octubre, en conjunto con las autoridades comunitarias, acude a la cima de los cerros sagrados e invoca a los muertos mediante rezos y plegarias. Un lenguaje ritual solo conocido por algunos miembros de Ñuu Savi. Basado en estrategias y fórmulas de un discurso solemne, durante horas, y ofreciendo las varas de mando, velas, manojos de plantas, flores de cempasúchil, copal, cigarros, cerillos y aguardiente. El invocador las apila junto a las cruces y reza por los mayordomos las autoridades. Invoca para que los muertos vengan den fuerza a los habitantes y hagan justicia. Se les invoca de la siguiente manera:

Mii ndo nakoto ndo nuu ndi / Ustedes vean nuestro rostro
Na koto ndo xi´inna / vean por ellos
na ki´in ndo kue´e / agarren la enfermedad,
na ki´in ndo kuita / agarren la maldad,
vitin vaxi ndo koo justicia / ahora vienen para hacer justicia.
Ña ná taku tu´un /que reviva la palabra
ña ná taku tachi / que reviva el espíritu
ña ná taku ndusu / que reviva la voz

Ánima ndee tu´un /alma de palabra fuerte
ánima ndeetachi / alma de espíritu fuerte
 /alma de voz fuerte

Ta mii ndi un koo tu´un dí / Y nosotros no tenemos palabras
un koo tachi ndí / no tenemos espíritu
un koo tu´un dí / no tenemos palabras
un koo ndusu ndí / no tenemos eco
/ ahora vienen para hacer justicia.

Así Na Savi muestran apego a su costumbre, mantienen el respeto entre sí y con las almas de sus ancestros, que los protegen en cada actividad. No hay temor, sólo respeto por los ancestros que vienen, conviven y los vigilan. Hacen y reafirman su costumbre e historia cotidiana. Las palabras son para que a Na Savi no se les “oculte elrostro”, “no tengan vergüenza” y para “cumplir con la costumbre por el bien del pueblo”.

 
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