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El politólogo Arturo Sosa, superior general de los jesuitas
E

s el primer no europeo en convertirse en nuevo superior de la congregación general de la Compañía de Jesús, conocidos como jesuitas; el venezolano Arturo Sosa Abascal sustituye al español Adolfo Nicolás, quien renunció por motivos de edad. Los venezolanos deben sentirse halagados, porque en menos de una semana tienen designados un cardenal, el arzobispo de Caracas Baltazar Porras, y ahora el nuevo papa negro.

El jesuita Federico Lombardi, ex vocero de la sala de prensa del Vaticano y serio aspirante al cargo, reconoció que en la congregación hay un efecto Francisco. El hecho de que el Papa sea jesuita y también de Sudamérica tuvo un impacto definitivo. Es el momento en que Europa pierde poco a poco protagonismo y el llamado sur global gana terreno. En el caso de los jesuitas, la influencia es marcada de África y Asia, pues de ahí brota el mayor número de vocaciones. Actualmente hay 16 mil 740 miembros de la compañía en el mundo, la congregación religiosa más grande de toda la catolicidad. Se dividen, grosso modo, de la siguiente manera: 5 mil en Europa, 5 mil en América del Norte y del Sur, 5 mil 600 en Asia y Oceanía (4 mil sólo en la India) y mil 600 en África. La elección del nuevo superior general fue ajustada, 50 por ciento más uno de las preferencias. El nombramiento tuvo lugar después de cuatro días de murmuratio, es decir, de reflexión y de recopilación de información de los 212 electores de 66 países reunidos en la trigésimo sexta congregación general. Pese a lo apretado de la votación, ésta se realizó bajo un clima de libertad y tranquilidad que no tuvo la elección anterior. Entones había poca confianza en los jesuitas, porque éstos reivindicaban acato, pero no sumisión, y han sido celosos de mantener su autonomía. El mismo papa Joseph Ratzinger, en carta enviada a Kolvenbach, en ese momento superior general, el 18 de enero de 2008, expresaba las críticas y reservas que tenía. De manera directa, le pide primero la adhesión total a la doctrina católica, en particular sobre puntos neurálgicos hoy fuertemente atacados por la cultura secular, como la relación entre Cristo y las religiones, algunos aspectos de la teología de la liberación y varios puntos de la moral sexual, sobre todo en lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y a la pastoral de las personas homosexuales. Era evidente que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI hicieron presión para someter bajo disciplina a una orden no sólo importante, sino siempre a la vanguardia en la Iglesia.

En la historia relativamente reciente de la Iglesia los jesuitas han jugado un papel importante. Se han caracterizado a lo largo de su historia, que data de 1540, por ser una orden de avanzada en sus opciones, liderazgo y de alto nivel intelectual. Desde la contrarreforma del siglo XVI hasta el catolicismo social del siglo XIX, la compañía ha jugado un papel de vanguardia y sus iniciativas han abarcado diferentes frentes como el educativo, el social, el intelectual, el científico, el teológico y, por supuesto, el político. En más de una ocasión los jesuitas han estado en el ojo de huracanes y tempestades, gozan también de leyendas negras; sin embargo, su espiritualidad ignaciana, contemplativos en la acción, ha marcado a generaciones de laicos y religiosos prácticamente en todo el mundo.

¿Quién es Arturo Sosa Abascal y cuál será su aporte? El nuevo superior general de los jesuitas es politólogo. Es un atributo distinto; que yo recuerde, ningún superior de congregación religiosa alguna tiene un doctorado en ciencia política e historia. Con una sólida trayectoria académica y de investigación social en diferentes universidades de Venezuela y de Estados Unidos, así como trabajo de base en zonas y barrios pobres y desprotegidos. Es un hombre de 68 años; su espeso y blanco bigote tipo Chevron le da un aire augusto; sus próximos aseguran que es un hombre de profunda espiritualidad. Como buen jesuita de los años sesenta, proviene de una familia caraqueña acomodada. Su padre fue ministro de Hacienda. Su trayectoria en sus inicios lo liga, como a la mayoría de su generación, con la teología de la liberación. Fue director del Centro de Investigación y Acción Social de los Jesuitas en Venezuela (Centro Gumilla), una referencia en el análisis social de los católicos latinoamericanos. Igualmente dirigió la revista SIC, otra referencia de catolicismo progresista de los setentas. Varios testimonios apuntan a que Sosa Abascal vio con simpatía los golpes de Estado de 1992, incluso que protegió al joven Hugo Chávez. Sin embargo, después se convirtió en un acérrimo crítico al cuestionar su manipulación y autoritarismo. En suma, Arturo Sosa tiene un talante de relación entre la fe y la justicia, así como entre el apostolado y la intelectualidad.

Arturo Sosa Abascal, por su trayectoria, y por el momento de la Iglesia con Francisco, buscará recuperar la capacidad de ser una vanguardia en la vida de la Iglesia y sobre todo acentuar la dimensión social e intelectual de la orden religiosa. Ya en su primera misa, el 14 de octubre pasado, Arturo destacó el buscar alternativas para superar la pobreza, la desigualdad y la opresión; así como: Queremos contribuir a lo que parece imposible hoy en día: una humanidad reconciliada en la justicia. Sin duda el nombramiento de Sosa Abascal fortalecerá al papa Francisco, tan acosado por la curia conservadora que ferozmente se opone a sus reformas. Junto con Pietro Parolin, secretario de Estado, al cual conoce muy bien, apoyará las iniciativas de Bergoglio. En ese mismo sentido, los jesuitas en América Latina tendrán en su nuevo superior general un vehículo institucional de comunicación e interacción con Roma, monopolizado hasta ahora por los sectores más conservadores de la Iglesia.

Los jesuitas en América Latina han dejado un surco profundo en la historia. Por su trabajo evangelizador y defensa de la dignidad con indígenas se enfrentaron a imperios, como ocurrió en las misiones de Paraguay. También sufrieron la expulsión de América en el siglo XVIII a manos de los reyes borbones; sin embargo, la huella de los jesuitas en nuestro continente va más allá de lo religioso. Formaron parte de nuestra cultura. Por ello, bienvenida su renovación con acento latinoamericano.