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Dylan

Pond

Mutek 2016

D

ylan no merece el Premio Nobel de Literatura, espetó el New York Times el viernes pasado, a través de Anna North, tras la decisión de la Academia Sueca de otorgar dicha presea al más importante cantautor folk estadunidense de la segunda mitad del siglo XX. El texto argumentaba que aunque Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan, es un fabuloso músico con cientos de premios en su ámbito, no es un escritor, por lo cual no debía llevarse el galardón: Es perder la oportunidad de premiar a un verdadero escritor, y de paso fomentar la lectura, en un momento en que cada vez menos gente se acerca a los libros. Palabras similares inundaron la discusión global en torno a lo justo o no del premio.

Tras rumores de que el de Minnesota lo habría rechazado o que lo donaría a la causa palestina (surgidos porque tardó una semana en hacerse el entendido), Dylan aceptó ayer al fin en su página oficial ser receptor del mismo.

La noticia es una grata sorpresa. Porque, al parecer, la Academia Sueca decidió que el Nobel de Literatura 2016 fuera sobre todo un mensaje, un símbolo, dedicado tanto al pueblo, a modo de reconocimiento de lo asequible, como a la élite cultural y literaria, a modo de llamado de atención. Es un punto para el rock y la canción popular. Y en contraste con la reciente muerte de muchos clásicos, cual recuerdo divino de que se aproxima la extinción de una gloriosa generación musical, pareciera también que junto con los conciertos Desert Trip (Paul McCartney, The Rolling Stones, Roger Waters, The Who, Neil Young y Dylan, ocurridos los dos fines de semana pasados en Indio, California) hubiera un acuerdo universal para ir despidiendo con altos honores a esos fragmentos luminosos que dieron forma a la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, que poco a poco se van extinguiendo. Y es que sin Dylan no habría Beatles ni Stones ni un infinito etcétera.

Si bien los premios Nobel de apreciación como éste (no así los de ciencias exactas) suelen poseer móviles políticos, inevitablemente occidentales, es grato que el honor haya sido dado a la poesía (y de ribete, a la poesía cantada), pues se entrega casi sólo a prosistas. Es grato que recuerde que la oralidad y la musicalidad fueron los primeros medios de la poesía. Bien indicó Tom Waits, otro maestro: Es un gran día para la literatura y para Bob, cuando un maestro de la forma original del género es celebrado. Pues antes de que las historias épicas y los poemas fueran escritos, éstos migraron por el viento a través de la voz humana, y no hay voz más grande que la de Dylan. Algo similar apuntó el escritor mexicano Juan Villoro: La Academia Sueca recordó que la poesía se origina en el canto: alguna vez Homero recitó sin apuntes. Y decía nuestro Nobel Octavio Paz en El arco y la lira que un poema era la manifestación escrita y ordenada en versos de lo expresado por su creador, de forma estética, pero que la poesía podía serlo tanto en un poema como en un lienzo, un jarrón de la dinastía Ming o una canción. Y qué decir de Leonard Cohen, el poeta y cantor canadiense, premio Príncipe de Asturias, que se inspiró en Dylan para dar voz musical a sus poemas, que desde antes de este Nobel ya decía: “Dylan trajo de vuelta la Palabra a las rockolas, que es donde deberíamos tenerla… o donde a mí me gusta tenerla”. Tras el premio, indicó: Dar el Nobel a Dylan es como poner una medalla al Everest.

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Bob Dylan aceptó ayer ser receptor del Nobel de Literatura 2016Foto Afp

La poesía de Dylan o de quien sea, si nace primero para ser cantada, quizá no sea poesía tal como la entiende el grupo de poder literario. De hecho, Dylan mismo no se considera poeta. Mas la Historia da fe de que el autor de Like a Rolling Stone devino fenómeno artístico de la contracultura contemporánea: una voz crítica, contestataria, transgresora y a la vez bella, que escapó a su contexto. Es un mito, más allá de su voluntad o la de cualquier académico enfadado. Así, el mensaje y la respuesta, que por supuesto está en el viento, se encuentra en el reconocimiento que la Academia Sueca da a ese tercer lenguaje en el que se convierte una manifestación poética al combinarla con música de amplio alcance. Está haciendo notar que la voz popular tiene hoy más peso que la escrita, y que ello tiene su mérito. Podrán decir algunos que esto frivoliza la literatura, o que corresponde a los días efímeros y ligeros que vivimos… o que simplemente los tiempos están cambiando.

Rocktubre sigue a tope

Viernes 21. 1. Pond, banda australiana satélite de Tame Impala, volará toda cabeza a punta de sicodelia, noise y stoner rock. Imperdible. Sala Corona (Insurgentes y Puebla, Roma). 21 horas, $547 y $778. 2. Hoy y mañana, Mutek 2016 cierra con dos magníficas noches: pura electrónica de avanzada, nacional e internacional. Hoy: The Field, Rabit, Murcof, Holly Herndon, J-Lin, Isolée, John Tejada, Niño Árbol, entre otros. Mañana: Richie Hawtin, Acronym, Líneas de Nazca, Koen Holtkamp, Driftmachine, entre otros. Muy recomendable. Museo Cuatro Caminos (Ingenieros Militares 77, Lomas de Sotelo), 21 horas a 4 de la mañana; abono $1050, por día $650. Detalles, boletos, más actividades: mutek.mx (más conciertos).

Twitter: patipenaloza